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Etica a nicomaquea.


Enviado por   •  15 de Junio de 2016  •  Tarea  •  2.208 Palabras (9 Páginas)  •  145 Visitas

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Siguiendo el análisis Aristotélico, la ética nace de la necesidad de deliberar, optar y comparar distintos modos de vida. Individualmente todo el tiempo estamos razonando, deliberando de una o muchas cosas y circunstancias que surgen en un nuestra vida adoptando una cierta conducta propia frente a problemas que se nos presentan o etapas y contextos que varían alrededor nuestro. Definiendo como acciones propias aquellas que hacemos voluntariamente. Sin embargo hay muchas que realizamos involuntariamente que tienen una parte mixta, por el concepto de circunstancia, es decir que cuando se realizan son preferibles y el fin de la acción depende de la ocasión, por lo tanto puede ser voluntaria en relación al momento en que se actúa. Todo este conjunto de acciones, decisiones, hechos que no dependen de uno (tal como la fortuna o un infortunio) conforman las variables de la vida. Siendo así la voluntad aquella facultad que nos lleva a desear, a elegir entre una manera de actuar u otra con el propósito de llegar a un fin. Por ejemplo cuando un adolescente informa a su familia “quiero estudiar en la universidad” está haciendo referencia a su voluntad de ese momento y tratando de que los padres le pregunten sobre más detalles, lo aconsejen, lo ayuden, es decir que busca mediante esa acción lograr algo de la persona a quien se lo dice; en este caso sus padres. La voluntad, por lo tanto, podría describirse como un querer, un deseo de obtener algo en lo cual tendríamos que hacer una reflexión practica a cerca de los medios o herramientas que necesitaríamos para concluir con nuestro fin que es la acción misma. Teniendo claro entonces lo que plantea Aristóteles sobre el concepto de la voluntad ética, esta se refiere que para poder elegir previamente algo necesitamos deliberar de cómo vamos actuar y preferimos cierta manera para llevar a cabo nuestra elección realizando un acto voluntario. Siendo el querer voluntario un fin, que no siempre es bueno, por lo tanto lo que difiere es el sujeto. Esta perspectiva Aristotélica nos acompaña hasta nuestros días, por ejemplo en el área judicial, un juez delibera el futuro de una persona imputada, evaluando si la acción fue voluntaria o involuntaria. En la parte de moral igualmente si se acepta como voluntaria la acción. Es decir, por ejemplo, la persona que está imputada no es culpable por realizar un acto no debido, sino que al realizar el acto fuera de la ley es culpable según la jurisprudencia vigente. No es culpable porque robó algo ajeno, sino porque el acto de robar te hace culpable. Además de la responsabilidad que debe asumir esa persona, ósea el castigo político, también hoy en día se recibe una condena social al probar la mala intención voluntaria en la acción. Tal es el caso de aquellas acciones en las que teniendo el suficiente conocimiento somos capaces de elegir, conforme a nuestro querer, dependiendo qué camino debemos seguir. La ética existe para poder velar en ese vacío que hay entre nuestra libertad de hacer lo que queremos porque si, por que lo sentimos, etc.; el límite ya está establecido por un conjunto de leyes. Es decir, como una especie de religión sin serlo, ya que sería universal a toda creencia divina, la cual nos presenta una opción más en el momento que elegimos realizar una acción. Como una parte más a tener en cuenta en el momento que decidimos por ejemplo hacer algo que no está prohibido por la ley pero tampoco es moralmente ético hacerlo. Por ejemplo estamos llegando tarde a una entrevista personal muy importante y cruzando la calle vemos una señora ciega que esta por cruzar la calle, y le puede pasar algo si no se la ayuda, en la ley no está impuesto ayudarla. Ahí, una es la opción que quiero elegir y otra la que debo hacer, en este caso pueden ser ambas, pero siempre la que elegimos es conforme a nuestra voluntad. Por lo que siempre la sociedad nos condiciona la calidad ética de nuestras acciones, haciendo referencia al ejemplo anterior, uno evaluaría si ayudar a la señora ciega, es un acto voluntario y noble que Aristóteles considera virtuoso, si el que lo realiza siente placer al haber renunciado