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El Origen De La Filosofía Moderna.


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  24.729 Palabras (99 Páginas)  •  706 Visitas

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El origen de la filosofía moderna.

EL primer período de la modernidad, el Renacimiento, siglos XV y XVI, se caracterizó por ser una época crítica a la Edad Media. El Renacimiento señala una época donde se pone en cuestionamiento el sustento de las construcciones simbólicas de la Edad Media. Se desembaraza de las creencias fundamentales sobre las que ha vivido el mundo medieval.

Por señalar un aspecto fundamental de la cuestión podemos indicar, que lo característico de la concepción medieval del mundo residía en su constante referencia al más allá, su interés dominante era la salvación del hombre, esa salvación llevaba como contraparte un cierto desprecio por el mundo terreno.

Era una concepción religiosa del mundo y de la vida, centrada o dirigida hacia la divinidad. Como la expresión filosófica totalizadora de la época podemos señalar la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, toda ella gira en torno a Dios. La obra de Santo Tomás mantuvo su influencia dentro de la filosofía católica hasta nuestros días.

El Renacimiento vuelve la mirada hacia este mundo, hacia la naturaleza. A partir de ese momento, tienen importancia las ciencias de la naturaleza, pensemos en la anatomía humana- Vesalio, 1543-

Se puede comparar también al arte medieval con el renacentista para que el contraste salte inmediatamente a los ojos, no sólo por los temas, sino fundamentalmente por la forma de ordenarlos.

Las obras de arte retoman la importancia del cuerpo humano, se lo exalta y se lo exhibe en toda su expresión. Recordemos las figuras humanas por ejemplo en la pintura medieval.

El Renacimiento es una concepción del mundo esencialmente profana.

El arte es una de las expresiones o representaciones de la época. El cambio acontece con otras manifestaciones de la vida, política, social, económica, moral.

Se pasa de una época que simplificando podemos llamarla de cosmovisión campesina, a otra que por influjo del comercio y el intercambio que este trae aparejado, de cosmovisión urbana.

El Renacimiento es la época de Copérnico y establece radicales diferencias respecto a la ciencia medieval, pero la verdad es que ciencia y filosofía van a estar estrechamente ligadas hasta fines del siglo XVIII, sólo cobran auténtico vigor y originalidad, al fundamentarse sobre bases esencialmente nuevas, con el S XVII se representa la madurez de la Edad Moderna – El siglo de Descartes y Bacon, de Spinoza y Hobbes, de Galileo, Kepler y Leibniz. El Renacimiento es casi estéril desde el punto de vista filosófico, el mismo carácter vital, arrebatado y febril de la época es propicio para la creación, pero parece que no para la reflexión.

Las viejas creencias reemplazadas, se pasa a un momento de exaltados intentos, tanteos y frustraciones en el campo del pensamiento. Se lo puede considerar como época de transición respecto a la que vendrá en el S XVII.

Renato Descartes (1596-1650)

Fue notable no sólo como filósofo sino también como hombre de ciencia, en relación con éstas podemos señalar, la Geometría Analítica, las leyes de refracción de la luz, su aproximación a la formulación a la Ley de inercia, etc.

Como filósofo, podemos caracterizar a su pensamiento de radical. La palabra “radical” indica raíces de algo, se orienta hacia los fundamentos últimos.

La filosofía cartesiana se ofrece ante todo como el más tenaz y sostenido esfuerzo, en cualquier dominio que se trate, por alcanzar el fundamento y la causa primera que sostenga todo el sistema.

Descarte vive en un mundo donde la pluralidad de ideas, las más agudas intuiciones y las más disparatadas teorías conviven, entre los filósofos no hay acuerdo, todo es dudoso.

Descarte no puede soportar lo dudoso, lo simplemente verosímil. Su actitud filosófica pone en crisis no sólo las teorías de sus contemporáneos sino también la de los siglos que lo precedieron.

No considera oportuno renovar el pensamiento de los antiguos, basándonos en verdades que se presentan tan dudosas como las de los escolásticos, sino empezar totalmente de nuevo, como si nadie hubiese hecho antes filosofía.

Ese empezar de nuevo, apoyado exclusivamente por la razón sin atender a ningún criterio de autoridad, es la actitud que fundamenta en el ámbito del pensamiento al hombre moderno, al hombre de la modernidad. Hegel dijo que Descartes es un héroe porque tomó las cosas por el principio.

La duda metódica no significa dudar simplemente, como un ejercicio más o menos cómodo o ingenio. Tampoco es la duda destructiva y estéril del escéptico sistemático, parálisis del pensamiento. Descartes, por el contrario, trata de hacer desde la duda un método, Convertir a la duda en el método.

No se conforma con conocimientos más o menos probables. Para evitar errores o incertidumbres en las cuales se ha caído, el radicalismo cartesiano, quiere alcanzar un saber absolutamente cierto, cuya verdad sea tan firme que se coloque más allá de toda duda, no solamente busca un conocimiento verdadero, todos lo buscan, sino que sea absolutamente cierto.

Descartes quiere estar absolutamente seguro de la verdad de sus conocimientos, y en plan de búsqueda radical, no puede aceptar lo dudoso, lo sospechoso de error, no siquiera puede admitir lo dubitable.

Para encontrar algo absolutamente seguro, hay que dudar de todo, para ver si dudando de todo y aun forzando la duda hasta sus mismos límites, queda algo que se resista a ella.

El método cartesiano consiste en emplear la duda para ver si hay algo capaz de resistirla, por más exagerada que parezca. La duda en primer término es duda metódica, es decir que se emplea como instrumento o camino para llegar a la verdad, y no para quedarse en ella. Es en segundo lugar universal, porque debe aplicarse a todo sin excepción, porque nada debe excluirse de ella y en tercer lugar la duda es hiperbólica, porque será llevada hasta su último extremo, forzada hasta su máxima exageración.

El número de opiniones o conocimientos es prácticamente infinito y naturalmente no terminaría nunca si quiera examinarlos todos uno por uno. Pero se logrará el mismo objetivo si la duda se dirige no a los conocimientos particulares, sino a los principios o fundamentos sobre los cuales estos conocimientos se apoyan. También la duda se dirige a las facultades de conocimiento por los cuales se adquieren los conocimientos.

Las facultades son los sentidos o la razón. La marcha del proceso de la duda queda señalada. Primero deberá hacerse la crítica del saber sensible, y luego la del saber racional.

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