Filosofía náhuatl
Enviado por Man3 • 10 de Septiembre de 2014 • 648 Palabras (3 Páginas) • 249 Visitas
Gente de variadas actividades en el campo de la cultura eran los nahuas (aztecas, tezcocanos, cholultecas, tlaxcaltecas...), a principios del siglo XVI. Establecidos en diversas fechas en el gran Valle de México y en sus alrededores - unidos por el vínculo de la lengua náhuatl o mexicana habían heredado no sólo muchas de las ideas y tradiciones, sino también algo del extraordinario espíritu creador de los antiguos toltecas. Más, conviene recalcar que los aztecas o mexicas, tan afamados por su grandeza militar y económica, no eran los únicos representantes de la cultura náhuatl durante los siglos XV y XVI. Los aztecas habían sometido a su obediencia a pueblos lejanos, de un mar a otro, llegando hasta Chiapas y Guatemala. Pero a su lado coexistían otros nahuas, independientes de ellos en distinto grado. Unos eran aliados: los de Tlacopan y Tezcoco, donde reinó el célebre Nezahualcóyotl. Otros, aunque también nahuas, eran enemigos de los aztecas: por ejemplo, los señoríos tlaxcaltecas y huexotzincas. Todos ellos, a pesar de sus diferencias, eran partícipes de una misma cultura. Estaban en deuda con los creadores de Teotihuacán y de Tula. Por sus obvias semejanzas culturales y por hablar una misma lengua conocida como náhuatl, verdadera lingua franca de Mesoamérica, hemos optado por designarlos a todos genéricamente como los nahuas. Así, se hablará aquí del pensamiento, el arte, la educación, la historia y, en una palabra, la cultura náhuatl como existía en las principales ciudades del mundo náhuatl prehispánico de los siglos XV y XVI. Numerosas eran las manifestaciones de arte y cultura en los grandes centros del renacimiento náhuatl, principalmente en Tezcoco y Tenochtitlan. Los mismos conquistadores, gente ruda en su mayor parte, se quedaron asombrados, como lo atestiguan los relatos de Cortés y Bernal Díaz, al contemplar la maravillosa arquitectura de la ciudad lacustre con su gran plaza y sus edificios de cantera, así como al caer en la cuenta de la rígida organización militar, social y religiosa de los aztecas. movidos por su afán de investigar, penetraron más hondo, hasta encontrarse entre otras muchas cosas con la obra maestra del genio indígena: su cronología. Ayudados por sus conocimientos acerca de ésta: pudieron luego precisar los grandes mitos cosmológicos, base de la religiosidad y del pensamiento náhuatl. Interrogando a los indios más viejos, conocieron y pusieron por escrito los discursos y arengas clásicas, los cantares que decían a honra de sus dioses, las antiguas sentencias dadas por los jueces, los dichos y refranes aprendidos en las escuelas: en el Calmécac o en el Telpochcalli. Especialmente Fray Bernardino de Sahagún, aprovechando los datos allegados por Olmos y los doce primeros frailes venidos a la Nueva España, y creando por sí mismo un nuevo método de investigación histórica, logró reunir en centenares de folios, información abundantísima recibida de labios de los
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