El Emilio
Enviado por mairita1 • 16 de Octubre de 2014 • 356 Palabras (2 Páginas) • 213 Visitas
El análisis de algunos conceptos desarrollados en el marco de las Lecciones pedagógicas kantianas ha permitido reflexionar acerca de una serie de aspectos cuya discusión puede contribuir —según entiendo— a enriquecer la discusión respecto de los desafíos propios de la educación. Como clásico exponente del pensamiento ilustrado, Kant rindió culto al potencial inagotable de la razón humana y consideró que no hay proyecto social que pueda ser desarrollado al margen de una reflexión filosófica de carácter teórico. Los principios rectores en los cuales ha de fundarse toda práctica social han de ser establecidos, para el pensador alemán, a partir de un ejercicio racional, esencialmente crítico y autónomo.
Quizás una de las tareas ineludibles de la reflexión pedagógica sea la elaboración de conceptos claros sobre los cuales puedan sustentarse nuestras acciones educativas, de manera tal que logren orientarse al cumplimiento efectivo de su función social específica. La consigna de la pedagogía kantiana continúa, a mi juicio, vigente: "Nosotros podemos trabajar en el plan de una educación conforme a un fin y entregar a la posteridad una orientación que poco a poco pueda realizar" (Ak. IX: 444).
Es conocida la formulación kantiana de tres preguntas fundamentales por las que se interroga naturalmente el pensar filosófico: "Todo interés de mi razón (tanto el especulativo, como el práctico) se reúne en las tres preguntas siguientes: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar?" (Ak. IV: A 805/B 833). Esta breve reflexión acerca de los principios básicos desarrollados en el marco de la reflexión pedagógica kantiana ofrece algunas claves para dar respuesta al último de estos interrogantes, al que quizá cabría responder: podemos (e incluso debemos) esperar que el género humano avance hacia un estado de mayor perfección, esperanza a la que nuestra razón práctica nos compele, comprometiéndonos a actuar de manera acorde con el logro de tal fin. En este compromiso debemos, ante todo, idear los medios necesarios para la promoción del progreso histórico, reconociendo el papel decisivo que la educación tiene en este proceso, y asumiendo —como ha sido señalado— la necesidad de formular una idea (o ideal) de educación acorde con las necesidades político-sociales que caracterizan nuestro entorno cultural.
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