Ensayo filosófico sobre la emancipación educativa.
Enviado por gbau1988 • 23 de Octubre de 2016 • Ensayo • 1.609 Palabras (7 Páginas) • 274 Visitas
Introducción:
La educación como instrumento de legitimación democrática del Estado emancipador surgido en la Modernidad, asumiendo el deber de educar al ciudadano. En este marco el individuo, presentado por los pensadores de la ilustración, aparece referenciado como sujeto político, “como ciudadano que tiene derecho a emanciparse del poder y a participar en él”[1] Se le asigna a la educación un importante papel político como “ mecanismo de emancipación ... en cuanto (a que) a través de la educación se podía instaurar la igualdadad” La instrucción se transformaba de esta manera en “ uno de los medios para lograr la igualdad social”[2]
En este sentido me gustaria indagar sobre mi práctica docente. Como educadora de jovenes en edad adolescente me encuentro a diario en el desafío de generar prácticas significativos para mis estudiantes, prácticas que - con un sentido emancipador - los ayuden a desepeñarse como sujetos libres, autónomos, críticos de su realidad, transformadores de su entorno, protagonistas, en un contexto atravesado por transformaciones culturales, de exclusión social, inequidad educativa, violencia y profundas desigualdades económicas. Lo que a simple viste parece ser una tarea sencilla, se torna, por el contario, un desafío a veces imposible de lograr, una utopia para soñadores. Esto lleva a una instancia de interpelación constante para quienes somos profesionales de la educación con respecto a si es posible llevar adelante dicha tarea en las aulas y si el sistema educativo, como agente garante de derechos, es un instrumento igualador. Es por ello que me pregunto a diario ¿Es posible generar prácticas que apunten hacia estos objetivos “emancipadores” e igualadores en un contexto en donde siguen estando vigentes metodologías que acuerdan con el disciplinamiento, que le dan supremasía a las prácticas academicistas por sobre el saber construido por el pueblo? ¿Es posible caminar con estos sentidos en un sistema educativo en donde perviven miradas que conciven a los educandos son tabula rasa? ¿ Es posible generar espacios de respeto a la diversidad en un contexto teñido por discursos racistas, xenófagos, homofóbicos y de desigualdad de género? ¿Es posible que nuestos estudiantes tengan las mismas posibilidades de tener un futuro mejor, finalizar sus estudios y acceder a una mejor calidad de vida en un contexto en el cual solo se valora las resultados y no el proceso y las trayectorias escolares de los individuos? Y lo más problematico aún ¿Es posible una práctica transformadora/emancipadora en un contexto a travesado por discursos, que cosifican a los sujetos , que los desmovilizan, colonizando su subjetividad y sus pensamientos? ¿ Un sistema que trata de hacer de los individuos consumidores vacios, sin ideas, sin sueños, carentes de todo lo escencial y humano: la solidaridad, compasión y la comprensión? Ante todo esto ¿Es las escuelas una institución emancipadora ? ¿Es posible ser un maestro emancipador en este contexto?
Considero que una practica transformadora es posible...
Desarrollo
En las siguientes lineas me propongo revisar de manera sucinta la práctica desde el andar cotidiano, con el fín de tomar distancia, y delucidar aquello que aparece como natural y aparente, ( producto de los hombres y por tanto se encuentra cargado de sentido, de intencionalidad, e intereses) con el fin de decontruir miradas, desandar caminos y abrir posibilidad a prácticas emancipatorias, que acompañen la conformación de una sociedad más justa e igualitaria.
La realidad aparece referenciada en las aulas como algo detenido, estático, dividido, ajeno a la experiencia cotidiana de los sujetos. En ella, el educador aparece como un agente indiscutible, que viene a iluminar con su conocimiento y explicación, llenando a sus alumnos con “esos saberes” necesarios para la vida, necesarios para ser ese futuro ciudadano que la sociedad espera. El educando, de manera conciente o inconciente por parte de su maestro y la sociedad toda, es visualizado como un ser incompleto, carente de toda experiencia y madurez, incapáz de tomar sus propias desiciones, heterónomo: necesitando constantemente de la mirada vigilante del adulto, de la palabra sabia de un maestro que lo guíe, que lo transforme en justo, en moral, en competente y en poseedor de conocimiento. El discurso pedagogico tradicional se hace presente en cada momento, aún cuando muchos de nosostros introduzcamos propuestas “innovadores” que apuntan a formar ciudadanos críticos, reflexivos y libres. De este modo, la educación se convierte, en términos lo que Paulo Freire denomina “Educación Bancaria” en el cual los educandos son los depositarios y el educador quien deposita. Allí podrán haber intencionalidades más o menos transformadoras, pero todas son bancarias porque parten justamente de una relación asimétrica entre el educador y el educando y por tanto son funcionales a un orden, a una jerarquía que no es más que el reflejo de la estructura social que nos rige. Considero que desde los inicios de mi profesión he caminado en pos de esta utopia de la modernidad donde la escuela aparece como el instrumento igualador, homogeinizador y liberador por excelencia. Per sin darnos cuenta no hemos sido mas que funcionales a un sistema enciclopedista que lejos de igualar reproduce las diferencias. Aplicando, de manera ingenua, estrategias de aprendizaje que hacen de los hombre sujetos pasivos, ajenos de su propia posibilidad pensar y transformar el mundo. Si analizamos las practicas cotidianas de la escuela nos encontraremos que muy pocas veces se les da voz a los alumnos, se generan nexos con la realidad, se generar practicas donde los jovenes sean protagonistas para crear, producir, opinar, sentir, esto no es casualidad.
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