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Folosofia Latinoamericana


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  2.322 Palabras (10 Páginas)  •  364 Visitas

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1.- ¿QUÉ FILOSOFÍA? FILOSOFÍA SIN MÁS IN MEMORIAM LEOPOLDO ZEA

FRANCISCO J. VILLALOBOS CASAMADRID

A raíz de la muerte de Leopoldo Zea (1912-2004) el pasado 8 de junio, aparecieron en los medios informativos una serie de alabanzas y de artículos que resaltaban su trayectoria y su pensamiento como ”el filósofo mexicano más universal”[1], “el más importante de los filósofos de Latinoamérica”[2], “el más importante pensador latinoamericano que quedaba con vida, y el que intentó con más originalidad y arrojo edificar una filosofía propia de y para la realidad latinoamericana”[3], “maestro de América”[4]. Ya antes de su muerte Miguel León Portilla no vaciló en llamarlo el "apóstol del pensamiento latinoamericano"[5].

No tendría sentido pretender únicamente unirme a ese coro de alabanzas. Mi propósito con estas líneas es invitar a los lectores a reflexionar sobre el que fue tema principal e hilo conductor de todo el pensamiento de ZEA: la autenticidad de la filosofía latinoamericana, y a hacerlo siguiendo paso a paso a Zea en sus reflexiones en el libro LA FILOSOFÍA AMERICANA COMO FILOSOFÍA SIN MÁS” [6].

El librito es una contestación al filósofo peruano Augusto Salazar Bondy que publicó su libro ¿Existe una filosofía de nuestra América? [7], considerando que lo que se había hecho en nuestras tierras era pura copia de las filosofías europeas (desconociendo y negando, en forma injusta, las aportaciones que se habían realizado). Zea responde e inicia con ello un famoso y prolongado debate, en el que demuestra que lo que importaba prioritariamente era explicar el papel ideológico, ético y cultural que indudablemente había tenido y tiene la filosofía en nuestras sociedades.

Para Zea el filosofar debía tener un sentido social, alejarse de la teoría para incidir en "la historia de los hombres de carne y hueso en lucha con sus circunstancias"[8]. En primer lugar, se trata, para ZEA, de UNA TAREA: el filósofo debe buscar soluciones a la problemática que su circunstancia le impone. Por ello, “americana será la filosofía que americanos, es decir, hombres en medio de la circunstancia americana, arraigados en ella, hagan sobre su circunstancia, hagan sobre América"[9] y, por lo tanto, los iberoamericanos "debemos empeñarnos en dar soluciones a nuestros problemas en forma semejante a como los filósofos clásicos se ha empeñado en dar solución a los problemas que su mundo les fue planteando"[10].

1.- LA FILOSOFÍA EN LATINOAMÉRICA COMO PROBLEMA DEL HOMBRE

¿Por qué se considerará universal esa filosofía hecha por mexicanos, por latinoamericanos? Porque el análisis de nuestras experiencias humanas originales irá perfilando “un aspecto de lo humano que, posiblemente, no ha sido todavía captado por filosofía alguna"[11]. Lo mexicano no será otra cosa que un medio para captar al ser humano. Y esto porque el americano tuvo que justificar su humanidad —los europeos pretendieron negarle la calidad humana, como nos lo muestra la polémica Las Casas-Sepúlveda—; y de esta toma de conciencia surge igualmente una primera problematización del discurso filosófico occidental. Primera porque ni los griegos, ni los romanos, ni los medievales, ni los filósofos modernos europeos se preguntaron jamás si lo que estaban haciendo merecía o no el nombre de filosofía, ni menos aún si había una filosofía griega o romana o con cualquier apelativo semejante. En cambio nosotros, en Latinoamérica, hemos dudado sobre nuestra capacidad de hacer filosofía. Nos hemos preguntado y nos seguimos preguntando si lo que hacemos merece el nombre de filosofía, si alguno de nuestros pensadores merecerá ocupar un lugar importante en lo que se ha llamado “HISTORIA DE LA FILOSOFÍA”.

¿A qué se debe esa inseguridad? A que hemos tenido que preguntarnos, por una imposición de los europeos, quienes consideraron “que su destino, el destino de sus hombres, era hacer de su humanismo el arquetipo a alcanzar por todo ente que se le pudiese asemejar”[12]. América, nos dice Zea, nace a la conciencia europea como parte de un debate, en el que se ventila nada menos que su humanidad, pero en el cual el iberoamericano no participa con voz propia.

El discurso filosófico en Iberoamérica será un discurso antropológico. El hombre como preocupación del hombre. El hombre latinoamericano debe asumirse. Tomar conciencia de algo que parece una perogrullada pero que la circunstancia americana ha vuelto un problema: el que pretenda hacer filosofía en Latinoamérica va a tener que justificar su intento, va a tener que superar su tendencia a buscar la aprobación de los europeos para su quehacer filosófico. Deberá darse cuenta de que los filosofemas, cuyo origen es invariablemente europeo, no importan tanto como el porqué de su adopción y adaptación.

II.- LA FILOSOFÍA COMO ORIGINALIDAD

Zea parte del supuesto de que “una filosofía es original no porque cree una y otra vez nuevas y exóticas soluciones, sino porque trata de dar respuesta a los problemas que una determinada realidad y un determinado tiempo han originado”[13].

¿En qué consistirá esa originalidad? Zea cita a Andrés Bello, quien exhorta a los jóvenes latinoamericanos diciendo: “Interrogad a cada civilización en sus obras; pedid a cada historiador sus garantías. Esa es la primera filosofía que debemos aprender de Europa”.

La filosofía latinoamericana deberá, pues, emanar de las necesidades más imperiosas de nuestro tiempo y de nuestro país. Una filosofía “del orden social y político que nos correspondió una vez que formamos parte de Europa, del orbe llamado occidental”[14].

Toda filosofía funciona como ideología, da razones del orden político y social, así lo hizo la escolástica, la ilustración, el iluminismo y el positivismo y así lo hicieron también Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás, Descartes, Hegel, Marx y otros y así lo hace Latinoamérica convirtiendo las filosofías que surgen en Europa en instrumentos de su preocupación política. De la inautenticidad original se pasa a la autenticidad de la asimilación. Latinoamérica se lanza a la acción y luego trata de encontrar la filosofía que la justifique.

El meollo de autenticidad y originalidad se encuentra “en el derecho, no ya a copiar sino a hacer propios valores que se presentan como universales y, por ende, al alcance de todo hombre y para la justificación de toda humanidad, sin que en ello tenga nada que ver la situación económica, social, cultural o racial “[15].

III.- ¿LA FILOSOFÍA COMO IDEOLOGÍA O COMO CIENCIA?

Lo importante es filosofar, pura y simplemente

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