EVOLUCIÓN DE LOS TIPOS DE ARGUMENTO
Enviado por cmt.mantilla • 28 de Octubre de 2013 • 3.769 Palabras (16 Páginas) • 464 Visitas
LA EVOLUCIÓN DE LOS TRES TIPOS DE ARGUMENTO:
ABDUCCIÓN, INDUCCIÓN Y DEDUCCIÓN
Lúcia Santaella
Universidad Católica de Sao Paulo, Brasil
La teoría de los tipos de inferencias o tipos de raciocinio o argumento no puede ser vista como un monolito. En el momento presente, entre los intérpretes de Peirce no hay ninguna duda acerca del carácter claramente evolutivo de su obra. Se trata de un pensador extremadamente original que no huyó del enfrentamiento con la tradición, teniendo que afrontar las consecuencias de sus propios descubrimientos, entre los que destaca un continuo proceso de autocrítica y autocorrección llevado hasta sus últimas consecuencias. Si esto es válido para la totalidad de la obra, lo es aún más para lo que tuvo su inicio en la teoría de los tres tipos de inferencias como primera vía de respuesta a la cuestión de los métodos de las ciencias.
Arthur Burks fue el primero en elaborar en 1946, con bastante acierto además, una interpretación de la naturaleza y el carácter de la hipótesis, a la que Peirce posteriormente llamaría "abducción" y también "retroducción". Burks dividió en dos periodos el desarrollo de ese concepto: el periodo anterior a 1900 y el posterior. Esa propuesta, ampliamente elaborada por Fann (1970), fue retomada por Thagard (1977 y 1981) y luego por Anderson (1986). Esto manifiesta bien el acierto de la posición de estos autores, pues de hecho no hay un tratamiento más equivocado de la obra peirceana, en particular en la teoría de las inferencias, que el aislar citas textuales fuera del contexto del desarrollo histórico que tuvieron esos conceptos en la integridad de su obra.
En el caso de las inferencias, ha pasado con frecuencia que se ha tomado como su palabra final la que se expresaba en su texto titulado Deduction, Induction and Hypothesis (CP 2.619-644, 1878), de la serie Illustrations of the Logic of the Science, publicada en The Popular Science Monthly durante los años 1877-78, ignorándose lo que vino antes y –lo que es peor– lo que vino después. Como ese texto de Peirce es el más conocido y ha sido traducido a varios idiomas, los intérpretes más apresurados no se tomaron al trabajo de afrontar un estudio evolutivo de los conceptos, lo que contribuyó muchísimo para envolver la cuestión en innecesarios malentendidos. El gran problema de ese modo de proceder estriba en el hecho de que un lector de ese tipo suele imputar a Peirce o a la supuesta y exhaustivamente reiterada fragmentación de su obra, sus propios equívocos y confusiones, sin darse cuenta de que la situación arranca de la insubstancialidad con que el propio interprete se enfrenta con una obra que, por su complejidad, exigiría como mínimo un poco más de cuidado por parte de aquellos que se aproximan a ella.
En un primer momento, Peirce consideró que todas las formas de inferencia podrían ser reducidas al silogismo en Barbara. Pero, ya en 1866, al hacer un análisis detallado de la relación entre la figuras silogísticas, consiguió probar que cada figura entraña un principio independiente de inferencia. De ahí vino el reconocimiento de la autonomía de cada una de las formas de inferencia, tal como expondría en On the Natural Classification of Arguments, publicado en los Proceedings of the American Academy of Arts and Sciences (CP 2.461-516, 1867). En esa versión, la inducción es la inferencia de una premisa mayor de un silogismo a partir de dos otras proposiciones. La función de la hipótesis es la de sustituir una gran serie de predicados, que no forman una unidad entre si, por un único predicado que entraña todos. Como la inducción, por tanto, la hipótesis reduce una multiplicidad a una unidad (Fann 1970: 19-20).
Las ideas de Peirce en la década de los sesenta estaban todavía muy marcadas por la lógica clásica, particularmente por la teoría del sujeto y predicado de la proposición. El descubrimiento a finales de los sesenta de la lógica de las relaciones le hizo introducir proposiciones que no eran reductibles a las formas de sujeto y predicado. Extrañamente, en el texto de 1878 Deduction, Induction and Hypothesis su análisis no presenta modificaciones substanciales en relación con el ensayo de 1867, aunque hubiese ya publicado en 1870 un texto sobre la lógica de las relaciones en el que los silogismos eran analizados como una forma de relación lógica y no como la fórmula fundamental de todo argumento (Fann 1970: 20). De este modo, la inducción en 1878 es para Peirce la inferencia de la regla (premisa mayor) a partir del caso (premisa menor) y del resultado (conclusión). La hipótesis es la inferencia de un caso a partir de una regla y un resultado. La deducción, siempre menos problemática, es la inferencia de un resultado a partir de una regla y de un caso.
Inducimos, cuando generalizamos a partir de un número de casos de los cuales algo es verdadero, infiriendo que lo mismo es verdadero para toda la clase. "La hipótesis se da cuando deparamos con una circunstancia curiosa, que sería explicada por la suposición de que ella es un caso de cierta regla general, y, a partir de eso, adoptamos esa suposición. O, cuando descubrimos que, en cierto aspecto, dos objetos presentan una gran semejanza, infiriendo que ellos también se asemejan fuertemente en otros aspectos" (CP 2.624, 1878). Concebida como un proceso de comprobación, la hipótesis se mezcla con la inducción en la tarea de decidir favorable o contrariamente a una hipótesis. Mas ya se insinúa en ella, desde el principio, como puede verse en la cita anterior, su función de fuente de nuevas hipótesis. Peirce ya estaba casi llegando ahí al problema de la selección de hipótesis que encierra ese tipo de inferencia y que desarrollaría posteriormente.
Los tipos de hipótesis explicativas pueden ser muchos. Peirce aludió, por lo menos, a tres: 1) Aquellas que, cuando surge la hipótesis, se refieren a hechos no observados, pero que son susceptibles de observación. 2) Las hipótesis que son imposibles de ser observadas, como es, por ejemplo, el caso de los hechos históricos. 3) Las que se refieren a entidades que, en el actual estado del conocimiento, son tanto factual como teóricamente no observables. La teoría de los gases sería una ilustración de este tipo. Advirtamos que este tipo de hipótesis es el que tiene supremacía en las ciencias.
Para que el proceso de surgimiento de una hipótesis se encamine a resultados probables, hay que seguir tres reglas: (1ª) La hipótesis debe ser formulada claramente como una pregunta antes que se hagan las observaciones que han de comprobar su verdad. O mejor: debemos tratar de ver qué resultados sobrevendrán de las predicciones de la hipótesis. (2ª) No debemos tomar un tipo particular de predicción para el que ya se sabe que la hipótesis es
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