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Ilustracion


Enviado por   •  4 de Abril de 2013  •  2.909 Palabras (12 Páginas)  •  280 Visitas

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IMMANUEL KANT

Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784)

La ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad.1 La minoría de edad

significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro. Uno mismo es

culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento,

sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude!

¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la ilustración.

La pereza y la cobardía con las causas de que una gran parte de los hombres permanezca,

gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza

los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes)2: y por eso es tan fácil para otros erigirse en sus

tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual

que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc, entonces no necesito

esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea.

Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan

ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligrosos para la

mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo). Después de haber entontecido a sus

animales domésticos, y procurar cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no pueda atreverse a

dar un paso sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el peligro que les amenaza

si intentan caminar solos. Lo cierto es que este peligro no es tan grande, pues ellos aprendería a

caminar solo después de cuantas caídas: sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por

lo general, les hace desistir de todo intento.

Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en

naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su propio

entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y formulas, instrumentos

mecánicos de uso racional -o más bien abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una

permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daría un salto inseguro para

salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos libres. Por eso, pocos

son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y

proseguir, sin embargo, con paso seguro.

1 El término Unmündigkeit se presta a varias traducciones en castellano, pero todas ellas hacen referencia a una cierta

"inmadurez" de quien predica la término. Lo hemos traducido por "minoría de edad", conservando así según nuestra opinión,

toda la carga semántica que tiene el término en alemán. Sin embargo, en otros contextos hemos preferido las palabras

"dependencia"; o "no emancipación". Por el contrario, el término Mündigkeit , que traducimos por "mayoría de edad" por

seguir con le metáfora kantiana, podría traducirse en todos los casos por "emancipación".

2 Del latín, mayor de edad por naturaleza (físicamente), mientras que intelectualmente continúa siendo menor de edad.

Immanuel Kant: Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784)

2

Pero, en cambio, es posible que el público se ilustre a sí mismo, algo que es casi inevitable si se le

deja en libertad. Ciertamente, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos,

incluso entre los establecidos tutores de la gran masa, los cuales, después de haberse autoliberado

del yugo de la minoría de edad, difundirán a su alrededor el espíritu de una estimación racional del

propio valor y de la vocación de todo hombre a pensar por sí mismo. Pero aquí se ha de señalar algo

especial: aquel público que anteriormente había sido sometido a este yugo por ellos obliga más tarde,

a los propios tutores a someterse al mismo yugo; y esto es algo que sucede cuando el público es

incitado a ello por algunos de sus tutores incapaces de cualquier Ilustración. Por eso es tan perjudicial

inculcar prejuicios, pues al final terminan vengándose de sus mismos predecesores y autores. De ahí

que el público pueda alcanzar sólo lentamente la Ilustración. Quizá mediante una revolución sea

posible derrocar el despotismo, pero nunca se consigue la verdadera reforma del modo de pensar,

sino que tanto los nuevos como los viejos prejuicios servirán de riendas para la mayor parte de la

masa carente de pensamiento.

Pero para esta Ilustración únicamente se requiere libertad, y, por cierto, la menos perjudicial entre

todas las que llevan ese nombre, a saber, la libertad de hacer siempre y en todo lugar uso público3 de

la propia razón. Mas escucho exclamar por doquier: ¡No razonéis! El oficial dice: ¡No razones,

adiéstrate! El funcionario de hacienda: ¡No razones, paga! El sacerdote: ¡No razones, ten fe! (Sólo un

único señor en el mundo dice razonad todo lo que queráis, pero obedeced.) Por todas partes

encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿qué limitación impide la Ilustración? Y, por el contrario,

¿cuál la fomenta?. Mi respuesta es la siguiente: el uso público de la razón debe ser siempre libre;

sólo este uso pueda traer Ilustración entre los hombres. En cambio, el uso privado de la misma

debe ser a menudo estrechamente limitado, sin que ello obstaculice, especialmente, el progreso de la

Ilustración. Entiendo por uso público de la propia razón aquél que a alguien hace de ella en cuanto

docto (Gelehrter) ante el gran público del mundo de los lectores. Llamo uso privado de la misma a la

utilización que le es permitido hacer de un determinado puesto civil o función pública. Ahora bien, en

algunos asuntos que transcurren en favor del interés público se necesita cierto mecanismo, léase

unanimidad artificial en virtud del cual algunos miembros del estado tiene que comportarse

pasivamente, para que el gobierno los guíe hacia fines públicos o, al menos, que impida la

destrucción de estos fines. En tal caso, no está permitido razonar, sino que se tienen que obedecer,

en tanto que esta parte de la máquina

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