Idealismo
Enviado por • 12 de Febrero de 2015 • 3.321 Palabras (14 Páginas) • 164 Visitas
IDEALISMO.
Expuestas ya las distintas acepciones en que se emplea la palabra «idealismo» (v. i, 1), aquí nos referiremos a los pensadores que a lo largo de la Historia de la Filosofía han sido calificados como idealistas; encontraremos que el uso de este término muestra una equivocidad aún más amplia que la del término idealismo. Analizaremos sucesivamente diversos empleos de la calificación de idealista.
Idealistas platónicos. Se suelen llamar idealistas a los filósofos que se inspiran en las concepciones de Platón (v.); éste es considerado así como el primer idealista. Lo central de su concepción es considerar que lo más irreductible, lo «realmente real», es la idea (eidos), entendiendo por tal no la entidad psicológica de nuestro esquema mental o concepto subjetivo, ni tampoco la entidad lógica (es decir, no real) de la estructura ideal de los pensamientos (conceptos, juicios y raciocinios, en su aspecto objetivo o lógico) sino la esencia (ousía) o forma (morphé) de cada cosa, es decir, una especie de estructura nuclear de la cosa. Al conjunto de notas comunes a todos los individuos de un tipo se le confiere una unidad estructural que se interpreta no sólo como real sino precisamente como lo más real; esto es lo verdaderamente platónico. La esencia (v.) o idea (v.) es real en un sentido más fuerte y primario que el individuo (v.) mismo.
Hay que observar que si a Platón se le llama idealista en cuanto que lo que toma como máxima realidad son las ideas, también se le llama realista en cuanto que confiere realidad separada a los conceptos universales (v.), cosa que no hacen ni los conceptualistas (los universales serían meros conceptos) ni los nominalistas (los universales serían meros nombres). Esta terminología comenzó a usarse en la Edad Media, a partir de Boecio (v.), quien plantea el problema de la naturaleza del universal, problema que luego se convierte en cuestión tópica en las disputas filosóficas medievales (v. CONCEPTUALISMO; NOMINALISMO).
Suele denominarse idealistas a los filósofos que siguen de algún modo la tradición metafísica platónica. Ello ocurre, en primer lugar, en el propio pensamiento griego, donde algunos autores del s. Ii (Cayo, Albino, Numenio de Apamea, etc.) representan una postura crítica de las tendencias estoicas consideradas como demasiado naturalistas (V. ECLECTICISMO I, 2).
Posteriormente, desde el s. ni ocupa el centro de la filosofía griega, ya en la fase llamada helenística (v.), la corriente de los neoplatónicos (v.) que, entroncando con el renacimiento pitagórico del principio de nuestra Era, y con la especulación del judío Filón de Alejandría (v.), significa una vuelta al platonismo, aunque con una mentalidad calificada como «mística» (que interpreta como positivas realidades las fuerzas supra-humanas de lo divino) que estaba mucho menos acentuada en Platón. Plotino (v.), Porfirio, fámblico, Proclo son los neoplatónicos más relevantes. Pero la tendencia se conecta con el pensamiento cristiano a través de varios escritores de los s. iv y v: Mario Victorino, Macrobio, Calcidio y por fin Boecio (m. 525).
La denominación de idealista aplicada a Platón y los platónicos encierra una alusión al carácter excluyente o apriórico que se concede a la realidad inteligible frente a la sensible. En este sentido, el pensamiento filosófico de los primeros cristianos (v. PATRÍSTICA) y de los primeros siglos medievales -impregnados de honda preocupación religiosa- es de algún modo platonizante. Pero el platonismo solía también implicar un monismo (v.) del ser a favor de la realidad inteligible o espíritu, que resulta postulada como única hasta el punto de que las demás realidades no se consideran sino como un desarrollo del espíritu. En este respecto, la filosofía medieval, esencialmente pluralista, partidaria de la ontonomía de los distintos niveles de ser, se va volviendo anti-idealista a partir sobre todo del s. xii. Así, desde Roscelino (v.) empiezan a aumentar los enemigos del realismo platónico de los universales; y con la irrupción del aristotelismo árabe se confirma la voluntad medieval de poner el centro de la realidad en el individuo (y no en el universal).
La filosofía moderna es, en la acepción platónica, fundamentalmente anti-idealista. Desde el s. XVII hay una subjetivización progresiva - a partir de Descartes- que en el momento de Kant llega a sustituir el correlato óptico de lo universal por un apriori trascendental; en definitiva, se trata de una interpretación que deja de atribuir realidad óptica a los universales, es decir, una interpretación antiplatónica.
Finalmente, desde los últimos años del s. xix, Platón reaparece, con distintos motivos, en la filosofía actual, pero en muchos casos, más que una vuelta a la metafísica platónica, lo que hay es una vuelta al realismo (v.) gnoseológico, superando la actitud idealista del s. xix que luego examinaremos y que sólo en algunos aspectos se parece a la platónica. Es lo que ocurre con el método de la fenomenología (v.) que quiere alcanzar, poniendo «entre paréntesis» lo fáctico, el nivel de las esencias; y aunque Husserl rechaza como absurda la hipostización platónica de las ideas, al considerar a éstas como dotadas de objetividad, el sistema husserliano es una cierta aproximación a Platón. Lo mismo acontece en la concepción filosófica de Whitehead (v.), en cuya noción de «objeto eterno» hay sin duda una cierta semejanza con la noción platónica de idea. También en Hartmann (v.), a pesar de su radical aristotelismo, podemos encontrar una atención decidida por el platonismo en su interés por el ser ideal, sobre el cual desarrolló una amplia teoría.
Idealistas empíricos. En un sentido antagónico del platónico se llama también idealista (y ello es una excepción al rasgo dominante, que hemos señalado, de la filosofía moderna) a Berkeley (v.). Este continúa la tesis lockiana que rechaza las ideas innatas y establece que todo viene de la experiencia (v.), pero llega más lejos que Locke (v.) y sobre todo alcanza una conclusión metafísica muy distinta. Para Berkeley no son -como para Locke- las cualidades (v.) secundarias (sonidos, colores, gustos, etc.) las únicas que no tienen realidad, sino que para el pensador irlandés tampoco las cualidades primarias (solidez, extensión, figura, etc.) tienen realidad en el sentido de una exterioridad autónoma; es decir, lo que existe propiamente es el espíritu humano y en último término Dios. Si en Locke el resultado metafísico es un mecanicismo de las ideas que son en el fondo nada más que percepciones (v.), en Berkeley el resultado es un espiritualismo; por
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