ENSAYO COMPARATIVO ENTRE EL ARTE DE LA GUERRA. SUN TZU Y EL PRÍNCIPE. NICOLÁS MAQUIAVELO.
Enviado por Valeria Salinas • 19 de Octubre de 2015 • Ensayo • 1.696 Palabras (7 Páginas) • 349 Visitas
ENSAYO COMPARATIVO ENTRE EL ARTE DE LA GUERRA. SUN TZU Y EL PRÍNCIPE. NICOLÁS MAQUIAVELO.
Ambos libros, de estrategias político-militares, fueron escritos en diferentes épocas y espacios diferentes. No podríamos hablar de obras consecutivas o con ideas idénticas, ya que el tiempo, la audiencia y las necesidades por las que las obras fueron escritas, son completamente diferentes. Para entender esto debería comenzar con el contexto histórico y una breve biografía de cada uno de los autores. Cronológicamente, encontraremos primero a Sun Tzu; general, estratega, filósofo y militar de la antigua China. Las fuentes más antiguas disponibles coinciden en que Sun Tzu nació a finales del periodo Primaveras y Otoños de China, situado ca. de los años 722-481 a.C, época en la que China sufrió un periodo en el que el poder se descentralizó —se ha definido este periodo también como «edad de las ciudades-estado» cada una dominada por la familia de un señor—, estuvo plagado de batallas, hubo una anexión de aproximadamente ciento setenta pequeños estados aunque de la misma manera hubo un incremento en la alfabetización y éste animó la libertad de pensamiento y el avance tecnológico. Muy poco se sabe de la historia de Sun Tzu pero historiadores lo sitúan como ministro y general militar al servicio del rey Helü de Wu a partir del año 512 a.C. Falleciendo ca. del año 496 a.C.
Veinte siglos después, nos encontramos en la Europa, a finales del medioevo con Nicolás Maquiavelo, quien fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano nacido en Florencia en el año 1469 d.C. En este momento, Italia se encuentra dividida entre el poder de la iglesia, la nobleza y la utilización indiscriminada de ejércitos de mercenarios que, siendo la guerra su negocio y su primo motivo,[1] ofertaban sus armas y habilidades al mejor postor. Así mismo, Italia tenía como principal preocupación convertirse en una nación soberana, independiente de potencias extranjeras pues se encontraba política y militarmente dividida en diferentes regiones, notándose desde entonces, una abismal división entre el Norte, el Centro, el Sur e islas. La frontera norte de Italia era también mucho más desarrollada que la frontera sur. Roma seguía siendo, el epicentro donde convergían todos los caminos, y las elites italianas se disputaban cotidiana y ferozmente cada milímetro de territorio, cada espacio de poder y todo tiempo político posible para gobernar con grupos familiares y dinásticos de la dividida Italia.
Teniendo un breve contexto histórico podré comenzar con la comparación. Comenzando con El Príncipe. Es una obra dedicada al Príncipe, de su tiempo. No podemos hablar de un gobernante en específico, pues la misma obra se desprende de un estudio histórico y el autor fue adaptando las dedicatorias, sin embargo fue inspirado en dos personajes históricos, el Rey Fernando “El Católico”, unificador de los reinos de Castilla y Navarra y expulsor de los judíos y moros de la naciente España y en especial Cesar Borgia, quien maneja el poder en una sociedad pre-italiana, llena de reinos fastuosos, donde la iglesia también tiene poder militar y lo utiliza en acciones políticas concreta. Hasta que finalmente entrega su opera massima[2] de consejos políticos, al gobernante en turno —Lorenzo de Medici—. Ahora bien, El Príncipe, nos muestra en los primeros capítulos, la estrategia militar para eliminar a tu enemigo —porque en esa época esa era la primera razón de todo— y dominar a sus súbdtios, y conforme avanza el libro los capítulos se va convirtiendo en una reflexión sobre el comportamiento de los soberanos y la dificultad de manejar el poder entre el odio y el amor.
«El príncipe nuevo que crea necesario defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los que puedan perjudicarlo, reemplazar con nuevas las leyes antiguas, ser severo y amable, magnánimo y liberal, disolver las milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de modo que lo favorezcan de buen grado o lo ataquen con recelos; el que juzgue indispensable hacer todo esto, digo, no puede hallar ejemplos más recientes que los actos del duque.”[3]
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