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Inteligencia Espiritual- Francesc Torralba


Enviado por   •  16 de Marzo de 2014  •  2.636 Palabras (11 Páginas)  •  1.772 Visitas

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Howard Gardner definió e identificó ocho formas de inteligencia en el ser humano. Desde que expuso su teoría se han abierto muchas vías de investigación y algunos autores afirman que el cuadro de inteligencias de Gardner necesita completarse con una inteligencia más: la espiritual. Francesc Torralba, a través de este libro, defiende la tesis de la necesidad de profundizar y cultivar esta inteligencia ya que ésta es común a todo ser humano, independientemente de su credo religioso, y el olvido de esta dimensión conduce al hombre a un serio empobrecimiento. Para ello define desde las bases filosóficas las formas de inteligencia de Gardner, describe la inteligencia espiritual, la acota, define sus beneficios y propiedades, su relación con las otras formas de inteligencia, y da pautas para ponerla en acción.

En un breve primer capítulo, el autor, da varias definiciones de la palabra inteligencia como capacidad de discernir, de adaptarse, de comprender, de resolver problemas, de planificar,… Reconoce que la inteligencia es una facultad muy escurridiza y muy compleja de abordar.

En el segundo capítulo describe de una forma somera las ocho inteligencias identificadas por Howard Gardner en 1983. La comprensión de las inteligencias múltiples no debe llevarnos a una visión fragmentada de la mente humana. Cada una desarrolla una función peculiar y todas están integradas en el conjunto. Las inteligencias descritas son: la lingüística, la musical, la lógico-matemática, la corporal-kinestésica, la espacial-visual, la intrapersonal, la interpersonal y la naturista. Todas éstas trabajan en concierto y todos utilizamos una mezcla de varias de ellas en distinta medida. Podemos desarrollar algunas de las formas y mantener otras en estado potencial. Es tarea de la educación el desarrollo integral de todas las formas de la inteligencia.

A partir de la reflexión de Daniel Coleman con la inteligencia emocional, se ve la necesidad de ampliar el mapa de inteligencias de Gardner y de entender al ser humano no solo como un ente pensante sino también como un ser que siente, dotado de corazón. Desde aquí, el autor, introduce el debate que se ha abierto a comienzos del siglo XXI con la forma de inteligencia espiritual, existencial o trascendente. Francesc Torralba va citando autores, desde Howard Gardner, que se refieren a ella. Los primeros que la citan como tal fueron los científicos Zohar y Marshall. Según estos dos científicos, “la inteligencia espiritual complementa la inteligencia emocional, y faculta para afrontar y trascender el sufrimiento y el dolor, y para crear valores; da habilidades para encontrar el significado y el sentido de nuestros actos”. En sus investigaciones, llegaron a la conclusión que las personas que cultivan esta forma de inteligencia son más abiertas a la diversidad y tienen una gran tendencia a preguntarse el porqué y el para qué de las cosas, buscan respuestas fundamentales y son capaces de afrontar con valor las adversidades de la vida.

Desde el recorrido por varios autores, llega a la conclusión de que la inteligencia espiritual es específicamente humana, faculta para tener unas aspiraciones profundas, para anhelar una visión de la vida y de la realidad que integre, conecte, trascienda y dé sentido a la existencia.

El término espiritual plantea muchas dificultades, como una visión dualista del ser humano, pero también ayuda a entender que el ser humano no es sólo pura materia. La inteligencia espiritual capacita al ser humano para tener una vida espiritual, que está íntimamente unida a la vida corporal. Al afirmar que la persona es un ser espiritual no se niega su dimensión corporal, más bien se afirma que el ser no se agota en la dimensión física sino la trasciende y la vive de un modo totalmente distinto de un ser que carece de inteligencia espiritual.

La vida espiritual libera a la persona del orden de las necesidades, pero esto implica el cultivo de la inteligencia espiritual. Es apertura, dinamismo hacia lo infinito y es consecuencia de la inteligencia espiritual.

Otro de los ámbitos que aborda el autor en este tercer capítulo referido a la inteligencia espiritual, es el de las necesidades espirituales, un campo muy estudiado en los entornos sanitarios. En palabras de Simone Weil se pueden identificar las siguientes: necesidad de sentido, la de reconciliación con uno mismo y la propia vida, la de reconocimiento de la propia identidad como persona, la de orden, la de verdad, la de libertad, la de arraigo, la de orar, la simbólico-ritual y la de soledad y silencio.

Actualmente hay muchos pensadores que están demandando una espiritualidad desligada de toda religión o creencias. Es la idea de una espiritualidad laica, atea, que vuelve a entrar en el mundo de lo intelectual. La inteligencia espiritual abre la mente a las preguntas últimas, preguntas que exceden a la ciencia pero no por ello son absurdas o estériles. Estas preguntas últimas son un dato que debe considerarse como una expresión de la vida espiritual.

Otro de los elementos que analiza el autor en este tercer capítulo es la relación existente entre el cuerpo y la inteligencia espiritual. Entre ellos hay una íntima relación ya que el cuerpo es la expresión y el instrumento de la inteligencia y la potencia espiritual permite superar barreras y dificultades que no es posible superar son la sola inteligencia corporal.

En el capítulo cuarto, el más extenso del libro, el autor va describiendo las potencialidades o poderes de la inteligencia espiritual. El primero que afronta está relacionado con la pregunta sobre el sentido que está muy ligada con la de la felicidad. La pregunta por el sentido de la existencia y la búsqueda de respuestas plausibles a la misma es posible gracias a la inteligencia espiritual.. La cuestión por el sentido es inherente a todo ser humano independientemente de las creencias religiosas y del marco cultural y religioso en el que esté ubicado. La inteligencia espiritual nos capacita para formularnos tal pregunta, pero esta acontece de una forma más radical cuando uno asume su condición mortal.

Además de la pregunta por el sentido, la inteligencia espiritual capacita a la persona para formularse preguntas últimas o cuestiones fundamentales de la existencia. En este punto el autor constata que hay un crecimiento en el mundo de la ciencia y desarrollo científico pero hay una hipertrofia y atrofia en la vida emocional y en la vida espiritual. De ahí la importancia de la educación, sobre todo en su agente determinante que es la vida espiritual del discípulo, su dimensión esencial.

Otro de los poderes es el de tomar distancia de la realidad circundante, pero también de nosotros mismos, capacidad propia sólo del ser humano. Tomamos distancia para comprender mejor, para penetrar más hondamente en la realidad.

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