INTRODUCCION Ciencia y Arte en Metodologia Cualitativa de Martinez Miguelez

Panorama actual de la ciencia

Introducción a Ciencia y Arte en Metodologia Cualitativa de

 Miguel Martínez Miguélez

“… la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas” (Descartes, 2010).

Creemos que la ciencia ha sido muy cierta en su pretensión de entender el universo y la posición del hombre en este, sin embargo desde mediados del siglo XX nos encontramos en una crisis de fundamentos del conocimiento científico, filosófico, del pensamiento, por lo que se ha generado un conflicto en las bases de las reglas de la lógica usamos, sustento de la ciencia y del conocimiento en general.  Así, diversos pensadores se han replanteado en forma crítica las bases epistemológicas de los métodos científicos de nuestro aparato conceptual clásico.

Incertidumbre es el término con el que Martínez (2011), ha designado a ésta época que nos ha tocado vivir, incertidumbre en las cosas fundamentales que afectan al ser humano.  Afirma que a lo largo del siglo XX y principalmente en su segunda parte, se ha vivido una crisis en el modo de pensar, en el modo de razonar y en el de valorar.  

En este sentido, Erwin Schrödinger, premio Nobel de física por su contribución al desarrollo de la mecánica cuántica estima que “la ciencia actual nos ha conducido por un callejón sin salida y que la actitud científica ha de ser reconstruida, que la ciencia ha de rehacerse de nuevo” (Martínez, 2011).

Debemos tener en cuenta que el modelo de ciencia se originó durante los siglos XV y XVI, y que desde entonces sentaron las bases para los avances tanto científicos como tecnológicos posteriores.  Sin embargo a partir de la segunda mitad del siglo XX existe una crisis de fundamentos en diferentes ámbitos: en el científico, filosófico, y en general en los fundamentos de pensamiento; precisamente esta crisis se da en un momento en donde los conocimientos parecieran no tener límites; sin embargo, un considerable número de disciplinas como química, biología, física o matemáticas entre otras, se han inclinado por una nueva forma de hacer ciencia, ciencia no lineal, por mencionar la teoría del caos o las ciencias de la complejidad, caracterizadas por la impredecibilidad y carencia de determinismo, sin embargo dentro de la filosofía de la ciencia estas corrientes han sido y en general, siguen siendo ignoradas (Longa, 2005).  

No obstante, hay que destacar el innegable éxito del modelo de la ciencia tradicional, que nos proporcionó una racionalidad clave de la comprensión de la naturaleza, pero una naturaleza muerta y pasiva, autómata, aislando al hombre de ésta en vez de acercarlo a ella (Rangel, 2012); este modelo en nuestros días ha resultado insuficiente, frenando quizá el progreso en las diferentes áreas del saber.

En aras de ese progreso, del deseo de búsqueda, de cuestionamiento permanente, Vaclav Havel en su ensayo “El doloroso parto de una nueva era”, refiere que hay razones para creer que la edad moderna terminó, que estamos ante algo que está naciendo y que algo se está yendo (Martínez, 2011).  En ese término de la edad moderna y el comienzo de la edad contemporánea, prevalece la idea de que la ciencias siempre irán descubriendo nuevas soluciones para los problemas humanos, en donde se eleva la importancia de la razón, pero no una razón derivada de la ciencia determinista, lineal y homogénea, sino de una conciencia de la discontinuidad, de la no linealidad, de la diferencia y de la necesidad del diálogo (Prigogine, 1994, citado por Martínez, 2011), en relación a cuestionar el conocimiento científico tradicional, a las reglas y métodos de este, que nos dicen que el resultado de ese proceso es real y lógico.  

Esta situación no es algo simple o circunstancial, nos obliga a cuestionarnos los procesos que sigue nuestra razón y la forma en que percibimos la realidad. Debemos cambiar, o al menos estar abiertos a pensar diferente, a salirnos de lo convencional, de nuestra zona de confort en cuanto al modo de conceptualizar y dar sentido a la realidad, a través de una mayor sensibilidad intelectual, una alerta permanente y una crítica constante.  

Precisamente en esta crítica constante al momento de crear conocimiento, de hacer ciencia, se nos invita a examinar los presupuestos aceptados, a determinar qué tan infalible y objetiva es la observación científica de los datos y los hechos, en sí, a cuestionarnos esa manera pasiva del uso de términos establecidos en otra época, términos como ley, control, medida, verdad, entre otros (Martínez, 2004) .

Y es así que podemos encontrar una gran inconsistencia de nuestros conocimientos considerados como los más sólidos, menciona Martínez (2004) el término flogisto, considerado en la primera edición de la Enciclopedia Británica como “un hecho demostrado”, sin embargo según la tercera edición, el flogisto no existe.  

Igualmente a comienzos del siglo XVI Leonardo da Vinci mencionó al mesenterio como una parte del cuerpo que hace de conexión de los intestinos con el abdomen, permaneciendo casi ignorada por los médicos por 500 años y hasta ahora los científicos no la habían considerado un órgano propiamente dicho. “Investigaciones recientes, sin embargo, acaban de confirmar que se trata de un órgano único y continuo en el corazón de nuestro sistema digestivo, cuando se pensaba que ya todos los órganos del cuerpo estaban descubiertos” (BBC Mundo, 2017).

Es así que Martínez (2004) observa que la forma de hacer ciencia, nuestro aparato conceptual clásico, es insuficiente e inadecuado para conformar las realidades que hemos venido viviendo en cualquier ámbito, desde el de la física hasta el de las ciencias humanas y ciencias de la vida.

En este afán de invitar a la reflexión y al cuestionamiento de los supuestos establecidos, del proceso de crear conocimiento, de hacer ciencia, podemos mencionar algunos autores con diferentes orientaciones del pensamiento actual.

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