a su entrevista por haber realizado lo que era debido. Si la persona toma ventaja e intenta recuperar su entrevista justificándose con lo sucedido, no sería virtuosa al aprovecharse de la acción que hizo, cuando ya había estado tarde para la reunión. Para Aristóteles la voluntad no se compone simplemente del deseo inmediato sino que aparece vinculada a la reflexión y a la deliberación, si decido ayudarla, será porque no quiero que le pase algo malo que podría llegar a ser. Así, en ocasiones deseamos opciones contradictorias y estamos obligados a preferir si intentar llegar antes a la entrevista con una justificación sin valor de que no le pasaría nada o evitarlo de cualquier manera. Por lo tanto, siempre que se elige realizar un acto con voluntad propia estaremos obrando conforme a nuestro querer. El querer no es, entonces, un simple apetito alimentado de un deseo irracional sino que a través de la reflexión y la deliberación nos permitirá escuchar distintas razones que orienten nuestra voluntad en una u otra dirección. Concluyendo con esto que la sociedad constantemente está queriendo condicionar la calidad de la ética en las acciones de cada uno de nosotros pero siempre que hagamos algo voluntariamente estaremos obrando con respecto a nuestro querer. Asumiendo que siempre haremos aquello que queremos hacer, el ideal aristotélico o el ideal ético social consistiría en poder educar nuestra voluntad hasta ser capaces de preferir las mejores opciones para nuestra vida. 2. A lo largo de la vida nos vemos forjados a una forma de ser, un carácter, a través de nuestras acciones, en relación con la parte electiva de nuestra naturaleza. Para determinar cuáles son las virtudes propias de ellas, Aristóteles analiza la acción humana, determinando que hay tres aspectos que interviene en ella: el querer, la deliberación y la decisión; como ya dijimos antes, queremos algo, deliberamos sobre la mejor manera de conseguirlo y tomamos una decisión a cerca de la acción que debemos emprender para alcanzar el fin propuesto. Si la decisión ha sido correcta, se repite en futuras ocasiones, lo que genera un hábito de comportarse adecuadamente según la ética. La virtud moral es por tanto, un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría un hombre prudente. Esto quiere decir que cuando uno adquiere un habito es mediante un proceso racional, donde interactúan varios factores, afectos y por tanto la moral ética. Afirmando lógicamente que “El solo hablar de medicina no cura, por si, las enfermedades”, es decir, que hablar o leer sobre lo que se podría hacer mediante los procesos para curar la enfermedad no es suficiente, ¿no sería loco creer que no se curaría en realidad?. El mismo hábito de situaciones similares nos haría referencia que cuando se habla, se dice u opina no podría considerarse una acción específica de curar, por lo que estamos diciendo como se podría llegar a curar la enfermedad pero solo lo decimos no lo hacemos. Toda virtud nace y se destruye a partir de los actos. Es decir que hablar de la medicina (sin realizarlo) no nos hace hacerlo. Adquirimos virtudes éticas practicándolas. Como dice Aristóteles con cierta circularidad “somos justos realizando actos justos”. No somos nada hasta que lo actuamos, luego de realizar el acto nos podemos considerar el atributo al acto. Por lo tanto curando las enfermedades del cuerpo no da la habilitación de poder hablar de medicina y de cómo hacerlo. En las virtudes dianoeticas (intelectuales), Aristóteles inicia analizando la función de la parte racional, en lo que respecta a las funciones contemplativas o teóricas, propias del conocimiento científico, la virtud corresponde a la sabiduría, la cual determina lo verdadero y lo falso, del bien y del mal. El hábito de captar la verdad a través de la demostración, la sabiduría, representa el nivel más elevado de la virtud al que puede aspirar el hombre. Concluyendo el saber teórico no sirve para nada anterior sino se actúa, no es un medio para ningún otro fin (no es un medio para curar la enfermedad, que curarla sería el fin), sino que es un fin en sí mismo que tiene su placer propio (El de hablar de medicina indicando como se debería curar). Ósea que desde este punto de vista al hablar de medicina se hace por el placer mismo del saber y de comunicar. Puede ser posible que para algunas enfermedades se puedan curar entendiendo el problema de la enfermedad, y que el mismo enfermo se pueda curar ya sea por poder hacer algo por sí mismo para curarse, o que alguien más le haga, transmitiendo lo que sabe el mismo enfermos sobre su enfermedad. 