El Poder De La Acción
Enviado por yiyo1712 • 1 de Marzo de 2013 • 1.905 Palabras (8 Páginas) • 337 Visitas
EL PODER DE LA ACCIÓN: LA ACTUALIDAD DE LA POLÍTICA SEGÚN HANNAH ARENDT
PABLO LA PARRA PÉREZ
UNIVERSITAT POMPEU FABRA
La condición humana
Hannah Arendt
Paidós
Barcelona, 2005
353 pp.
No es un hecho menor, ni inexplicable, que la evolución política, social y cultural de la contemporaneidad otorgue una vigencia renovada a determinados pensadores cuyas ideas siempre han resultado difíciles de encasillar en los grandes cánones establecidos. Hannah Arendt ocupa un lugar señalado en este ámbito. La filósofa elaboró unas categorías políticas cargadas de una personalidad indiscutible y una afilada inteligencia. Lo hizo, además, en plena Guerra Fría, en un contexto en que el dilema de los “dos campos” constreñía cualquier pronunciamiento ideológico (Valdivielso, 2008: 15).
Si bien el punto de vista de Arendt fue puntualmente acusado de contribuir a la propaganda antisoviética desde su exilio americano, sería de una simpleza imperdonable reducir la complejidad de su discurso al empleo que de él se haya podido hacer en otras instancias –un empleo, por otra parte, muy discutible.
Con todo, el tiempo ha demostrado que los frutos de las ideas de Arendt no pueden estar más alejados de una noción maniquea del poder. Al contrario, constituyen un muy necesario –e injustamente desatendido- balón de oxígeno para la pluralidad del discurso político. Es probable que la radiante pertinencia de su pensamiento a día de hoy, así como su heterodoxia y originalidad, sólo pueda ser comparada a la equivalente de su amigo Walter Benjamin, cuya afinidad intelectual, por otra parte, la pensadora nunca ocultó (Arendt, 1992).
Un lector atento de La condición humana constatará que muchos de los conceptos expuestos por su autora constituyen el punto de partida de algunas de las manifestaciones más sugerentes de la filosofía política contemporánea. Este carácter seminal del pensamiento de Arendt entraña una coherencia significativa consigo mismo. En su obra, la pensadora aboga por una filosofía del inicio, entendiendo quela base de todo pensamiento político radica en la potencialidad, inherente al ser humano desde su nacimiento, de comenzar actividades, de iniciar algo nuevo e inesperado (Arendt, 2005: 207). Esta afirmación, ante todo, muestra una autonomía intelectual significativa al enunciarse en un contexto filosófico que enfatiza la relación entre la condición humana y la mortalidad desde un punto de vista metafísico.
El concepto de vita activa en Arendt se subdivide en tres condiciones: labor, trabajo y acción. Si bien las dos primeras se refieren respectivamente a los procesos biológicos de supervivencia y a la fabricación de artefactos, ambas implicadas a su manera en la definición política, sólo la acción (relacionada con la pluralidad humana y la capacidad de establecer e intercambiar discursos singulares en la esfera pública) es tomada en Arendt como conditio per quam de la vida política. La precisión analítica de sus categorías no es un simple ejercicio de erudición –si bien la autora se esfuerza por rastrear la evolución, inversión y matices de estos términos desde la Antigüedad hasta nuestros días haciendo gala de un abrumador corpus de conocimiento filosófico e histórico. Arendt reintroduce, con fuerza, el concepto de republicanismo clásico, y lo hace cuestionando minuciosamente si sus principios centrales tienen cabida en nuestros días. No se trata, pues, de una actitud anticuaria sino de una respuesta activa a la incertidumbre de una contemporaneidad desgarrada en dos direcciones. De un lado, el trauma del totalitarismo. Del otro, una noción de progreso crecientemente deshumanizada en tanto que abandona la centralidad de la acción como eje de la esfera pública en beneficio de valores apolíticos extraídos de las esferas de la labor y el trabajo. Se ha señalado a menudo la decidida crítica de Marx que emprende la autora, particularmente cuando enfatiza el distanciamiento de su concepto de acción respecto a las nociones productivistas. Completando las advertencias que la propia Arendt aporta al respecto (Arendt, 2005: 107), merece la pena reflexionar en torno a la naturaleza de esta crítica, que muy probablemente atañe más a la ortodoxia marxista que a lo marxiano –así, no serían casuales sus desencuentros explícitos con Adorno (Ibáñez, 2008). Lo realmente significativo es que la crítica de Arendt contra Marx adopta un tono sereno, basado en el respeto intelectual y el profundo conocimiento de su figura, siendo comparable, por sus formas, a la elegante pero durísima revisión que hiciera Schumpeter de las tesis del autor de El Capital (Schumpeter, 1967).
Arendt estaba convencida de que el consenso en política debía fijarse en el objeto de reflexión pero no en los puntos de vista. Su perspectiva política es la koinonia, o asociación de lo diferente. Tal es así, que los reproches de Arendt contra Marx sólo pueden calificarse, pese a su severidad, de inmensamente constructivos para la renovación del discurso crítico. Con todo ello nos situamos en una categoría central del discurso de Arendt: la philia politike aristotélica, expresión de la pluralidad y el diálogo sereno entre perspectivas discrepantes. No es aventurado señalar que esta noción es plenamente asumida en la filosofía política de Philippe Van Parijs bajo la noción de “simpatía crítica” en tanto que apertura al intercambio y la comprensión sin renunciar a los propios principios (Van Parijs, 1993).
No debe sorprender, pues, que los ecos de Arendt, y particularmente los provenientes de La condición humana, enlacen con otros proyectos contemporáneos de renovación crítica. Destaca la tensión conceptual que la autora plantea entre el moderno de omnibus dubitandum est cartesiano y el thaumazein aristotélico (Arendt, 2005: 298 y 322). Podría verse en esta oposición la base del delicado giro que ciertos sectores de la filosofía y la sociología política contemporánea han emprendido en los últimos años. Dicho viraje cuestiona el modelo basado en la duda constante ante la veracidad de las cosas y que se correspondería con una labor crítica entendida como exégesis de intenciones ocultas. Este punto de vista
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