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Evolución Del Hombre


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  682 Palabras (3 Páginas)  •  266 Visitas

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El verdadero amor.

Es difícil en estos momentos de convulsión e incertidumbre mantener un equilibrio interior que nos permita una visión clara, ecuánime y desapasionada de las cosas, de la vida y de sí mismo. Por eso, todo nuestro esfuerzo debe estar dirigido a centrarse en sí, tener una visión clara de sí mismo, tomar conciencia interior. Hay que explorar el interior del alma y controlarse continua, inflexiblemente, para adquirir una conciencia profunda y sentir el mensaje de la Renuncia.

El hombre llama amor a un sentimiento fugaz que se desvanece rápidamente con el tiempo y los cambios; con la misma palabra designa al instinto, a la pasión, al compañerismo y la amistad; no tiene otra para nombrar al mismo tiempo su anhelo de libertad y plenitud interior, espiritual. Todo se hace una misma cosa, todo se confunde, la ilusión envuelve siempre a los sentimientos contradictorios y nunca se halla al final del amor lo que se soñaba alcanzar.

El ser ha de tomar conciencia de su propia fuerza interior, concentrarla en sí y volcarla en un puro y simple acto de amor de ofrenda, de entrega, de Renuncia, a la Divinidad.

El alma debe morir en su entrega continua de amor, para que su amor humano sea todo consumido y transformado en la llama purísima del Eterno y Divino amor.

Sólo la Renuncia hace del amor natural un amor sobrenatural. No es en la búsqueda de la propia satisfacción y felicidad donde se halla la paz, sino en el amor que se da, sin esperar nada, sin ansiar nada, donde el pequeño corazón del hombre se transforma en el Celeste Corazón de la Divinidad.

Si en el amor se pudiera hacer diferenciaciones, se podría decir que hay dos amores: el primero, con todas sus gamas, del cual se puede hablar y explicar; el segundo, que se vive en el silencio, en el misterioso interior del alma.

El primero no es sólo el amor humano, sino también el amor humano que tiende a hacerse divino: toda esa aspiración ferviente del intelecto y del corazón que busca elevarse, purificarse, sublimarse y que se siente a veces como impulsos casi irresistibles, llenos de plenitud, de ansia de entrega, de ofrenda.

Siempre se caracterizan por la intensidad de la vivencia que despiertan; son grandes movimientos emotivos y sensibles,que rico es amar en la tierra. Esto puede ocurrir a veces durante el ejercicio de la meditación o en cualquier momento, al hablar con un alma allegada, frente a un bello cuadro, ante la frase de un libro.

Pero existe otro amor que no tiene tantos signos sensibles; es más bien un estado de amor que no se sabría explicar en que consiste, pero que lleva cada vez más hacia adentro, hacia el silencio del corazón.

Es algo que no se quisiera tocar, sino dejarlo allí, en el tabernáculo secreto del alma; no arrastra como una llamarada ardiente, pero tampoco se apaga; siempre está allí como una seguridad infusa similar a la del niño que,

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