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FILOSOFÍA FEMINISTA


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2014  •  1.361 Palabras (6 Páginas)  •  324 Visitas

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Textos: “Vindicación de los derechos de la mujer”. Mary Wollstonecraft.

“Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, 1829”. Manuela Sáenz.

En oposición a la propuesta misógina de Rousseau, citaremos a Mary Wollstonecraft y a su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer, considerado un texto importante del feminismo, ya que fue una de las iniciadoras del pensamiento feminista. La autora condenaba la educación dirigida a las mujeres de la época, que sólo las hacía ser débiles y centrarse en aspectos superficiales y en potenciar sus valores estéticos, errando en la concepción del verdadero papel que debían tener. Wollstonecraft reivindicaba, además del cambio radical en los modelos educativos, la total erradicación de leyes que soportaran esta concepción de la inferioridad de la mujer para lograr la independencia, o al menos comenzar a pensar en ella.

Por supuesto, no aceptaba las limitaciones de las esferas público-hombre/privado mujer, y no aprobaba las reglas de educación que Rousseau había proyectado para las mujeres; en su lugar, aprobaba las líneas pedagógicas diseñadas para los hombres y además pedía su extensión para las mujeres a fin de que ambos sexos tuvieran la posibilidad de convertirse en ciudadanos. Mary Wollstonecraft luchó por cambiar la educación de las mujeres, pero también defendió un cambio en el matrimonio y la inclusión del sexo femenino en la vida

política. Sostenía que la diferencia y la miseria por la que atravesaban las mujeres se debía a un mal sistema educativo.

Los hombres consideraban a las mujeres como animales (hembras), más que como seres humanos, sujetas a la subordinación. Lo que hace Mary Wollstonecraft es arengar a todas las mujeres para no conformarse con el papel secundario que algunos hombres les reservan en la sociedad, las anima a luchar por su dignidad, por la igualdad y por una educación digna, y a reflexionar hasta comprender que es necesario todo ello para conseguir el progreso de la sociedad.

La autora rechaza todas las expresiones bonitas, sensibles, delicadas que refieran a lo femenino; y sostiene que lo principal para lograr que una mujer sea más ambiciosa es adquirir una personalidad, "es conseguir carácter como ser humano, independientemente del sexo al que se pertenezca".

El pensamiento rousseauniano que condena a la mujer a los límites de la esfera privada entendiendo ésta siempre como el ámbito de la domesticidad y de la familia, dedicada incondicionalmente al bienestar de la familia y a la economía doméstica. La educación debía prepararlas para realizar correctamente su futuro papel de esposas, en palabras del propio Rousseau la educación de la mujer debe:

[…] referirse a los hombres. Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, educarlos de jóvenes, cuidarlos de

adultos, aconsejarlos, consolarlos, hacerles la vida agradable y dulce: he ahí los deberes de las mujeres en todo tiempo, y lo que debe enseñárselas desde su infancia. […] Por tanto, cultivar en las mujeres las cualidades del hombre y descuidar las que les son propias es, a todas luces, trabajar en perjuicio suyo.

De esta forma, el modelo de Rousseau concibe dos diferentes educaciones. Una hacia la autonomía y la utilidad social, la otra hacia la sumisión y la dependencia. Se trata de un modelo que basa la educación de la mujer en ser agradable al hombre, como mujer o como esposa, que a la vez estima necesaria, considerando que complementa al hombre. Así, se unen la esfera pública que ejerce el hombre, y la esfera privada, a la que representa la mujer.

Se creía que el único modo que la mujer tenía para crecer era por medio del matrimonio, éste era su objetivo. Pero la autora critica esta posición ya que sostiene que no pueden pretender criar hijos con buen juicio y educación, si sólo son buenos para comportarse frágiles, como niñas, aparentar. Su amor por el placer sustituye la ambición de ampliar el espíritu. Eso se debe a que la instrucción que ha recibido sólo se destinaba a convertir a la mujer en objeto de placer, una idea inmoral de belleza y de buen matrimonio, “simples procreadoras imbéciles”. El nutrirse de estas ideas llevó a las mujeres a sacrificar su fuerza

física e intelectual.

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