Edad Media
Enviado por dannitacanro • 30 de Agosto de 2012 • 633 Palabras (3 Páginas) • 392 Visitas
Filosofia en la Edad Media
Filosofía y Cristianismo.
El cristianismo apareció en la historia cuando la razón había encontrado, en Grecia, su expresión sistemática. La naturaleza había alcanzado una cumbre esplendorosa con el esfuerzo mental de Sócrates, Platón y Aristóteles. Independientemente de ese desarrollo filosófico, y en un ambiente totalmente diferente, la Revelación cristiana aportará nuevos datos acerca de Dios, el hombre y su conducta, inalcanzables con el solo uso natural de las facultades humanas.
Varios conceptos, como Dios, hombre, conducta humana, sentido social, y otros muchos van a ser enriquecidos y afinados por lo que constituye el objeto de la fe cristiana. Además aparecen nuevas categorías, como el orden sobrenatural, el pecado, la gracia y la Redención. En adelante, los filósofos tendrán que pensar a favor de o en contra de dichos conceptos así enriquecidos, y tendrán que tomar una postura con respecto a los nuevos conceptos. Tal vez a ser la extensión y la influencia del cristianismo en la filosofía.
Las nociones cristianas no constituyen propiamente una filosofía. Esta nos introduce en el reino de lo abstracto, de las esencias puras, de las definiciones y de las causas supremas.
Ahora bien, Jesucristo no hizo definiciones, ni explicó por medio de causas, su lenguaje es metafórico; no es un profesor teórico, sino un maestro práctico acerca de la vida.
El cristianismo no es un sistema conceptual; es una religión "religación" del hombre con Dios; es norma de vida. Sin embargo, hay una Filosofía y una Teología cristianas, que tratan de comprender el sentido profundo de ese mensaje y esa cosmovisión.
Intentaré esclarecer cuáles fueron los datos cristianos que ennoblecieron los conceptos filosóficos estudiados ya en la antigua Grecia. La explicación gira alrededor de los conceptos Dios, el hombre, la conducta humana y la conciencia comunitaria.
1.- El concepto de Dios.- A diferencia del Dios platónico, y, más aún del Dios aristotélico, el cristianismo anuncia la existencia de un Dios que sintetiza la trascendencia con la inmanencia. Por su trascendencia, Dios es absolutamente diferente a las cosas de este mundo, y no hay lugar a la confusión propia del panteísmo. Por su inmanencia, Dios está presente en los seres mundanos, en las cosas y en el hombre.
Dios es el creador del Universo y nada escapa de su poder y acción. El hombre mismo creado a imagen y semejanza de Dios. La marcha del Universo es objeto de especial cuidado por parte Dios.
Aparecen, pues, los conceptos de Creación y de Providencia, que no habían sido conjeturados en la filosofía Griega.
Al mismo tiempo la Revelación cristiana nos habla de un Dios Padre, es decir de un Creador que trata al hombre con especiales lazos de benevolencia. Se convierte en un
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