Identidad cultural y educación
Enviado por dorelysraga • 10 de Mayo de 2014 • Ensayo • 1.450 Palabras (6 Páginas) • 187 Visitas
OCTAVA CARTA
Identidad cultural y educación
Preguntarnos sobre las relaciones entre la identidad cultural —que siempre tiene un
elemento de clase social— de los sujetos de la educación y la práctica educativa, es
algo que se nos impone. Es que la identidad de los sujetos tiene que ver con las
cuestiones fundamentales del plan de estudios, tanto el oculto como el explícito, y
obviamente con cuestiones de enseñanza y de aprendizaje.
Sin embargo, me parece que analizar la cuestión de la identidad de los sujetos de la
educación, educadores y educandos, implica recalcar, desde el comienzo de tal
ejercicio que la identidad cultural, expresión cada vez más usada por nosotros, no
puede pretender agotar la totalidad del significado del fenómeno cuyo concepto es la
identidad. El atributo cultural acrecentado por el restrictivo de clase no agota la
comprensión del término "identidad". En el fondo, mujeres y hombres nos hacemos
seres especiales y singulares. A lo largo de una larga historia conseguimos desplazar
de la especie el punto de decisión de mucho de lo que somos y de lo que hacemos
individualmente para nosotros mismos, si bien dentro del engranaje social sin el cual
tampoco seriamos lo que estamos siendo. En el fondo, no somos sólo lo que
heredamos ni únicamente lo que adquirimos, sino la relación dinámica y procesal de
lo que heredamos y lo que adquirimos.
Hay algo en lo que heredamos que François Jacob24 destaca en una entrevista a El
Correo de la UNESCO y que
24 Le Courrier de u UNESCO, op cit.
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es de la más alta importancia para la comprensión de nuestro tema. "Estamos
programados, pero para aprender", dice Jacob. Y es precisamente porque nos fue
posible, gracias a la invención de la existencia —algo más que la vida misma y que
nosotros creamos con los materiales que la vida nos ofreció—, desplazar de la
especie para nosotros el punto de decisión de mucho de lo que estamos y estaremos
siendo. Y más aún, porque con la invención social del lenguaje, lado a lado con la
operación sobre el mundo, prolongamos el mundo natural, que no hicimos, en un
mundo cultural e histórico que es producto nuestro, que nos volvimos animales
permanentemente inscritos en un proceso de aprender y de buscar. Proceso que
sólo se hace posible en la medida en que "no podemos vivir a no ser en función del
mañana" (Jacob, 1991).
Aprender y buscar, a los que necesariamente se juntan enseñar y conocer y que por
su parte no pueden prescindir de libertad, no sólo como donación sino como algo
indispensable y necesario, como un sine qua non por el que debemos luchar
permanentemente, forman parte de nuestra manera de estar siendo en el mundo. Y
es justamente porque estamos programados pero no determinados, estamos
condicionados pero al mismo tiempo conscientes del condicionamiento, por lo que
nos hacemos aptos para luchar por la libertad como proceso y no como meta. Es por
eso también por lo que el hecho de que "cada ser —dice Jacob— contiene en sus
cromosomas todo su pro-pio futuro", no significa de ninguna manera que nuestra
libertad se ahogue o se sumerja en las estructuras hereditarias como si ellas fuesen
el lugar indicado para la desaparición de nuestra posibilidad de vivirla.
Condicionados, programados pero no determinados, nos movemos con un mínimo
de libertad de que disponemos en el marco cultural para ampliarlo. De esta manera,
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a través de la educación como expresión también cultural podemos "explorar más o
menos las posibilidades inscritas en los cromosomas" (Jacob, 1991).
Queda clara la importancia de la identidad de cada uno de nosotros como sujeto, ya
sea como educador o educando, en la práctica educativa. Y de la identidad entendida
en esta relación contradictoria que somos nosotros mismos entre lo que heredamos y
lo que adquirimos. Relación contradictoria en la que a veces lo que adquirimos en
nuestras experiencias sociales, culturales, de clase, ideológicas, interfiere
vigorosamente a través del poder de los intereses, de las emociones, delos
sentimientos, de los deseos, de lo que se viene llamando "la fuerza del corazón" enla estructura hereditaria. Por eso mismo es que no somos ni una cosa ni la otra.
Repitamos, ni sólo lo innato ni tampoco únicamente lo adquirido.
La llamada "fuerza de la sangre", para utilizar una expresión popular, existe, pero no
es determinante. Con la presencia de lo cultural, ella sola no lo explica todo.
En el fondo, la libertad como hazaña creadora de los seres humanos, como aventura,
como experiencia de riesgo y de creación, tiene mucho que ver con la relación entre
lo que heredamos y lo que adquirimos.
Las interdicciones a nuestra libertad son resultado, mucho más de las
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