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Ethos Y Etica


Enviado por   •  12 de Marzo de 2015  •  1.435 Palabras (6 Páginas)  •  459 Visitas

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EL ETHOS Y LA ÉTICA

El ethos es la raíz o la fuente de la vida de

donde brotan todos los actos humanos.

ZENÓN EL ESTOICO

SENTIDOS DEL ETHOS

Ethos es una de esas palabras originarias que tienen la virtud (y la dificultad) de su multivocidad y de poseer sentidos arcaicos que parecen no tener relación con los actuales. Todo lo cual intensifica la necesidad de interpretar sus significados, de sacar a la luz dichos sentidos y a la vez, desde la experiencia presente, proyectar nuevas luces sobre ellos. Ethos es, en consecuencia, una de esas palabras con las que hoy se puede dialogar, y que hoy «nos dicen» más de lo que quizá pudieron haber dicho en otras épocas, en las cuales había menor sensibilidad hacia visiones sintéticas e integrales de los hechos humanos --o que tenían menor necesidad de ellas--. Es en todo caso un término que, asumido precisamente en su polisemia y en sus significados originarios, puede darnos luz sobre lo que hoy podemos pensar sobre el ethos.

Así, al mismo tiempo que buscamos hacer memoria de sus arcaicos sentidos, proponemos en lo que sigue una lectura de éstos, la cual, a nuestro juicio, abre importantes caminos para la comprensión actual del mundo ético:

1. Como es sabido --al menos en el ámbito filosófico--, el significado original, el más arcaico, de ethos es el de «la guarida» o el refugio de los animales; el lugar que acostumbran habitar. Significado que posteriormente comenzó a referirse también a los hombres: como morada, como «habitación» humana. El ethos remite el «habitar» --como lo destacara Heidegger y se verá más adelante--.

El ethos -habitar, sin embargo, queda prácticamente olvidado, o al menos implícito, en «ética» (la palabra a la que da origen), y sólo en nuestro tiempo se ha comenzado a recuperar, lo que hace posible también una más rica y profunda comprensión de la ética misma. Pues desde la perspectiva de ésta resulta en efecto iluminador recobrar este originario sentido del ethos como «morada» humana, refugio, casa --no ya evidentemente como lugar físico sino como «espacio» anímico, interior--. Ámbito «moral» que también, en el orden psíquico, metafóricamente, protege de la «intemperie» , proporcionando estabilidad y seguridad en el andar errante de la vida. «El lugar que el hombre porta en sí mismo» --como lo expresa Aranguren--. «Lugar» que, en esencia, remite a la interioridad, al reino del sentido, a esa dimensión de profundidad que el ser humano introduce en el mundo.

Y la interioridad remite a su vez a la originaria experiencia ética ya formulada en el délfico «conócete a ti mismo». «Yo me he investigado (buscado) a mí mismo» {Heráclito, B101}. «Todos los hombres participan del conocerse a sí mismos y de ser sabios» {Heráclito, B116}. Y en esta búsqueda interior, el efesio percibe también que «los límites del alma no lograrás alcanzarlos nunca; tan hondo así es su logos» {Heráclito, B45}.

2. Ethos (con etha) se vincula intrínsecamente --según vio Aristóteles-- con (con épilson), que significa también como se sabe: hábito, costumbre (el mos, moris latino). Y «hábito», bien comprendido, remite a la acción reiterada, a la continuidad de los actos como forma de persistencia vital. No el acto aislado sino la acción (no la golondrina solitaria que no hace verano, como nos recordara Aristóteles). Convergen, en este sentido ethos y areté (virtud). El ethos-hábito implica, en efecto, repetición, costumbre, reiteración, perseverancia, fidelidad a sí mismo; todo lo cual, justamente por su sentido ético, se opone necesariamente a la mera «costumbre» anquilosada, convertida en práctica inerte, contraria a la ética como tal. El ethos-hábito estaría proporcionando, cabe decir, la estabilidad «espacial» del ethos-morada (del espacio interno). Ambos sentidos reunidos nos hablarían, así, del ethos como algo que otorga seguridad (espacio-temporal) a la vida humana, que es clave de consistencia vital. El ethos, ese ámbito moral interior, protegería además del azar o la Fortuna, del «filo cortante de la tyché», como lo expresa la Antígona y recuerda Martha C. Nussbaum.

3. El ethos es «carácter» (xaractér): marca distintiva que se graba en el propio ser dándole identidad. Y más radicalmente

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