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Edad Media


Enviado por   •  5 de Mayo de 2013  •  4.487 Palabras (18 Páginas)  •  335 Visitas

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AUTOR: Mario Méndez Bejarano (1857-1931)

Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX [1927]

Biblioteca Filosofía en español, Oviedo 2000

Capítulo IV

Ojeada general sobre la Filosofía en la Edad Media

La Filosofía medieval. –El Cristianismo. –Misión de la Filosofía platónica. –La Gnosis. –Los PP. orientales. La Iglesia y los bárbaros. –El trivium y el quatrivium. –La Escolástica: su carácter, sus épocas, su desenvolvimiento, sus direcciones. –El misticismo en la Edad Media.

Durante los primeros siglos de la Edad Media, la filosofía se nutre de savia teológica. La pagana había venido a parar a la negación. La exageración de los principios platónicos había conducido a negar el conocimiento, sustituido por el éxtasis; el éxtasis arrastraba a la anulación de la individualidad, y la gran Unidad, Dios mismo, venia a ser implícitamente negado: porque la unidad simplicísima excluye hasta la existencia, que es ya una complicación. Los sistemas del lado opuesto habían engendrado el escepticismo y el materialismo. La negación circundaba el pensamiento por todas partes.

El cristianismo, basado en la revelación, descendía de Dios al hombre; es decir, tenía un carácter sintético, por lo cual aprovecha de la antigua ciencia cuanto conviene a su desenvolvimiento. Los grandes hombres del cristianismo sienten ante todo el apremio de defender la religión de los ataques asestados por los paganos y de patentizar las excelencias de su doctrina. De tal necesidad nace la filosofía apologística.

Vencido e1 paganismo, la Iglesia experimentó la urgencia [26] de edificar, de fijar el dogma, y entonces acude a la ubérrima tradición platónica juzgándola como una preparación de la doctrina revelada.

San Panteno erigió en Alejandría una escuela catequista que consideraba a la filosofía complemento obligado de la religión, y su sucesor San Clemente es el fundador de lo que entre los Padres orientales se llama gnosticismo.

Los grandes filósofos paganos prepararon a la humanidad para el cristianismo, y sobre la ciencia, así como sobre la fe, existe, a juicio de San Clemente, un conocimiento supremo, la gnosis, en que se contiene toda la verdad. La gnosis es la revelación del Verbo, la soberana intuición del principio divino, y su eficacia llega tan profunda que anonada las pasiones y promueve el desprecio de los placeres, pues todo se reduce a miseria y sombra ante el éxtasis de la divina contemplación.

Discípulo de este santo el grande Orígenes (186-254), una de las mayores inteligencias que la humanidad ha conocido, cuyo ideal era establecer la revelación mesiánica sobre bases rigurosamente científicas, sabio y mártir, nos dejó, además de otros libros, el Exaplos, los Principios y la Defensa del cristianismo contra los recios ataques del ingenioso Celso. Orígenes llegó a admitir la eternidad del mundo y a negar la eternidad de las penas, por lo que se vio cruelmente perseguido. San Gregorio Nacianceno (329-89), poeta, filósofo y ascético, y otros Padres, participaron de las opiniones de Orígenes. Todos los orientales fundaron la teología en la filosofía; los de Occidente sometieron el conocimiento a la revelación.

En los Padres occidentales, ninguno puede igualarse con San Agustín (354-430). Considerado como filósofo, señala el apogeo de la filosofía patrística, resucitando el platonismo, y, cimentando en él la idea cristiana, da a la nueva doctrina una sólida base psicológica (Noli foras ire...) Representa en la patrística la síntesis de las grandiosas concepciones debidas a los Padres orientales y el [27] espíritu práctico de los occidentales. En este caso, como siempre, el Oriente antepone la ontología y el Occidente la psicología.

Al invadir los bárbaros la Europa, sólo una institución queda en pie: la Iglesia. La poderosa unidad cristiana, como entidad espiritual, no podía ser alcanzada por los golpes de la fuerza bruta. Ella es lo único que permanece, y por eso constituye el lazo de unión entre el Imperio que se desploma y los nuevos Estados que traza la espada de los invasores. Por ese título, se constituía la Iglesia en educadora de los jóvenes pueblos que abrían apenas sus ojos a la civilización.

Si el platonismo había sido el instrumento de la Iglesia durante el período de consolidación y fijación de los dogmas, el aristotelismo debía guiarla para la explicación, [28] propaganda y organización interior de sus principios. La Escolástica, así llamada por ser la filosofía que se enseñaba en las escuelas, esencialmente dogmática, sirvió a la Iglesia para educar a los bárbaros.

En realidad, mejor que una filosofía, la Escolástica debe considerarse un método. Manejada por la Iglesia, podría definirse el aristotelismo al servicio de la idea cristiana. No empece que en posteriores tiempos surgiera una escolástica musulmana. Filosóficamente el mahometismo no es un antípoda, sino un retoño del cristianismo. Ambas direcciones se apoyan en el concepto hebraico de un Dios esencialmente distinto del mundo, y ambas por tanto forman en la hueste dualista frente a los panteísmos orientales. Educado en un monasterio, Mahoma no pudo formar otra idea de la divinidad que la que los monjes le enseñaron, así que su doctrina no pasó de una herejía como el arrianismo, fondo de su concepción, con ribetes nestorianos.

Es el escolasticismo una filosofía teológica, supeditada al dogma y juzgando axiomática la armonía entre la fe y el dictado de la razón. La Escolástica prestó eminente servicio a la especulación, facilitando su labor con los minuciosos y sutiles análisis, con los rigores de su dialéctica; puliendo y perfeccionando hasta increíbles extremos el instrumento de la filosofía, sin que por esta sincera confesión, pueda oscurecerse que la exageración de la agudeza excediese, cuando faltó materia de investigación, las fronteras de lo razonable, perdiéndose en laberínticos extravíos que sus mismos maestros condenaron y trataron de corregir. Tales abusos, cuya explicación histórica ni la menor dificultad ofrece, motivaron el descrédito de la escuela, los ataques de los sensualistas, las ironías del racionalismo y hasta las burlas de los poetas.

Pasa la Escolástica en Europa por un período preparatorio que va desde el siglo IX al XII; raya en su zenit en los siglos XIII y XIV; desciende desde esta fecha hasta la Reforma; disfruta en España un fugaz renacimiento debido solamente a Suárez y Montoya, pues los Vitoria y demás escolásticos no son verdaderos filósofos especulativos, sino meros aplicadores de la filosofía a la práctica; desciende hasta llegar a completa postración en los posteriores tiempos y hoy pugna por renacer abrazada a los adelantos de la ciencia experimental.

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