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Identidad cultural y educación


Enviado por   •  10 de Mayo de 2014  •  Ensayo  •  1.450 Palabras (6 Páginas)  •  188 Visitas

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OCTAVA CARTA

Identidad cultural y educación

Preguntarnos sobre las relaciones entre la identidad cultural —que siempre tiene un

elemento de clase social— de los sujetos de la educación y la práctica educativa, es

algo que se nos impone. Es que la identidad de los sujetos tiene que ver con las

cuestiones fundamentales del plan de estudios, tanto el oculto como el explícito, y

obviamente con cuestiones de enseñanza y de aprendizaje.

Sin embargo, me parece que analizar la cuestión de la identidad de los sujetos de la

educación, educadores y educandos, implica recalcar, desde el comienzo de tal

ejercicio que la identidad cultural, expresión cada vez más usada por nosotros, no

puede pretender agotar la totalidad del significado del fenómeno cuyo concepto es la

identidad. El atributo cultural acrecentado por el restrictivo de clase no agota la

comprensión del término "identidad". En el fondo, mujeres y hombres nos hacemos

seres especiales y singulares. A lo largo de una larga historia conseguimos desplazar

de la especie el punto de decisión de mucho de lo que somos y de lo que hacemos

individualmente para nosotros mismos, si bien dentro del engranaje social sin el cual

tampoco seriamos lo que estamos siendo. En el fondo, no somos sólo lo que

heredamos ni únicamente lo que adquirimos, sino la relación dinámica y procesal de

lo que heredamos y lo que adquirimos.

Hay algo en lo que heredamos que François Jacob24 destaca en una entrevista a El

Correo de la UNESCO y que

24 Le Courrier de u UNESCO, op cit.

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es de la más alta importancia para la comprensión de nuestro tema. "Estamos

programados, pero para aprender", dice Jacob. Y es precisamente porque nos fue

posible, gracias a la invención de la existencia —algo más que la vida misma y que

nosotros creamos con los materiales que la vida nos ofreció—, desplazar de la

especie para nosotros el punto de decisión de mucho de lo que estamos y estaremos

siendo. Y más aún, porque con la invención social del lenguaje, lado a lado con la

operación sobre el mundo, prolongamos el mundo natural, que no hicimos, en un

mundo cultural e histórico que es producto nuestro, que nos volvimos animales

permanentemente inscritos en un proceso de aprender y de buscar. Proceso que

sólo se hace posible en la medida en que "no podemos vivir a no ser en función del

mañana" (Jacob, 1991).

Aprender y buscar, a los que necesariamente se juntan enseñar y conocer y que por

su parte no pueden prescindir de libertad, no sólo como donación sino como algo

indispensable y necesario, como un sine qua non por el que debemos luchar

permanentemente, forman parte de nuestra manera de estar siendo en el mundo. Y

es justamente porque estamos programados pero no determinados, estamos

condicionados pero al mismo tiempo conscientes del condicionamiento, por lo que

nos hacemos aptos para luchar por la libertad como proceso y no como meta. Es por

eso también por lo que el hecho de que "cada ser —dice Jacob— contiene en sus

cromosomas todo su pro-pio futuro", no significa de ninguna manera que nuestra

libertad se ahogue o se sumerja en las estructuras hereditarias como si ellas fuesen

el lugar indicado para la desaparición de nuestra posibilidad de vivirla.

Condicionados, programados pero no determinados, nos movemos con un mínimo

de libertad de que disponemos en el marco cultural para ampliarlo. De esta manera,

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a través de la educación como expresión también cultural podemos "explorar más o

menos las posibilidades inscritas en los cromosomas" (Jacob, 1991).

Queda clara la importancia de la identidad de cada uno de nosotros como sujeto, ya

sea como educador o educando, en la práctica educativa. Y de la identidad entendida

en esta relación contradictoria que somos nosotros mismos entre lo que heredamos y

lo que adquirimos. Relación contradictoria en la que a veces lo que adquirimos en

nuestras experiencias sociales, culturales, de clase, ideológicas, interfiere

vigorosamente a través del poder de los intereses, de las emociones, delos

sentimientos, de los deseos, de lo que se viene llamando "la fuerza del corazón" enla estructura hereditaria. Por eso mismo es que no somos ni una cosa ni la otra.

Repitamos, ni sólo lo innato ni tampoco únicamente lo adquirido.

La llamada "fuerza de la sangre", para utilizar una expresión popular, existe, pero no

es determinante. Con la presencia de lo cultural, ella sola no lo explica todo.

En el fondo, la libertad como hazaña creadora de los seres humanos, como aventura,

como experiencia de riesgo y de creación, tiene mucho que ver con la relación entre

lo que heredamos y lo que adquirimos.

Las interdicciones a nuestra libertad son resultado, mucho más de las

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