El origen y los objetivos de aprendizaje de la ética
Enviado por vicfla13 • 4 de Noviembre de 2013 • Tutorial • 2.633 Palabras (11 Páginas) • 349 Visitas
LA ÉTICA, UNA DISCIPLINA FILOSÓFICA.
Ética.
La ética es una ciencia que tiene por objeto de estudio a la moral y la conducta humanas. Nosotros sabemos qué cosa es buena, qué otra cosa es mala, si alguien es respetable o corrupto, leal o indigno, gracias a precisamente la ética, que es la que propone la valoración moral de las personas, acciones o situaciones y por lo tanto será esta misma la que guiará nuestro comportamiento y la que aparezca en momentos que sea necesario obtener una guía de cómo se debe actuar en determinadas oportunidades.
El origen y el estudio de la ética se remontan a la época de oro de la Grecia con sus grandes pensadores. Por ejemplo, en esa época Platón escribió su conocidísimo tratado sobre política denominado La República y Aristóteles también haizo lo suyo con respecto a esta y da origen al primer tratado de ética bautizado Ética a Nicómaco y que proponía que todo ser humano está orientado a encontrar la felicidad o ética eudemónica.
En tanto, el concepto fue ampliamente tratado posteriormente por otros filósofos que proponían una visión absolutamente distinta a la de la antigüedad, tal es el caso de Immanuel Kant, por ejemplo y que sostenía que la moral solo podía estar regida por la razón.
Por otro lado, la ética, se subdivide en varias ramas, como ser la bioética, la ética Hacker, revolucionaria, Kantiana, empírica, entre otras, sin embargo, nos ocuparemos de una de las más conocidas y de la de más corriente aplicación en el mundo profesional, como es la deontología profesional, que forma parte de la ética normativa y es la rama de la ética que se ocupa del estudio de las normas morales y los fundamentos del deber que tendrán que seguir y observar los profesionales de cada ámbito: jurídico, médico, periodístico y que lo lograrán a través de la observación de los postulados sostenidos en los códigos deontológicos, los cuales regulan y reglamentan la profesión y por supuesto marcarán también cuando se este ante un comportamiento no ético de parte de alguno de estos profesionales.
Es que precisamente en profesiones como las de los médicos, los abogados o los periodistas, además de la pertinente formación académica que se necesita para desarrollarlas, es de vital importancia que estos también se ilustren en cuanto a los comportamientos que se alejan de la ética, porque a veces, algo tan preciado como es la vida, en el caso de la medicina y encargada de preservarla a esta es necesario que ya desde la universidad se machaque en este sentido, para evitar futuros dolores de cabeza o pérdidas más drásticas.
Desde Definicion ABC: http://www.definicionabc.com/general/etica.php#ixzz2i2pxKUYY
Derechos del hombre.
El conflicto entre los derechos del hombre y los derechos del ciudadano puede considerarse como una modulación del conflicto general entre ética y moral [464-472, 479]; pues mientras que el concepto «hombre», en el contexto de la Declaración Universal de 1948, está entendido en formato distributivo hombre es, primariamente, el individuo humano, es decir, el hombre entendido como especie individuante, ciudadano habrá de interpretarse en formato atributivo, si no queremos hacer de los derechos del ciudadano una mera redundancia de los derechos del hombre.
Que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, eminentemente ética, no cubre las exigencias morales vinculadas a los Pueblos es un hecho que fue reconocido solemnemente, casi treinta años después, por las delegaciones de varias organizaciones internacionales reunidas en Argel el 4 de julio de 1976 para proclamar la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos.
Desde el punto de vista de los principios conceptuales: la Declaración de 1948 toma como sujeto de derechos a las personas individuales; la Declaración de 1976, en cambio, toma como sujeto de derechos a las personas colectivas: «Todo pueblo tiene derecho a existir», «Todo pueblo tiene derecho al respeto de su identidad nacional y cultural», &c. Mientras que los derechos humanos se refieren a sujetos individuales, que sólo pueden configurarse como tales en toda su universalidad cuando han sido «borradas» (abstraídas) de los mapas todas las líneas fronterizas que separan a los hombres por razas, etnias, lenguas, religiones, culturas, &c., los derechos de los pueblos requieren poner en primer plano esas líneas fronterizas que dividen a los humanos (digamos: a los cinco mil millones de individuos) en círculos bien diferenciados según religiones, etnias, culturas, &c., constitutivas de los Pueblos (el artículo 8 de la Declaración de Argel dice, por ejemplo: «Todo pueblo tiene un derecho exclusivo sobre sus riquezas y recursos naturales.
Tiene derecho a recuperarlos si ha sido expoliado...»: este derecho de los Pueblos parece incompatible, por lo menos, con el ideal de un comunismo universal). Desde el punto de vista de la aplicación de los principios, por parte, por ejemplo, de las «organizaciones no gubernamentales» consagradas a la defensa y promoción de los derechos humanos promulgados en 1948, los conflictos son inevitables, y se derivan precisamente de la necesidad de «borrar» (o poner entre paréntesis), como si ellos no existieran, o no fueran relevantes o pertinentes, los círculos culturales o los Pueblos en los cuales los individuos están insertos de hecho como condiciones de su misma existencia, a fin de atender a las necesidades derivadas de la aplicación de los derechos humanos fundamentales.
De este modo, cuando una organización no gubernamental denuncia el miserable nivel de ayuda que los Estados desarrollados proporcionan a los pueblos menos desarrollados (acaso por debajo del 0,7% de su pnb); o cuando acusa de egoísmo cruel e inhumano a los gobiernos que se guían por políticas de «impermeabilización de fronteras» entra en conflicto frontal con el derecho de los Pueblos (en este caso, de los pueblos desarrollados) a defender su identidad, su salud, incluso sus riquezas (a las que hace alusión el artículo 8 antes citado) o su estado de bienestar. Aunque sea inhumano (no ético), desde la perspectiva de la Declaración de 1948 el restringir el porcentaje del presupuesto destinado a la ayuda exterior, o proteger sus fronteras, es humano (moral) desde el punto de vista de la Declaración de 1976 el proceder de forma que la propia «identidad nacional» quede salvaguardada: en esto consiste su «egoísmo».
Por eso se desvanece la fuerza de las acusaciones de egoísmo cuando se dirigen contra los Estados (se dice que cuando los Estados desarrollados ayudan a los pueblos menos desarrollados lo hacen en su propio interés, como si pudieran hacerlo por otros motivos). Un Estado desarrollado
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