ENSAYO SOBRE "EL PAPEL QUE DESEMPEÑA LA VOLUNTAD Y EL DEBER EN EL HOMBRE" SEGÚN KANT.
Enviado por teremarh • 25 de Febrero de 2013 • 1.270 Palabras (6 Páginas) • 1.096 Visitas
ENSAYO SOBRE “EL PAPEL QUE DESEMPEÑA LA VOLUNTAD Y EL DEBER EN EL HOMBRE” SEGÚN KANT.
Según Kant, lo único que tiene en el mundo y aun fuera de él una importancia absoluta es la «voluntad libre y racional». Todo lo demás tiene en el mundo, según Kant, un valor relativo. Tan sólo la personalidad racional y libre tiene en sí un valor absoluto. Así, pues, la voluntad libre y racional constituye el objeto del deber moral. «Debes ser libre y racional», tal es el mandato de la conciencia moral.
Después de haberla establecido, Kant deduce de ella la primera fórmula de la conducta moral: «Obra de tal modo que emplees la humanidad, tanto en tu persona, como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca sólo como un medio». Pues todos los hombres, iguales a nosotros, están dotados de una voluntad libre y racional y no pueden, por lo tanto, servirnos jamás como medio. Según Kant, el ideal al cual aspira la moral es una comunidad de hombres libres y racionales en la cual cada individuo constituya una finalidad para todos los demás. Basándose en esta idea, Kant definió así la ley moral: «Obra de tal modo que puedas siempre querer que la máxima de tu acción sea ley universal»; o en otra fórmula: «Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza».
Kant afirmó que el hombre ha de ser moral en la vida porque así lo exige nuestra razón. Decía, por ejemplo: debes respetar tu propia libertad y la de los demás no solamente cuando esperas sacar de ella un placer o un provecho, sino siempre y en todas las circunstancias porque la libertad es un bien absoluto y por sí sola constituye una finalidad: todo lo demás no es más que un medio. En otras palabras, la personalidad humana ha de ser objeto de una estima absoluta y en esto, según Kant, reside la base de la moral y del derecho.
La Ética de Kant ha de satisfacer indudablemente a los que dudan del carácter obligatorio de los preceptos de la Iglesia y del Evangelio y que al mismo tiempo no se deciden a adoptar el punto de vista de la ciencia natural; la Ética de Kant encuentra partidarios entre las gentes cultas que se complacen en creer que el hombre cumple sobre la tierra el mandamiento de una voluntad suprema, en una palabra, entre los que ven en esa doctrina la expresión de sus propias creencias vagas y nebulosas.
Es indudable que la Ética de Kant alcanza una gran elevación. Pero ella nos deja en absoluta ignorancia sobre el más importante de los problemas morales, és decir: “el origen del sentimiento del deber”. Decir que el hombre experimenta en sí el sentimiento elevado del deber moral al cual se cree obligado a obedecer no resuelve la cuestión: esta afirmación es análoga a la de Hutcheson, el cual aseguraba que el sentimiento moral que guía al hombre en su conducta está profundamente anclado en la naturaleza humana. La razón, según Kant, nos impone la ley moral. La razón, independientemente de la experiencia y de la observación de la naturaleza. Pero después de haber tratado de probar esta idea con gran calor, hubo de reconocer Kant, una vez publicada la CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA, que la fuente del amor a lo moral no puede residir en el hombre y se inclinó a atribuirle un origen divino.
Esta regresión a la Ética teológica obedeció, tal vez, a la decepción provocada en Kant por la Revolución francesa. Sea de ello lo que fuere, he aquí sus propias palabras: «Hay sin embargo en nuestra alma algo que provoca nuestra admiración y entusiasmo y ello es nuestra capacidad moral innata». ¿Pero en qué reside esta capacidad que nos eleva tan por encima de nuestras necesidades habituales? «Su origen misterioso,
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