Formas de percepción de la naturaleza humana y la aproximación a los problemas de la antropología filosófica
Enviado por willman4040 • 7 de Octubre de 2014 • Trabajo • 1.784 Palabras (8 Páginas) • 422 Visitas
Introducción:
En algún momento de nuestra vida contemplamos la realidad y nuestra primera impresión en la persona de nuestro esquema cultural local es asumir una actitud cuasi ingenua, objetivista o dogmática, que no pregunta ni se pregunta, sólo la asume tal como la percibe, sin atreverse a cuestionarla. Sólo nos interesa por el mundo de los objetos de la vida material, como por ejemplo, tener un buen trabajo para mejorar sus ingresos económicos o mejorar muestra casa o vehículo de transporte; y, termina alejándonos hasta de sí mismo, influido totalmente por este actual mundo globalizado que lo condiciona hasta alienarlo y convertirse en un objeto mas de la realidad: cuenta más el tener muchas cosas y pertenencias que el tenerse en y con la realidad. La actitud natural del hombre terrestre es ingenua y espontánea desde el momento en que supone que lo que existe, es lo que se puede percibir por nuestros sentidos, sin preguntarse si sus sentidos lo inducen al error. En todo ello, ¿habrá un espacio para pensar en sí mismo y desde sí en y con los demás?
Si observamos el devenir del pensamiento humano, en su intento de explicar la realidad del mundo y del ser y actuar humanos, nos encontramos con diferentes versiones que han ido apareciendo a través del tiempo o que se han expresado en diversos criterios ideológicos, políticos, tecnológicos y religiosos, en cada civilización y también en cada edad de las que podemos tener referencias ciertas.
Actualmente un sector importante de estas corrientes de pensamiento filosófico y antropológico, sostienen que al ser humano no se le puede definir, y que sólo es posible describirlo. Lo que se afirma de él sólo sería válido según su espacio y tiempo determinado y este modo de pensar ha influido en la historia de la cultura moderna.
Por ello hemos juzgado oportuno dar una mirada analítica en el sentido ideológico de algunas corrientes filosóficas, y nos detendremos en aquella que proporcione con mayor sentido lógico su opinión sobre el ser y actuar del ser humano.
Desarrollo:
En este ensayo, se mencionara un tema muy importante, que incluso para muchos puede ser muy apasionante, pues nos da una visión general de las explicaciones que el hombre ha intentado dar de sí mismo y del rol que le corresponde desempeñar en la sociedad. Conocerán como los personajes modernos y contemporáneos nos proporcionan un gran número de formas diferentes de percibir la naturaleza humana y de aproximarnos a los problemas de la antropología filosófica, en la medida en que nos proporcionan elementos claves para reflexionar acerca del Ser y Actuar del hombre.
Toda persona es pensamiento pero el mismo no se da cuenta de esta realidad natural; el pensar (pesar) es actividad integral, tanto cuanto es esfuerzo mental, tanto cuanto es participación corporal o física; por ejemplo, si tú dices intuyo significa que algo percibes de ti o de fuera de ti pero al mismo tiempo ya lo estas sintiendo, y esto que sientes o que lo tienes lo empiezas a pesar en ti; esto es una actitud filosófica.
El asombro ante la realidad despierta y sostiene naturalmente en el hombre el afán especulativo, la pregunta por el ser. «Especulativo», «teórico», vendrían a significar esa peculiar relación del hombre con el mundo, caracterizada únicamente por la exigencia de que ese mundo se nos manifieste tal como es, descubriendo así lo que las cosas son, independientemente de su utilidad. Buscamos entonces desinteresadamente saber por saber del ser. Escribe Josef Pieper:
«En efecto, estas palabras [theoria, teorético] significan, tal como las entendían los antiguos, exactamente esto: una actitud frente al mundo, un dirigirse a la realidad caracterizado únicamente por el deseo de que esa realidad del mundo se muestre tal como efectivamente es. Ahora bien, ni otra cosa se entiende por verdad, no otra cosa sino el mostrarse la realidad. Así se puede también decir que es «teorética» esa actitud frente al mundo, en la que se apunta a la verdad y nada más que a la verdad (...). Nunca ni en ninguna otra parte, sino en la theoria filosófica realizada vitalmente, se da una independencia tan radical frente a cualquier ordenación a un servicio, real o sólo excogitable, mediante finalidades prácticas. Y precisamente a esta independencia se refiere la «libertad» del que filosofa»'. Esta libertad del filosofar «está -y observarlo me parece algo de la mayor importancia- ligada de la forma más íntima, más todavía, es absolutamente idéntica al carácter teorético de la filosofía.
Filosofar es la forma más pura del theorein, del speculari, de la mirada puramente receptiva a la realidad, de forma que las cosas: sean lo único que da la medida, que decide, y el alma sea exclusivamente lo que es medido por ellas.
Explica que la filosofía como un modo de saber riguroso y desinteresado, que aspira a conocer con hondura el conjunto íntegro de la realidad mediante el descubrimiento de sus principios o causas últimas, fundamento del ser en sí mismo. (Melendo, 1999, p. 84,86)
Sobre la base de la tendencia por saber, propia del ser humano, el impulso inmediato de tal búsqueda está constituido por el asombro, la admiración, el estupor.
Esta admiración vendría a ser como el detonante que activa el deseo de filosofar y aquí está precisamente una clave infalible para diferenciar las filosofías que pueden ser agrupadas bajo el título de permanentes. Para Zubiri, semejante admiración, no es un asombro cualquiera, sino que es la admiración socrática, la admiración que embarga al hombre que cree saber perfectamente aquello de que se ocupa, cuando un buen día descubre que lo que
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