EL PRINCIPIO ANTRÓPICO
Enviado por miodemi_ • 24 de Abril de 2022 • Resumen • 1.660 Palabras (7 Páginas) • 116 Visitas
EL PRINCIPIO ANTRÓPICO
Dongo Paricoto Miriam Inés mdongopa@unsa.edu.pe
La filosofía y la ciencia e incluso la religión se han reunido a través de las investigaciones en torno al “principio antrópico”. La posibilidad de reconocer en la naturaleza y sus procesos a escala universal global se intentan determinar, pero con desiguales resultados. Por otro lado, el admirable orden que presenta la naturaleza en todas sus dimensiones ha impulsado a la humanidad desde la antigüedad a preguntarse si la armonía natural tiene algún origen o es fruto de simple causalidad, y si ese origen responde a algún propósito. Para quienes afirman que sí existe el orden natural, los fenómenos en la naturaleza mensurable parecen seguir un propósito premeditado, como parte de un proyecto.
El principio antrópico, se habla de que el universo tiende a lo humano, a hacer posible la vida y a mantenerla, se basa en el hecho de que nuestra misma existencia determina, en una medida considerable, las propiedades del universo que contemplamos. El principio antrópico sostiene que los observadores son necesarios para la existencia misma del universo. En suma, todo está organizado para conveniencia de la vida humana.
Se reconocen dos versiones del principio, la débil y la fuerte. La formulación débil establece que lo que debemos esperar de la observación debe estar restringido por las condiciones necesarias para nuestra presencia como observadores. Los seres inteligentes de estas regiones no deben, por tanto, sorprenderse si observan que su localización en el universo satisface las condiciones necesarias para su existencia. El principio antrópico fuerte sostiene que el universo debe ser como es para permitir la existencia de la vida. Por otro lado, si hay varias regiones de un único universo, las leyes tendrían que ser las mismas en cada región. Esto reduce el principio antrópico fuerte al débil. Con la observación se colapsa la función de onda y se actualiza una de las probabilidades.
De allí que algunos científicos interpreten que el universo sólo existe si hay alguien que lo observe. Ya no es posible estudiar algo separado de nosotros mismos pues nuestro acto de observación del proceso hace aparecer lo que estamos observando. Si la dejó como onda, ha sido onda todo ese tiempo. Según esto los seres humanos y los instrumentos con los cuales observamos el universo, son los responsables del mundo fenoménico.
Con datos provenientes de la observación, del cálculo, de la experimentación, de la medición de los parámetros fundamentales del universo, las relaciones con la existencia de la vida son interpretadas como prueba que la vida misma del hombre de algún modo determina el diseño actual del universo. Sobre esta base hicieron algunos cálculos más bien optimistas sobre la probabilidad de encontrar vida en algún lugar del universo.
Se ha negado desde el siglo XVII el poder explicativo a la argumentación teleológica (Creencia en que la marcha del universo es como un orden de fines que las cosas tienden a realizar, y no una sucesión de causas y efectos), desde el punto de vista lógico y epistemológico. Para algunos, el ejemplo de la sustitución de función por fin sería el fenómeno de evolución de las especies y de los mecanismos de adaptación, en donde dadas determinadas características se espera un estado posterior todavía no existente, pero inferible a partir de ciertas condiciones actuales de ese estado, sin necesidad de hablar de finalidades o estados definidos futuros a los que deba arribar un sistema. Así pues, para algunos objetores de la argumentación finalística es problemática porque la finalidad considera causalmente un hecho dado como válido, y a partir de él deduce un hecho futuro con una serie de consecuencias particulares. En realidad, los objetores se oponen al carácter cualitativo de la finalidad, por lo que prefieren hablar más bien de función.
La naturaleza se presenta entonces como un verdadero conjunto de procesos estables que generan complejidades que dan origen a su vez a otras nuevas, en procesos de auto organización. La información permite reconocer una serie de potencialidades que se despliegan siguiendo un plan muy meticuloso y ello hace de nuestra naturaleza un mundo de diversos niveles de complejidad emergente abierto a nuevas estructuraciones en función de las potencialidades y la interacción con el medio.
El principio copernicano suponía que el universo es el mismo para todos y todo en él sería homogéneo, cualitativamente hablando. El principio copernicano se transformó entonces en un principio cosmológico, según el cual desde cualquier punto o situación de nuestro universo se podía describir de igual modo tanto la estructura como las leyes que lo rigen, sin posición ni momento privilegiado para el observador en tal descripción. Este carácter isotrópico hacía irrelevantes a gran escala los posibles comportamientos no homogéneos a pequeña escala. Con la cosmología contemporánea, sobre a todo a partir del descubrimiento de la expansión del universo y su evolución, y con la relevancia ontológica del tiempo que ello implica, fue posible platear un posible estado inicial de nuestro universo.
Es el principio antrópico débil ha recibido la crítica sobre su supuesto carácter tautológico, pues sostenerlo sería tanto como decir que el cosmos observado debe ser adecuado al observador, ya que de lo contrario no sería observado. Se le critica por asumir una aseveración post factum, pues una vez que ya existimos es muy sencillo interpretar el desarrollo del universo como si hubiera sido ordenado para nosotros, de lo contrario no existiríamos para poder aseverarlo.
Por su parte, el intento del principio antrópico fuerte de incluir necesariamente en el universo la aparición de vida consciente es algo que rebasa con mucho las posibilidades demostrativas de la ciencia natural, ni siquiera en el supuesto de que se operara la reducción del hombre a su carácter meramente somático o material, lo cual supondría que la ciencia experimental tuviera la capacidad de definir lo que el hombre es a partir de su sola materialidad. En este sentido, se afirma el carácter tautológico de la frase “el cielo de noche es oscuro”, como si el solo factum de la noche supusiera la oscuridad, ya no concomitante, sino tautológica y redundantemente; nos ha llevado precisamente a descubrir que dicha oscuridad no se debe a una obvia ausencia del Sol, sino a la expansión real del universo, que ha puesto entre las estrellas que nos rodean distancias tales que hacen imposible una iluminación constante, lo que ocurriría si no existiera expansión. De este modo la comprensión de una ley física incrementa la comprensión de un hecho aceptado sólo como factum y cuyas implicaciones hubieran sido sólo tautológicas.
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