Igualmente, con el paso del tiempo, su relación fue evolucionando

que trabajaba acompañada de su gato calculista. Por lo visto, su primera impresión de él no fue nada positiva.

“Talita, ofendida por la recepción, lo encontró positivamente desagradable y anunció que se volvía al circo con el gato.” (Capítulo 38)

Igualmente, con el paso del tiempo, su relación fue evolucionando. Practicaban diálogos del diccionario y juegos absurdos de palabras, que evocaban vivencias de su infancia, y moldearon su personalidad y maduración. Tenían algo especial juntos, que los hacía pasar muy buenos momentos. Oliveira quedaba fascinado por su creatividad y sabiduría, ya que era una lectora de enciclopedias y se interesaba por los pueblos nómades y culturas trashumantes. Horacio, al intentar demostrarle la capacidad que tenía para asimilar su vocabulario, llamaba mucho la atención de Traveler, quien se mostraba muy molesto.

La relación entre ellos se iba haciendo cada vez más fuerte. Ambos se sentían identificados en el otro, ya que tenían casi los mismos intereses. Ella era muy feliz con Traveler, pero Horacio tenía algo que lo hacía muy semejante a él. Varias veces le dijo a su esposo del increíble parecido que encontraba en ellos, que eran como “hermanos geninísticos”. Traveler no lo negaba, sabía que no estaba equivocada y que tenían muchas actitudes y una forma de ser muy similar.

“Talita admiraba la fuerza de Oliveira casi tanto como la astucia y las invenciones de Traveler. "Son realmente dos gliptodontes", pensaba enternecida.”

“– Cómo te parecés a Horacio – dijo Talita –. Es increíble cómo te parecés.” (Capítulo 41)

Talita ya no sabía cómo manejar esa sensación de Horacio, ese habitar en el territorio de uno sólo, que comprendía a Traveler y a Oliveira juntos, al mismo tiempo pero en distintos lugares. Integraban un triángulo casi familiar que los mantenía unidos, y Talita se sentía habitada por Horacio, por ese territorio del que hablaba. Ellos eran más amigos de lo que parecía, y la presencia de Horacio de veras lo entusiasmaba, pero por momentos se consideraba un tanto frustrado por culpa de él. Talita se sentía en el medio de los dos, como una especie de puente que los separaba.

“Oliveira había bajado los brazos y parecía indiferente a lo que Talita hiciera o no hiciera. Por encima de Talita miraba fijamente a Traveler, que lo miraba fijamente.

"Estos dos han tenido otro puente entre ellos", pensó Talita. "Si me cayera a la calle ni se darían cuenta." (Capítulo 41)

Horacio comienza a confundir a Talita con La Maga, ya que en ella la busca, y la siente como si la hubiera encontrado. Pero ese reencuentro dura unos segundos hasta que se da cuenta que en realidad es Talita. De esta manera llega a tal punto su confusión que la besa un día y a partir de ese momento, ve a La Maga en todas partes en la que está ella.

“– Es una noche de grandes confidencias – dijo Oliveira, mirándola despacio.

– Muy grandes – dijo Talita –. La Maga era solamente un nombre, y ahora ya tiene una cara. Todavía se equivoca en el color de la ropa, parece.” (Capítulo 54)

Esta situación confunde mucho a Oliveira, ya que recuerda que le había pasado lo mismo el día que la conoció, en el puerto. También le pareció ver a La Maga en vez de a Talita. Y ella, evidentemente, también se da cuenta de eso.

“–Yo

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