Fragmentación ética
Enviado por rosanaaaa • 19 de Enero de 2014 • Tutorial • 4.988 Palabras (20 Páginas) • 226 Visitas
Pensar el
desarrollo
en términos
humanos
es la razón de ser de la ética. Este desafío al
pensamiento ético se sitúa hoy en un
contexto
marcado por la
fragmentación ética
. En
razón de lo anterior, devolver el protagonismo a la decisión humana para generar un
desarrollo acorde a su dignidad, implica, al menos, el cultivo de un
corazón solidario
, la
opción por el
diálogo
y la recuperación de la
palabra veraz
. Estos tres caminos históricos
permiten considerar el futuro con una profunda
esperanza
para la humanidad.
1.- La presencia de un nuevo contexto
El cometido de la ética consiste en reflexionar sobre las
condiciones
indispensables para
la realización auténtica de lo humano en cuanto individuo y grupo. La persona se realiza
en el encuentro con otros y el grupo se fortalece en la medida que esa interacción tiene
como sujetos a individuos con una clara identidad. Por consiguiente, esta dimensión
social
de lo humano no constituye una falla ni una limitación, sino una condición
antropológica de crecimiento, ya que vivir es
con
vivir.
Este talante social del ser humano encamina la reflexión ética para pensar todo progreso
verdaderamente humano en la perspectiva de una auto-realización (ser) en la auto-
trascendencia (social). En el encuentro con el otro se descubre la propia identidad que, a
su vez, permite un auténtico encuentro desde uno mismo hacia el otro. Si vivir es convivir,
entonces quien no es solidario termina siendo solitario.
Todo encuentro humano acontece en el espacio y en el tiempo. La condición social de la
persona humana no sólo dice relación a la sociedad, como grupo de personas, sino
también a estructuras e instituciones que contextualizan el encuentro interpersonal. El
texto humano se escribe en un contexto histórico que condiciona y, a la vez, es
condicionado por la mano del hombre y de la mujer.
Este contexto histórico está marcado por los profundos cambios culturales que no
denotan tan sólo una serie de mutaciones dentro de un mismo referente (época de
cambios
), sino destacan una verdadera transformación en los referentes de los
significados en la sociedad (cambio de
época
). Es la novedad de una cultura
emergente
que conlleva el desafío de repensar y re-significar el tejido social acorde este nuevo
contexto.
Todo cambio, al ser novedad, es percibido como
amenaza
y
oportunidad
. El
protagonismo humano es el factor
decisivo
en esta disyuntiva. El rumbo del camino es
decisión humana. Un
progreso
en la civilización (condiciones materiales) llega a ser un
desarrollo
cultural (condiciones de significación) cuando lo
mejor
es definido por la
posibilidad de dar respuesta a la pluridimensionalidad del ser humano.
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Sin embargo, el gran desafío actual es justamente recuperar esta
confianza
en el
protagonismo humano, sobre todo cuando el individuo se percibe arrollado por los
cambios y marginado frente al otro en una sociedad cada día más impersonal. La prueba
de los números y de las estadísticas contrasta con la percepción subjetiva; los éxitos
objetivos proclamados son contradecidos
por la satisfacción subjetiva expresada.
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2.- El desafío de la fragmentación ética
La fisura entre lo objetivo (modernización/oferta) y lo subjetivo (percepción/acceso) se
agudiza por la presencia de
ruptura
entre los propios sujetos. La razón pragmática
condena el sueño a la irrelevancia, predominando la racionalidad instrumental que reduce
al otro en beneficio propio. Cuando lo público se cosifica en términos del
tener
(consumo,
poder, fama), el individuo se refugia en lo privado para poder
ser
lo que uno realmente es
(esposo, padre, amigo). Lo objetivo (modernización/oferta) coloca al sujeto en función del
ser
para
tener
, donde el
poseer
en sí mismo es la fuerza direccional, en contraposición
con el tener para ser donde el
encuentro
define las necesidades.
Asimismo, la sociedad actual, caracterizada por la ausencia de un paradigma común, crea
mayor soledad y hace de la convivencia un desafío de mutua tolerancia, pero muchas
veces sin horizontes compartidos. De esta forma, el debilitamiento de la narración que
une a la sociedad abre el camino a la inseguridad colectiva. El pluralismo se nos abre
como oportunidad y posibilidad para intentar reparar la ruptura y lograr integración,
mediante la complementariedad.
Pero el
pluralismo
, tan propio del ethos universitario, puede ser también una amenaza.
La riqueza de la diversidad llega a ser un peligro cuando no conduce a la
complementariedad sino a una fragmentación disociadora. Las distintas perspectivas
requieren de un horizonte común en un camino dinámico para ir construyendo un
paradigma ético compartido. Así como el pluralismo busca una unidad en la diversidad, el
relativismo ético quiebra el tejido social porque la búsqueda comunitaria se disuelve en un
individualismo narcisista negando el talante social de la persona humana. Entonces, el
vivir deja de ser convivir y se transforma en un dividir la sociedad en bloques
irreconciliables, debido a una auto-referencia excluyente de una preocupación
comunitaria.
En esta misma dirección, el creciente secularismo (ausencia de un referente divino) y el
supermercado de ofertas religiosas (surgimiento de movimientos religiosos más allá de las
religiones históricas) han dejado a la sociedad sin un horizonte religioso compartido.
Además, la vida política está polarizada o simplemente ignorada. En este estado de
anomia, la ética se erige como un posible referente común capaz de comprometer a los
individuos en sociedad a redactar una historia compartida de un presente que posibilita el
futuro para todos.
La sociedad, así como toda universidad, precisa de un
horizonte valórico
compartido
que promocione equitativamente la auto-realización en la auto-trascendencia,
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