3.b. La película, Fuerza Mayor nos muestra un increíble contexto con un lindo paisaje nevado, que será el escenario de los acontecimientos que desencadenaron un brusco giro en la estructura de una familia que parecía ser perfecta. Un matrimonio con dos hijos, un niño y una niña, pasan unos días de vacaciones esquiando en un lujoso Resort en los Alpes franceses. Todos formaban parte de una familia ideal, con sus roles definidos. El segundo día del viaje, mientras los protagonistas comen en un restaurant en la cima de la montaña, ven una avalancha aproximarse hacia ellos. El padre, Tomas, sale huyendo sin ayudar a su esposa, Ebba, para resguardar a sus hijos. El peligro concluye, todos se encuentran bien, no obstante, algo se había modificado dentro la situación que sufren los personajes. Esta avalancha de nieve, desata otra más violenta en su interior. El personaje de la madre, Ebba, desde la mirada de Aristóteles diría que frente a un imprevisto de la vida, en un momento en el cual no hay tiempo para pensar que hacer, uno hace lo que por naturaleza le sale. Ella se preocupo por velar la vida de sus hijos, sin importar la propia. Es decir un acto voluntario, en el cual prefiere intentar salvar la vida de sus hijos, sus seres más queridos, haciendo lo que tenía que hacer, con sentimiento que era lo correcto, pensando en algo más que ella misma, en el cual integra un nosotros( su familia, los más indefensos), tan importante como ella misma. Poniendo en práctica la virtud irracional, la “animalidad” (el animal noble dentro de uno). Definiendo así la valentía de una madre frente a una situación imprevista, con el pulso correcto en querer agarrar a sus hijos en el momento justo de la avalancha. Esta acción sería propia del valiente Virtuoso. Luego aturdida por lo ocurrido y ver que su marido huyo, no puede pensar con tantas emociones, y al ver que su marido continua con el almuerzo, actúa como si no hubiera pasado nada. En su interior se desata una lucha interna de pensamientos que frente a lo ocurrido su esposo se aleja de lo que representaba para ella, y que su accionar corrompía un valor esencial en toda familia, que era proteger la vida de sus hijos. Llena de decepción y frustración de Tomas, alude a que el vea y recapacite frente a lo que no hizo. Por otro lado, la misma situación el padre quien se suponía que debía ser el Valiente, el héroe por representar jerárquicamente, moralmente y socialmente la persona más indicada e interesada por la seguridad de su familia. El mismo no tan solo no lo hace, si no que corre por su propia vida. Sin embargo, su esposa le prueba que él era consciente, es decir no huyo por el hecho de huir en estado de pánico sin nada sino que se llevo su par de guantes y su celular, para luego escapar. Alguien en ese estado supuestamente no logra tratar de resguardar primero algo material, sin importar que sus hijos le gritaran y suplicaran ayuda. Claro que algo que excede las fuerzas humanas, como una avalancha es digna de temerse, pero esto concordaría en cómo debían actuar los niños, no para el padre que actuó con exceso de temor, que fue propenso a la desesperación y a huir de la situación convirtiéndose en un cobarde. Agravando la situación, no reconoce su falta de valentía y hasta el punto de poner en tela de juicio su hombría y el amor por sus hijos frente al egoísmo de salvarse el primero con sus bienes materiales. Esto genera una tensión dramática de los vínculos familiares, colocando a Tomas, fuera de sí, no ha sido el héroe que su familia esperaba, pierde el poder que le concede el papel de padre, y la frustración lo persigue, por lo que es él quien debe perdonarse a sí mismo en primer lugar. Aun cuando sus hijos lo perdonaron y su mujer también, mas aun por mantener la paz y la unión familiar. Esto se refleja en Aristóteles como su examen de la Valentía en vistas a una medianía entre el temor, la cobardía y la osadía. Siendo Ebba un claro ejemplo de una valentía en su punto medio de acuerdo con el nosotros de su familia y contexto de la situación.

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