FILOSOFO GUSTAV THEODOR
Enviado por TARIVEN • 13 de Octubre de 2013 • 2.650 Palabras (11 Páginas) • 301 Visitas
GUSTAV THEODOR FECHNER
(GrossSärchen, 1801-Leipzig, 1887) Filósofo alemán. Médico de formación, fue profesor de física (1834-1840) y de filosofía (desde 1846) en Leipzig. Concebía a Dios en el mundo como el alma en el cuerpo y que las almas individuales son partes del alma divina; también defendía la correlación entre lo físico y lo psíquico (ley de Weber-Fechner, según la cual «la intensidad de la sensación es igual a la intensidad del logaritmo del estímulo»). Sus principales obras son Zend-Avesta o sobre las cosas del cielo y del más allá (1851) y Elementos de psicofísica (1860).
Hijo de un pastor protestante, se trasladó en 1817 a Leipzig para estudiar medicina; allí permaneció ya toda su vida. Una vez doctorado en tal materia, se dedicó, a pesar de las dificultades económicas, a los estudios de física, y en 1834 llegó a profesor titular de esta disciplina en la Universidad de Leipzig. Sin embargo, sólo ocupó la cátedra durante seis años, debido a que una grave dolencia nerviosa, que le atacó sobre todo a los ojos debido a los esfuerzos realizados en el estudio de los fenómenos luminosos, le llevó al borde de la ceguera y le obligó a solicitar el retiro en 1840.
Tres años después sanó inesperadamente, y en 1846 volvía a la enseñanza, aunque como profesor de filosofía: los temas filosóficos, secundarios o marginales en la primera etapa de su actividad, le absorbieron por completo durante los años de la dolencia, con lo cual empezó para Fechner la fase de la especulación filosófico-metafísica. Su concepción panteísta y panpsiquista le indujo a admitir la existencia de alma incluso en los organismos inferiores, a considerar animada toda la tierra, como lo es el cuerpo del hombre, y, al mismo tiempo, a negar el criterio monadista de las almas separadas; juzgaba todas las formas individuales como grados relativos de animación en el ámbito del espíritu superior y omnicomprensivo que es Dios.
Ello suponía una concepción poético-filosófica destinada a combatir el materialismo, pero conciliando las exigencias de las ciencias de la naturaleza con las de una metafísica espiritualista. Sin embargo, lo que mayor celebridad confirió a Fechner fue la creación, posteriormente, de la psicología experimental (psicofísica): mediante el estudio de los vínculos existentes entre las series de procesos físicos y psíquicos, llegó a establecer una relación matemática entre la sensación y el estímulo, la ley de Fechner-Weber, por él denominada de Weber en honor del fisiólogo que había sido su maestro.
Estudió asimismo, siempre como psicólogo, los hechos estéticos, con un criterio sensualista y hedonista. Fue amigo de Lotze, quien, más joven que él, buscaba por otros caminos la conciliación entre mecanismo e idealismo. Lleno de curiosidad por todos los aspectos de la experiencia (al final se ocupó incluso del espiritismo y de la metapsíquica), Fechner fue una figura ejemplar de maestro, noble, activo y sediento de verdad.
Obras de Gustav Theodor Fechner
Su temprana obra El librito de la vida después de la muerte (1836), animada por un soplo poético y religioso, sigue siendo una destacada expresión del misticismo alemán, tal y como se fue formulando después del Romanticismo. En ella Fechner examina el destino del alma humana, en sus pasos sucesivos a los grados superiores de la existencia. La muerte, liberando al hombre de su cuerpo, al igual que su nacimiento le había liberado de las tinieblas del vientre materno, eleva al individuo hacia unas formas más altas de vida, en las que, puro espíritu entre espíritus puros, podrá, sin por ello pasar a otro mundo, compenetrarse con las cosas bellas terrenales, de las que su cuerpo le tenía alejado, al igual que le impedía una comunión verdaderamente íntima con los espíritus a los que quería. El autor adopta la idea cristiana de la vida como una prueba; las acciones buenas y malvadas del hombre seguirán actuando más allá de la vida terrenal, según un principio paralelo al físico, por el que no se pierde ninguna forma de energía. El alma humana es como el campo de una lucha entre espíritus buenos y malos, favorecidos, unos u otros, por la buena o la mala voluntad del hombre.
De acuerdo con su teoría de un animismo general de la naturaleza, que expondrá ampliamente en el Zend-Avesta y en las obras sucesivas, Fechner estudia en Nanna (1848) la vida de las plantas, refutando la opinión común que les niega un alma y rechazando las tentativas científicas de interpretar sus funciones desde un punto de vista quimicofísico. La intuición espontánea, que se refleja en una larga tradición legendaria y mítica, parece inspirar la hipótesis de una animación del reino vegetal. La observación de las reacciones ante el mundo externo y de la vida interior de los vegetales, según Fechner, lo confirma.
Naturalmente el alma de las plantas es de naturaleza distinta de la de los animales, pero no puede considerarse inferior en grado; representa más bien (y en ello Fechner anticipa las observaciones de Bergson) otra dirección de desarrollo. Su individualidad está menos desarrollada; es más profunda su adherencia a la vida del ambiente donde está radicada y del que no se mueve. Por ello carece de memoria e inteligencia, incluso en grado ínfimo; está más bien hincada en el curso de la vida, toda ella presa de la sensibilidad: sensación y reacción estrechamente fundidas y conjuntas. Es posible que, precisamente por ello, disfrute de una sensibilidad más intensa y difusa, en la que todavía no se anuncia la diferenciación de los sentidos singulares. De ello parece derivar esa impresión de integridad, de pureza vital que da la planta.
En Zend-Avesta, obra publicada en Leipzig en 1851 y que se parece al texto de Zoroastro por cierta afinidad de concepción, Gustav Fechner expone su concepción poético-filosófica del mundo, una metafísica fundamentada con bases empiricocientíficas, afín por sus directrices a la de Lotze, y más tarde a la de Wilhelm Wundt. Fechner sabe que tal metafísica es una simple hipótesis, pero una hipótesis racional fundada sobre bases científicas, y la formula de acuerdo con las exigencias ideales del espíritu.
Para Fechner el universo, tal como aparece a nuestra concepción objetiva y como la ciencia objetiva y abstractamente determina en sus leyes, no es más que una apariencia de la realidad. Lo íntimo de esta realidad ha de buscarse más bien (y aquí está claro el influjo de Schopenhauer) a través de la analogía con nosotros mismos; a la objetividad material corresponde una objetividad espiritual, y al cuerpo, el alma. Todos los seres están animados en diverso grado, y tal animación se revela en la armonía de su estructura: desde los cristales minerales a las plantas y desde los animales al hombre, en grados
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