EL EXCLAVO
Enviado por vanesssita • 8 de Noviembre de 2012 • 693 Palabras (3 Páginas) • 471 Visitas
Cuando recupere el sentido, me di cuenta de inmediato que algo andaba muy mal.
Una luz frente a mi hería mis ojos sin que fuera yo capaz de siquiera parpadear. Intente mover los brazos para tapar mi rostro con las manos sin lograrlo.
Mi cuerpo entero estaba totalmente paralizado y era recorrido por dolor y frió como jamás los había sentido.
Intente gritar y pedir ayuda pero todo fue inútil, algo entraba por mi boca y quemaba mi garganta a la vez que un horrible ruido lastimaba mis oídos.
Pasaron varias horas en las que lo único que ocupaba mi mente era una terrible desesperación.
De la desesperación pase al terror cuando algunos pensamientos lograron filtrarse a través del dolor de mi mente…
-¿Donde estoy?
-¿Que me esta pasando?
-¡Estoy muerto!
La mezcla de dolor, terror y estos pensamientos, ocasionaron que perdiera el sentido.
Gracias a Dios porque ya no soportaba mas.
No se si pasaron horas o días para que volviera en mi.
Seguía inmóvil, con los completamente abiertos. El dolor había disminuido un poco, la luz frente a mi, cegaba mis ojos pero era soportable, ahora fui capaz de darme cuenta de que el terrible ruido era una especie de respiración forzada, profunda y fuerte… no era mi respiracióoon, de eso estaba seguro.
La disminución del tormento físico abrió la puerta a otro tipo de sufrimiento: La confusión en mi mente y la urgente necesidad de respuestas.
-¿Estoy realmente muerto?
-¿De quien es la respiración que escucho?
-¿Que es lo que siento en mi boca y que raspa mi garganta?
Poco a poco fui recuperando recuerdos de lo que yo pensaba era el día anterior; la fiesta, los tragos, la discusión con Laura y la insistencia de Eduardo para que probara esa estupida droga que le resultaba fascinante.
-Mi amor ya deja de tomar por favor… ¿Que no ves que te estas matando? -me gritaba Laura-. ¿Es eso lo que quieres?
-No quiero matarme, lo que quiero es escapar.
-¿Escapar de que? Estás loco.
-Si, estoy loco y tú no me entiendes… nadie me entiende…
Lleve a mi boca el par de pastillas azules que acepte de Eduardo. Eso es lo último que recuerdo.
-¡Ay Dios mío! Por fin lo logre, acabe con mi vida. ¡No puede ser!...
¿Que me pasa?
¿Porque no puedo moverme?
¿Porque no puedo cerrar los ojos?
-Ese imbecil me enveneno- pensaba-. Estoy en el infierno pagando por todo lo que hice…
Es mucho peor de lo que me imaginaba.
Yo no creía en la vida después de la muerte, pero en ese momento no encontraba otra respuesta.
-No Dios, perdóname por favor!...
Dame otra oportunidad…
El sonido de una puerta que se abría interrumpió mis pensamientos, distinguí entonces, una vez femenina:
...