El hombre clasico

EL HOMBRE CLÁSICO

El hombre poco a poco empieza a orientarse en el mundo y el instinto que caracterizaba al hombre primitivo cede espacio al intelecto, que por medio de la suma de experiencias el panorama universal es más claro y el hombre se proclama medida de todas las cosas. Ya el mundo deja de ser algo ajeno y se convierte en una extensión del hombre y se comunican constantemente perdiendo así el dualismo planteado entre el hombre y el mundo, con esto se pierde la trascendencia de la religión y el arte. La visión de lo divino pierde el temor y la oscuridad que la acompañaba y se hace parte del mismo mundo, el hombre empieza a reflejarse en esta divinidad y se marca una unidad entre el hombre y el mundo.

Al haber asimilado el mundo, el hombre empieza proyectar su regularidad para empezar a sentirse seguro en el mundo. Se genera una buena relación entre la religión y la ciencia, el mundo de los dioses va de la mano con el conocimiento y queda atrás el misticismo de la divinidad. Las divinidades griegas surgen lentamente de las representaciones místicas que se tenían, siendo esto el resultado de un conocimiento sensible de la espiritualidad.

Para el hombre primitivo el arte tenía un papel espiritual que traducía la vitalidad del mundo en símbolos intuitivos de necesidad, tomando también así un carácter científico. Al dejar atrás el tormento e incertidumbre del universo, el arte queda liberado de la cualidad científica y mística y empieza a orientarse hacia lo real. El hombre clásico puede entrar al mundo sensible con tranquilidad y ya no depende del azar del mundo, sino que empieza a transformar estos fenómenos en algo que esté conforme con su propia imagen. La representación artística como dice el autor “se transforma, pues, en una como apoteosis de ese sentimiento vital elemental, que se ha hecho consciente”.

En este periodo de la historia el arte se convierte en un producto de lujo y empieza a despertar el sentido de belleza de lo viviente. la ornamentación que antes expresaba la necesidad ahora es la propia expresión de su sentimiento vital. El hombre clásico por fin logra cumplir en el arte y en la religión un equilibrio del alma.

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