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ETICA Y VALORES


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2012  •  6.152 Palabras (25 Páginas)  •  362 Visitas

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ETICA Y VALORES I

2.1 Ética, ciencia y ambiente. Reflexiones teóricas.

Algunos componentes del debate contemporáneo sobre el giro ético y la relación con la problemática ambiental

Los nuevos problemas de Riesgo, debido a las consecuencias inciertas de la civilización tecnológica, y el Cambio Ambiental Global han transformado el contexto social e intelectual del trabajo científico, especialmente en la ciencia occidental. Han conducido, sobre todo desde la década del ´70, a una continua y todavía no acabada discusión acerca de su significado, propuestas y estrategias de solución, tanto a nivel local y nacional como en el plano global, en todos las disciplinas, teorías, perspectivas, visiones, que tratan acerca del ambiente. Hoy, la definición de un nuevo “paradigma civilizatorio” fuerza a encontrar bases sólidas para la acción, convirtiéndose así en uno de los inmensos desafíos frente al siglo XXI; desafío que conlleva la discusión sobre la representación social de la conflictiva relación sociedad-naturaleza, y, más profundo aún, la re-examinación filosófica, ideológica y política, del viejo problema de la naturaleza del hombre.

La Ética, entendida como la disciplina filosófica que reflexiona críticamente sobre las cuestiones morales de los hombres, resulta ser un campo problemático muy complejo por sus particulares formas de relación con todo aquello que tiene que ver con la acción humana, sus motivaciones, su sentido, sus normas y sus valores, es decir, con el qué, cuándo, a quién y cómo hay que hacer algo. Admitiendo el vínculo existente entre la problemática ambiental global y las cuestiones de equidad entre los pueblos, se asiste hoy a una “compulsión” a aplicar la ética a nuevas (y no tan nuevas) cuestiones, y especialmente frente a los tres problemas dominantes que la ciencia debe afrontar hoy:

• la crítica a la posibilidad de existencia de una verdad objetiva, universal y necesaria, en favor de la existencia de múltiples interpretaciones;

• la crítica del totalitarismo en sentido amplio, a favor de los necesarios consensos democráticos; y

• la crítica a un concepto universal de bien que aplasta la pluralidad de opiniones, en favor de ciertos criterios éticos de convivencia pacífica. Se plantean como los principales desafíos para la ética contemporánea, el intentar responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿se puede ser racional en ética, es decir, se puede confiar en contar con razones para actuar?; ¿es posible establecer algún tipo de universalismo o sólo se puede relativizar la fundamentación racional en el marco de las diversas tradiciones morales?; ¿en los tiempos actuales de sociedades abiertas, plurales y globales, tiene sentido hablar de tradiciones morales particulares?; ¿cuál es el límite entre la tolerancia y el respeto a las diferencias culturales y la indiferencia?Si ya no existe una “verdad” que sea universalmente válida, si no existe un criterio “objetivo”, se produce un vacío dejado por la desaparición de las supuestas verdades universales que valían para todos, más allá de sus valores y costumbres.(1) A decir de CULLEN, “nunca se ha hablado tanto de ética y de moral y nunca, quizás, hemos estado los hombres tan desorientados para poder definir y sostener la moralidad de nuestras acciones” y sin embargo, “en estos tiempos crepusculares de los “Post” parecería que nos urge construir una aurora, alguna aurora posible, porque Dios ha muerto, las certidumbres nos abandonaron, los espejos están trizados, las huellas borradas, los muros caídos, las representaciones agotadas, los vínculos sociales convertidos en valores de cambio, la sociedad globalizada, el individuo clonado, lo público en retirada, lo privado massmediado”(2)

Este vacío debería entonces ser ocupado por una ética nueva, de la convivencia, del respeto del otro, del diferente. Así, el giro o cambio de rumbo ético contemporáneo, tanto en el pensamiento como en las prácticas sociales producido por la decadencia de las escuelas modernas hegemónicas, la crítica a los “grandes relatos” de la modernidad, el advenimiento de conflictos no previstos como el cambio ambiental o el avance de la biotecnología, lleva consigo la reexaminación o renovación sustantiva de los fundamentos para la acción humana.

Sea desde la ética de la diferencia, la ética ironista, la ética de la comunidad, de la comunicación, del no-mal, o desde la ética de la verdad, de la singularidad y de la amistad,(3) la reflexión pretende responder a una sociedad pluralista y global que necesita del esclarecimiento de los conflictos emergentes y la generación de normas y de valores que posibiliten y optimicen la convivencia por y para todos (4) ; pero donde la filosofía moral se encuentra desarmada frente al relativismo cultural que señala que no hay manera de poner de acuerdo a todos los seres humanos acerca de lo que es bueno o virtuoso pues no existe un bien universal y necesario: “La ética como disciplina racional autónoma parece desdibujada entre los escepticismos y los fundamentalismos. La búsqueda de la felicidad y el bien de los hombres parece diluirse entre los universalismos y los particularismos.”(5)

En este marco de cuestionamientos sin certezas, se asiste también a la reflexión sobre las normas, valores, motivaciones, sentido, de la acción del hombre con el mundo natural que lo rodea y del que es parte, al plantearse la pregunta de si la humanidad no tendrá el deber urgente de modificar su manera de comportarse con el mundo natural. Frente a los grandes y graves problemas ambientales, “se alzan voces que se preguntan si la reflexión moral no tiene como tarea urgente el reconstruir la ética, no ateniéndose a preocupaciones y problemas que conciernen al aquí y ahora de la vida personal y social sino interesándose por los nuevos problemas derivados de la crisis medioambiental y que por su amplitud espacial y temporal afectan al destino de la humanidad entera. /.../ A partir de la idea de que el hombre no es un sujeto contrapuesto al mundo, que domina y transforma, sino un ser viviente que se realiza formando parte y en interdependencia con ese mundo, abundan las críticas a la ética tradicional”(6) y sobre todo a la civilización contemporánea que se configura a partir de tres elementos básicos:

1-ciencia,

2-técnica,

3-economía industrial.

Entre las nuevas, y a la vez viejas preguntas que surgen frente al desafío de fundamentar las normas que regulen con valor de imperativo moral la conducta de los hombres con la naturaleza, pueden mencionarse las siguientes: ¿es la naturaleza, en cuanto hábitat del hombre, materia moral?; ¿son útiles los sistemas tradicionales de ética (ampliando su campo de reflexión)

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