Historisismo
Enviado por petercumare • 11 de Junio de 2014 • 1.880 Palabras (8 Páginas) • 412 Visitas
HISTORICISMO
. Tendencia filosófica europea que considera al hombre y la realidad como historia y, por extensión, a todo conocimiento como histórico. A tal definición debe agregarse la importante reflexión de Heidegger que precisa al historicismo como una posición donde la historicidad, la temporalidad, del hombre es fundamento de lo histórico. El historicismo tuvo profunda repercusión en nuestra América; fue el instrumento que ayudó por conducto del conocimiento del pasado a forjar un filosofar auténtico latinoamericano.
El filósofo uruguayo Arturo Ardao (1912) dibujó con claridad los perfiles del historicismo a partir de su influencia en América:
El historicismo, en su esencia, proclama, la originalidad, las circunstancias de tiempo y lugar; y refiere a esas mismas circunstancias el proceso de su actividad constituyente. Por esa vía América se descubre a sí misma como objeto filosófico. Se descubre en la realidad concreta de su historia y de su cultura, y aún de su naturaleza física en cuanto sostén, contorno y condición de su espiritualidad (Ardao, 1968: 124).
La asimilación que en América Latina se hizo del historicismo no obedeció a una moda intelectual fortuita, sino a la necesidad del hombre de esta región para comprenderse y revalorizar sus productos culturales e intelectuales, ello a partir de verlos como resultado de su peculiar desenvolvimiento histórico, lo cual permitió apreciar que, pese a la yuxtaposición de factores foráneos, en ese desenvolvimiento histórico preexiste una dimensión propia y de originalidad en su hacer espiritual. El historicismo conlleva, por tanto, un proceso de reconstrucción de la trayectoria y sentido cultural del continente. Y dada la índole filosófica de esta tendencia se hace hincapié especialmente en la reconstrucción de la evolución filosófica latinoamericana. El historicismo tiene como supuesto primordial el que la historicidad del hombre, y con él su pensamiento filosófico, tiene una estrecha unidad con las estructuras histórico-sociales que lo enmarcan. Así, las ideas filosóficas tienen una textura histórica a la que puede accederse desde la comprensión de la circunstancia concreta que en su gestación o adopción las han rodeado. Cada idea filosófica manifiesta una vivencia humana que tiene un valor particular e intransferible dentro del devenir cultural de las sociedades. Este supuesto del historicismo que remarca la conexión de hombre, pensamiento y circunstancia fue el basamento sobre el que erigió el proyecto continental de la historia de las ideas.
Los antecedentes del historicismo pueden rastrearse desde la centuria pasada en el momento que el argentino Juan Bautista Alberdi (1810-1884) se planteó el problema sobre el carácter y autenticidad de la filosofía americana en sus “Ideas para un curso de filosofía contemporánea”, curso impartido en Montevideo (1840). Del romanticismo alemán, Alberdi recuperó la exaltación de lo concreto e individual, el acentuamiento en los particularismos y la valoración de la experiencia histórica en su originalidad irrepetible. A partir de esto Alberdi hizo el primer llamado a formular la autonomía filosófica americana. El historicismo germano en su vertiente hegeliana sirvió al ideólogo cubano Rafael Montoro (1852-1933) para vislumbrar una gradual independencia de Cuba respecto a España. Montoro afirmaba que ningún esfuerzo violento podría conducir a la liberación de la isla, ésta tendría más bien que realizarse sin precipitaciones, sujetándose a las leyes dialécticas de la historia que encarnaban en el Estado español que seria el encargado de la superación. Otro canal de difusión del historicismo fue el marxismo, el cual fundido en las ascendentes tendencias socialistas e, incluso, como en Argentina con el evolucionismo spenceriano alcanzó notable influencia entre algunos sectores trabajadores e intelectuales. Desde una posición opuesta el historicismo de Oswald Spengler, plasmado en su famoso libro La decadencia de Occidente (1917-1922), tuvo notable impacto en América Latina después de la Primera Guerra Mundial. El mensaje historicista de la obra spengleriana subrayaba que la cultura occidental era igual y una más entre otras, pero esa cultura había llegado a la fase de su decadencia. Tal mensaje coincide con el emergente ideal universalista de la cultura latinoamericana expresado en el libro de José Vasconcelos (1882-1959) La raza cósmica (1948). De importancia crucial en el periplo americano del historicismo es la obra de José Ortega y Gasset, así como su labor de difusión de la cultura europea y, muy en particular, alemana. La razón histórica orteguiana legitimaba una reflexión filosófica con base en la circunstancia especifica propia. Asimismo, la editorial Revista de Occidente fundada por Ortega dio a conocer en todo el ámbito hispanoamericano las nuevas corrientes historicistas alemanas, representadas por Dilthey, Scheler, Mannheim, Simmel, así como las primeras avanzadas del existencialismo con Heidegger y Jaspers, que modificaron de raíz el panorama filosófico americano. A lo anterior se agregaron los conocimientos historicistas que de primera mano traían los latinoamericanos que venían de estudiar en Europa. Quienes redondearon esta etapa del historicismo, dándole a la vez un renovado impulso a partir de 1936, fueron los exiliados (o transterrados) españoles, principalmente en México. Varios de ellos habían sido discípulos de Ortega y de algunos historicistas alemanes. Finalmente, después de la Segunda Guerra Mundial el historicismo de cuño francés fue el que alcanzó mayor repercusión, y de forma más limitada la obra del filósofo de la historia inglés, Arnold Toynbee. Estas sucesivas etapas del historicismo se significaron como pasos en la toma de conciencia del hombre latinoamericano de su pasado con vistas a legitimar su reflexión filosófica presente y por venir.
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