Fiamma Coronel: Ensayo relacionando La alegoría de la caverna y la película Matrix

Fiamma Coronel: Ensayo relacionando La alegoría de la caverna y la película Matrix.

Vivimos en una sociedad en la cual se hace lo que todos hacen, se piensa lo que todos piensan, se consume lo que todos consumen, se quiere a los que todos quieren y se odia a quien todos odian; pero si alguien, algún pensante, se revela e intenta hacer entrar en razón a los demás, lo tildan de raro o incluso loco y así caemos nuevamente en el pensar lo que todos piensan. Esto puede deberse a que vivimos en el mundo sensible, pero no nos damos cuenta, nos encontramos siendo gobernados por un tirano impersonal que decide por nosotros, pero ¿Cómo hacer para cambia eso?

Esto no es nada nuevo, este conflicto se remonta miles de años atrás, un claro ejemplo es Platón, quien lo expone a través de su famosísima alegoría de la caverna. También se continúan haciendo adaptaciones de ella, como el video del filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, y más conocida por su popularidad, la taquillera película Matrix.

Platón en la alegoría de la caverna pretende reflejar simbólicamente nuestra naturaleza, más bien el proceso por el cual el hombre debe formarse desde su animalidad, el camino y sufrimiento que debe recorrer para llegar al conocimiento. Muestra el despliegue de posibilidades que tiene el hombre, que le permitirán despertar su ideal dormido o seguir en ese estado de no saber. Enseña el mundo de las sombras, el sensible, y el mundo de las ideas, el inteligible.

Como dije anteriormente, creo que vivimos en el mundo sensible, el que se vive a través de los sentidos, de las percepciones, estas configuran un sentido por el cual podemos explicar lo que percibimos a través de relaciones conceptuales que hacemos, que no sabemos de dónde vienen pero que están allí y no las cuestionamos, es claramente participación del mundo inteligible.

Pero entonces ¿Cuál sería nuestro mundo? ¿el de dentro o fuera de la caverna? Si realmente fuese imposible darse cuenta ¿Por qué no podríamos ser parte de la caverna?, todas estas preguntas que se vienen a nuestra cabeza, luego de leer la alegoría de Platón no tienen una respuesta cierta, científica o demostrable, aquí es donde comenzamos a filosofar. Podemos darnos cuenta entonces de que la sociedad está constantemente mezclada entre el hábito y la invisibilidad, ya que estamos habituados a hacer lo que los demás, por no ser diferentes o miedo a los prejuicios, por lo que solo miramos sombras y no nos damos cuenta de ello ni de que somos prisionero.

Es triste pero necesario darse cuenta que vivimos en el anonimato, en el olvido de nosotros mismos, en nuestra vida diaria nos encontramos sometidos y sin darnos cuenta que en la mayoría de nuestras acciones no nos comportamos con autonomía, pero creemos que sí, porque nos convencen que somos nosotros los que decidimos o tomamos esas decisiones. No decidimos libremente, sino que nuestras actitudes o ideas se adoptan por una especie de imposición social, un impersonal que decide, no nosotros, y esa dominación nos impide llevar una existencia autentica, impidiendo descubrirnos, ocultando nuestra verdadera realidad. Pero yo les pregunto ahora ¿realmente no nos damos cuenta que somos dominados? ¿o lo sabemos, pero elegimos seguir así porque estamos más cómodos? Porque si no implicaría un cambio radical de todo lo que conocemos, porque los que ahora se benefician con esta situación se encontrarían quizá perjudicados, perderían sus privilegios.

Para ponerle fin a esta dominación debemos dejar de pensar en lo utilitario, para comenzar a filosofar. La sociedad le asigna un valor de utilidad a todo, así nos controlan las grandes compañías, empresas e incluso el mismo Estado; para distinguir las cosas y catalogarlas; para asegurar que no sean una mera cosa sin sentido, ya que esa es la necesidad de la sociedad, que todo tenga una razón o sirva para algo, saber que lo que se hace tiene un sentido y va a llevar a algo. La autonomía está determinada por el engaño, que, a través de estas utilidades, nos implantan las corporaciones, y así terminamos siendo funcionales a lo que su poder necesita, que en definitiva construyen un sentido común en nombre de la ‘‘gente’’y nosotros caemos en ese engaño, voluntaria o involuntariamente.

Habiendo dejado esto en claro, nos encontramos con la película Matrix, quien su protagonista Neo de alguna manera comienza a buscar ‘‘algo más’’. Él no sabe precisamente que es, pero sabe que

si continúa buscando puede llegar a encontrar ese algo. Es aquí donde comienza a dudar, a preguntarse qué es real y que no, si está soñando o se encuentra despierto, mientras tanto sigue viviendo en su mundo ideal donde tiene un trabajo, una casa, amigos, sale a cenar, cobra un sueldo, etc.

Ciertamente Jasper define a la duda como un examen crítico y la clara certeza; nos invita a no confiar en lo que vemos o creemos y estar abiertos a las posibilidades de las cosas, porque el hombre tiende a hallar dos posibles fuentes de error, los sentidos, ya que tienen limitaciones (por ejemplo cuando nos están contando algo y pasa un camión haciendo mucho ruido, podemos entender otra cosa distinta a la que nos estaban diciendo), y la razón, que nos lleva a veces a demostraciones contradictorias.

El objeto del hombre es llegar a la verdad que se esconde tras los fenómenos de este mundo sensible, o tras opiniones del impersonal. Debemos intentar alcanzar la verdad, comenzando con eliminar el error. Como dijo Sócrates “el método filosófico ha de comenzar con la refutación”, debemos purgar el alma de los falsos conocimientos que la tienen encadenada, impidiéndole el acceso a la verdad. Así Neo decide hacerle caso a la computadora, abriéndose a las posibilidades, y seguir al conejo blanco, para más tarde elegir tomar la píldora roja y descubrir que la realidad que él creía no era la verdadera realidad. Es aquí donde nace la cuestión ¿y si todo fuese un sueño y mientras soñamos somos felices? ¿Qué necesidad hay de despertar? Si Neo estaba tranquilo y tenía una buena vida en la Matrix, que por ms que fuese mentira él no lo sabía y estaba bien, ¿Por qué debería despertar y tener que pelear para sobrevivir? Y si los prisioneros de la caverna ya tenían su vida realizada allí, porque no sabían lo que era ser prisioneros ya que nacieron de esa manera y para ellos estaba bien, ¿Por qué salir para sufrir, teniendo que aprender cosas nuevas y verse obligados a abandonar y aceptar que su vida pasada era un engaño? ¿Qué puede ser mejor? ¿vivir una feliz y cómoda mentira o saber la verdad, pero para ello tener que sufrir?

En nuestro caso, ¿Cuál es nuestra necesidad de despertar? Si ya todos tenemos un papel en la sociedad, todos cumplimos lo que se espera de nosotros, lo que nos inculcan, si ya estamos divididos en clases y sabemos quién pertenece o pertenecerá a cuál, y que nuestras acciones están determinadas por esa clase (por ejemplo, alguien de clase pobre que vive en una villa, tiene impuesto el hecho de tener que robar, porque la sociedad ya se lo impone). Si para salir de esta dominación en el camino debemos sufrir, quizá perder vidas (porque siempre estarán aquellos que repriman a los revelados, con la fuerza), y ya estamos cómodos así ¿valdría la pena?

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