Herminia Y Hector

Cuento para resolver duelo de la pareja

Herminia y Héctor

En un callejón de una gran ciudad vivía una familia completa de gatos. Se sentían felices porque los protegía el gato más grande y más sabio del lugar. Héctor parecía un rey, con sus enormes bigotes y su pelo extraordinario. También era el papa de los gatitos y su autoridad no la cuestionaba nadie.

Herminia, la mamá, no tenía necesidad de preocuparse por la supervivencia de sus retoños. Lo único que debía hacer era acariciarlos y quererlos; vivía solo para sus hijitos.

La felicidad reinaba entre ellos y a menudo cantaban en la noche a la luz de la luna, sobre una vieja pared. La mamá vigilaba constantemente a sus hijos: el menor incidente era considerado como muy grave y nada debía alterar su bienestar.

Sin embargo, un día la desgracia llego a esta familia. Héctor, buscando comida, quedó atrapado dentro de un bote de basura y fue encontrado ya sin vida en el basurero.

Esa noche y los días siguientes, el callejón estuvo vacio sin él.

La gata Herminia, después de maullar desgarradamente, debió decidirse a alimentar a sus hijos, a amarlos y protegerlos. Comprendió, sin aceptarlo, que Héctor, su protector, no volvería ya mas. Desde entonces se convirtió en papa y mamá y se olvido de su identidad.

Una noche en la que se sentía más desamparada que de costumbre, maulló toda su desesperación a la luna. Esta, para su gran sorpresa, le sonrió, y seguidamente le dijo: “Querida Herminia, te felicito por tu valor y tu determinación, pero aun cuando Héctor haya muerto, no debes intentar asumir su función. También debes pensar en ti y seguir siendo tú misma en todo momento, a pesar de la opinión de los demás. Confía en tus hijos, ellos se harán cargo de sus responsabilidades.

La gata reflexiono mucho en el mensaje de la luna, y poco a poco volvió a ser Herminia y se dio la oportunidad de vivir su vida de gata y su vida de mamá.

La calidad de vida mejoró considerablemente y sus gatitos se sentían felices al verla transformada de esta manera.

Incluso esperaba encontrar, un día, a un gato simpático que le hiciera compañía y que, y en un momento dado, quisiera unir su camino al suyo.

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