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Informacion de ese señor que era mi padre


Enviado por   •  26 de Abril de 2018  •  Síntesis  •  2.935 Palabras (12 Páginas)  •  152 Visitas

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Ficha del cuento

Nombre del cuento: Ese señor que era mi papá

Nombre del autor: Mario Vargas Llosa

Época a la que pertenece al autor: 28 de Marzo de 1936

Nombre del libro en el que aparece el cuento: El pez en el agua memorias

Nombre de la editorial que público el libro: Seix Barral

Año en la que la editorial publico el libro: 1993


Resumen del cuento

Ese señor que era mi papá

Eran 1946, ya habíamos dado los exámenes en el Salesiano, yo había terminado el quinto de primaria.

 —Tú ya lo sabes—dijo mi mamá, sin que lo temblara la voz—. ¿No es cierto?

— ¿Qué cosa?

 —Que tu papá no estaba muerto.

 —Por supuesto. Por supuesto. Pero no lo sabía, ni  lo sospechaba, y fue como si el mundo se me paralizara de sorpresa. Había sido cuidadosamente ocultada por mi madre, mi vasta familia con la que pasé mi infancia, en Cochabamba, había avergonzado a mi familia materna (mi única familia, en verdad) y destruido la vida de mi madre cuando era todavía poco más que una adolescente. Una historia que había comenzado once años atrás. Mi madre tenía diecinueve años. Había ido para asistir al matrimonio de algún pariente, aquel 10 de marzo de 1934, cuando, alguien le presentó al encargado de la estación de radio de Panagra, versión primigenia de la Panamerican: Ernesto J. Vargas. Él tenía veintinueve años y era muy buen mozo. Mi madre quedó prendada de él desde ese instante y para siempre. Y se enamoró también. El noviazgo fue epistolar; no volvieron a verse hasta un año después, cuando mi padre —al que la Panagra acababa de mutar de nuevo, ahora a Lima— reapareció por Arequipa para la boda. Se casaron el 4 de junio de 1935, en la casa donde vivían los abuelos, en el bulevar Parra, adornada primorosamente para la ocasión, y en la foto que sobrevivió (me la mostrarían muchos años después), se ve a Dorita posando con su vestido blanco de larga cola y tules traslúcidos, con una expresión nada radiante, más bien grave, y en sus grandes ojos oscuros una sombra inquisitiva sobre lo que le depararía el porvenir.

 Lo que le deparó fue un desastre. Después de la boda, viajaron a Lima de inmediato, donde mi padre era radio-operador de la Panagra. Vivían en una casita de la calle Alfonso Ugarte, en Miraflores. Desde el primer momento Dorita fue sometida a un régimen carcelario, prohibida de frecuentar amigos y, sobre todo, parientes, obligada a permanecer siempre en la casa.

Las únicas salidas las hacía acompañada de mi padre y consistían en ir a algún cinema o a visitar al cuñado mayor, César, y a su esposa Orieli, que vivían también en Miraflores.  Muchos años más tarde, cuando yo ya tenía canas y me fue posible hablar con ella de los cinco meses y medio que duró su matrimonio, mi madre seguía aún repitiendo la explicación familiar del fracaso conyugal: el mal carácter de Ernesto y sus celos endemoniados.

Pero la verdadera razón del fracaso matrimonial fue la enfermedad nacional por antonomasia, aquella que infesta todos los estratos y familias del país y en todos deja un relente que envenena la vida de los peruanos: el resentimiento y los complejos sociales. Porque Ernesto J. Vargas, pese a su blanca piel, sus ojos claros y su apuesta figura, sintió siempre que pertenecía a una familia socialmente inferior a la de su mujer. Las aventuras, desventuras y diabluras de mi abuelo Marcelino habían ido empobreciendo y rebajando a la familia Vargas hasta el ambiguo margen de mestizos Siempre se es blanco o cholo de alguien, porque siempre se está mejor o peor situado que otros, o se es más o menos pobre o importante, o de rasgos más o menos occidentales o mestizos o indios o africanos o asiáticos que otros, y toda esta selvática nomenclatura que decide buena parte de los destinos individuales se mantiene gracias a una efervescente construcción de prejuicios y sentimientos Es un grave error, cuando se habla de prejuicio racial y de prejuicio social, creer que éstos se ejercen sólo de arriba hacia abajo.

Mi abuelo paterno, Marcelino Vargas, había nacido en Chancay y aprendido el oficio de radio operador, que enseñaría a mi padre en las breves pausas de su agitada existencia. Pero la pasión de su vida fue la política. Entró a Lima por la puerta de Cocharcas con las montoneras de Piérola, el 17 de marzo de 1885, cuando era un mozalbete. Y fue después fiel seguidor del caudillo liberal Augusto Durán, en cuyas peripecias políticas lo acompañó, por lo que vivió a salto de mata, pasando de prefecto de Huánuco a deportado en Ecuador y preso y prófugo en muchas ocasiones. Esta sobresaltada vida obligó a mi abuela Zenobia Maldonado —una mujer a la que las fotos muestran con expresión implacable y de quien mi padre decía conmovido que no vacilaba en azotarlos hasta la sangre a él y a sus hermanos cuando se portaban mal— a hacer toda clase de milagros para dar de comer a sus cinco hijos, a los que prácticamente crió y educó ella sola

Componentes del cuento

En el cuento “Ese señor era mi papá” por Mario Vargas Llosa el tipo de narrador es primera persona ya que la forma en que lo relatan es por parte del personaje principal.

El conflicto principal de la historia con la familia de Mario ya que hasta los 11 años pensó que su padre estaba muerto y luego su mamá le dice que no, pero le cuenta los detalles de cómo lo conoció incluyendo las dificultades de que fuera 10 años mayor que ella, que ella tuviera un hijo aun siendo adolescente y los daños que le provoco a su familia materna, así como a los abusos sometida por los celosos y carácter de Ernesto, que la tenía en “arresto domiciliario” por los 5 meses y medio de su matrimonio

Las partes de la historia:

En el cuento “Ese señor que era mi papá” por Mario Vargas Llosa el tipo de narrador es en primera persona ya que es el personaje principal el que cuenta la historia, con lo que el recuerda que pasa dicen y hacen los personajes.

El conflicto principal de la historia es el cómo su propia madre le dicen a su pequeño hijos que todo su padre no estaba muerto y ella lo había engañado ocultando la verdad, aunque al principio a relación de su madre con su padre era buena los celos y discusiones acabaron con su matrimonio de 5 meses y medio y las dificultades que tuvieron que vivir, ya que en ese pequeño lugar donde residían, el que su mamá fuerá demasiado joven y sin el apoyo de un hombre 10 años mayor, avergonzó a su familia materna, además de los problemas de su abuelo rebajando el nombre de la familia y también su nivel económico

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