El naturalismo centroamericano
Enviado por allisonaurora • 24 de Octubre de 2014 • Ensayo • 1.698 Palabras (7 Páginas) • 205 Visitas
MIII-U2- Actividad 2. El naturalismo centroamericano
1.- Por lo menos en dos ocasiones, lee detenidamente el cuento que salió de la pluma del costarricense Manuel González Zeledón, al cual tituló “El clis del sol”.
2. Responde las cuestiones propuestas, elije la respuesta más adecuada a la problemática planteada.
El Clis del Sol
a) No es cuento, es una historia que sale de mi pluma como ha ido brotando de los labios de ñor Cornelio Cacheda, que es un buen amigo de tantos como tengo por esos caminos de Dios. Me la refirió hará cinco meses y tanto me sorprendió la maravilla que juzgo una acción criminal el no comunicarla para que los sabios y los observadores estudien el caso con el detenimiento que se merece.
b) Podría tal vez entrar en un análisis serio del asunto, pero me reservo para cuando haya oído las opiniones de mis lectores. Va, pues, monda y lironda, la consabida maravilla.
c) Ñor Cornelio vino a verme y trajo consigo un par de niñas de dos años y medio de edad, nacidas de una sola “camada”, como él dice, llamadas María de los Dolores y María de Pilar, ambas rubias como una espiga, blancas y rosadas como durazno maduro y lindas como si fueran “imágenes”, según la expresión de ñor Cornelio. Contrastaban notablemente la belleza infantil de las gemelas con la sincera incorrección de los rasgos fisonómicos de ñor Cornelio, feo si hay, moreno subido y tosco hasta lo sucio de las uñas y lo relajado de los talones.
d) Naturalmente, se me ocurrió en el acto preguntarle por el progenitor feliz de aquel par de boquirrubias. El viejo se chilló de orgullo, retorció la jetaza de pejibaye rayado, se limpió las babas con el revés de la peluda mano y contesto:
e) -¡Pos yo soy el tata, mas que sea feo el decilo! ¡No se me parecen a yo, pero es que la mama no es tan pior, y pal gran poder de mi Dios no hay nada imposible!
f) -Pero dígame, ñor Cornelio, ¿su mujer es rubia, o alguno de los abuelos era asi como las chiquitas?
g) -No, ñor; en toda la familia no ha habido ninguna gata ni canelo; todos hemos sido acholaos.
h) -Y entonces, ¿cómo ese explica usted que las niñas hayan nacido con ese pelo y esos colores?
i) El viejo soltó una estrepitosa carcajada, se enjarró y me lanzó una mirada de soberano desdén.
j) -¿De qué se ríe, ñor Cornelio?
k) -¿Pos no había de rirme, don Magón, cuando veo que un probe inorante como yo, un campiruso pión, sabe más que un hombre como usté, que todos dicen que es tan sabido, tan leído y que hasta hace leyes onde el Presidente con los ministros?
-A ver, explíqueme eso.
-Hora verá lo que jue.
l) Ñor Cornelio sacó de las alforjas un buen pedazo de sobao, dio un trozo a cada chiquilla, arrimó un taburete en el que se dejó caer satisfecho de su próximo triunfo, se sonó estrepitosamente las narices, tapando cada una de las ventanas con el índice respectivo y soplando con violencia por la otra; restregó con la planta de la pataza derecha limpiando el piso, se enjugó con el revés de la chaqueta y principió su explicación en estos términos:
m) -“Usté sabe que hora en marzo hizo tres años que hubo un clis de sol, en que se escureció el sol en todo el medio; bueno, pues como unos veinte días antes, Lina, mi mujer, salió habelitada de esas chiquillas. Desde ese entonce, le cogió una desasosiego tan grande, aquello era cajeta; no había cómo atajarla, se salía de la casa de día y de noche siempre ispiando pal cielo; se iba al solar, a la quebrada, al charralillo del cerco, y siempre con aquel capricho y aquel mal que no había descanso ni más remedio que dejarla a gusto. Ella siempre había sido muy antojada en todos los partos. Vea, cuando nació el mayor, jue lo mesmo; con que una noche me dispertó tarde de la noche y mi hizo ir a buscarle cojoyos de cirgüelo macho. Pior era que juera a nacer la criatura con la boca abierta. Le truje los cojoyos; en después jueron otros antojos, pero nunca le llegué a ver tan desasosegada como con las chiquitas. Pos hora vería, como le iba diciendo, le cogió por ver pal cielo día y noche y el día de clis de sol, que estaba yo en el breñalillo del cerco dende bueno mañana.
n) “Pa no cansarlo con el cuento, así siguió hasta que nacieron la muchachitas estas. No lo niego que a yo se mi hizo cuesta arriba al velas tan canelas y tan gatas, pero dende entonces parece que hubieran traído la bendición de Dios. La mestra me las quiere y les cuese la ropa, el Político les da sus cincos, el Cura me las pide pa pararlas con naguas de puro linoses y antejuelas en el altar pal Corpus, y pa los días de la Semana Santa, las sacan en la procesión arrimadas al Nazareno y el Santo Sepulcro; pa la Nochebuena, las mudan con muy bonitos vestidos y las ponen en el portal junto a las Tres Divinas. Y todos los costos son de bolsa de los mantenedores y siempre las dan su medio escudo, gu bien su papel de peso, gu otra buena regalía. ¡Bendito sea mi Dios que las jue a sacar pa su servicio de un tata tan feo como yo! … Lina hasta que está culeca con sus chiquillas y dionde que aguanta que no se las alabancen. Ya ha tenido sus buenos pleitos con curtidas del vecinduario por las malvadas gatas”.
o) Interrumpí a ñor Cornelio, temeroso de que el panegírico no tuviera fin y lo hice volver al carril abandonado.
p) -Bien, ¿pero idiái?
q) -Idiái qué. ¿Pos no ve que jue por ver ispiao la mama el clis de sol por lo que son canelas? ¿Usted no sabía eso?
r) -No lo sabía, y me sorprende que usted lo hubiera adivinado sin tener ninguna instrucción.
s) -Pa qué engañalo, don Magón. Yo no jui el que adivinó el busiles. ¿Usté conoce a un mestro italiano que hizo la torre
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