LOS DERECHOS SOCIALES: LA DEGENERACION DEL DERECHO: Las Políticas Insostenibles, El Veneno Y El Asesino Progresista Del "milagro Chileno"
Enviado por • 5 de Junio de 2014 • 2.361 Palabras (10 Páginas) • 365 Visitas
Por: Mauricio Zapata
Estudiante de pedagogía en Historia y Geografía
Chile
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Origen de las exigencias
A partir del año 2006 los movimientos sociales en el país se han intensificado, tras las fallas económicas emanadas por políticas insostenibles (impuestos, aranceles, y por los mismos derechos sociales) que han repercutido, aunque en menor medida que en años anteriores, en el bolsillo de las personas. Tras la dificultad de encontrar la raíz del problema, acuden al gobierno en búsqueda de soluciones y que incitados por los líderes políticos que vociferan a través de los medios de comunicación exigencias de intervención del Estado, basándose en que estas reclamaciones tienen un sustento ético y jurídico, pretenden mejorar la situación del país con más del mismo problema que los origino en un principio.
Los derechos sociales que están más en discusión son la educación y la salud, entonces cabe preguntarse más allá de lo que pretende sostener el gobierno a través de la constitución ¿Son (los derechos sociales) un derecho exigibles a la sociedad? ¿O son en realidad bienes y servicios que de la única forma en que se pueden satisfacer es por medio de la creación de recursos?
Al ser actualmente un tema tan polémico es necesario entrar en profundidad al origen de estos derechos, como se desarrollarían y las consecuencias que podrían desencadenar en la sociedad.
Si bien la lucha por alcanzar estos derechos apela a las buenas intenciones que en principio serian: mejorar las condiciones de vida de la gente, permitir que cada individuo pueda satisfacer estas necesidades básicas sin importar las condiciones económicas y sociales de las familias, no está en cuestionamiento que el sentimiento que impulsa a la ciudadanía a demandar mejores condiciones de vida provenga de las mejores intenciones de la gente, pero así como queremos que nuestros cercanos se alimenten de la mejor forma no podemos invadir, atacar y robar una porción de la riqueza de una persona inocente para ejecutar nuestra voluntad.
Por tanto comenzare exponiendo que los derechos sociales como la educación y la salud no son un derecho, y que en su lugar son bienes y servicios económicos que solo se satisfacen con la creación de riqueza previa (Pazos, 2011). Para considerar estos derechos como tal, se tendría necesariamente que trasgredir los derechos de terceros para satisfacerlos.
Comúnmente se argumenta a favor de los derechos sociales mencionando que estos están garantizados en la constitución y la declaración de los derechos humanos. Luis Pazos en su artículo Verdaderos y falsos derechos humanos se refiere a la declaración de los derechos humanos diciendo:
Es importante distinguir cuáles leyes protegen los derechos humanos y cuáles falsamente hablan de derechos humanos, cuando en realidad se refieren a políticas económicas que, aunque se antojan positivas y deseables, no pueden interpretarse o considerarse derechos humanos (Pazos, 2011).
Ya que los recursos para construir una vivienda, comprar y mantener en buen uso maquinas destinadas a al área de la salud o incluso el pago de los sueldos de los profesores no se van a saldar solo con agradecimientos. Y así como menciono Adam Smith en su famoso libro la riqueza de las naciones “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés” (Smith, 1776).
Origen de los derechos sociales
Con el término de la segunda guerra mundial, Estados unidos y la URSS comenzaron lo que sería una progresiva carrera por dominar ideológicamente la mayor cantidad de países como les fuese posible, en muchos casos a través de dictaduras, que obligaban a los países en cuestión a adoptar las políticas dictaminadas por la nación dominante.
A partir de entonces, se dio paso a la “Guerra fría” desde el año 1947 – 1991 aproximadamente, en el que la expansión ideológica abarco territorios como nunca en la historia. En el transcurso de la Guerra Fría resulto inevitable para ambos bandos adoptar características de su antagonista, ya sea por lo atractivo de sus políticas o por imitación, en búsqueda de volver más eficiente su modelo político-económico. En 1918 a raíz de las políticas intervencionistas de la URSS, la economía sufrió la mayor caída de producción datada en la historia (Nove, 1969). A raíz de la hiperinflación, los Dirigentes Socialistas abordaron intentos por mantener el régimen totalitario pero abriéndose de forma silenciosa y paulatina al libre mercado para reponerse de la crisis, con proyectos políticos como los planes quinquenales y la perestroika.
En EEUU la asimilación de características socialistas no se dejó esperar. El presidente Franklin D. Roosevelt en su célebre discurso The Four Freedoms en 1941, declararía en el tercer punto The third is freedom from want que la satisfacción de necesidades económicas son un derecho fundamental que en teoría deberían ser proveídos por el Estado, liberando a las personas de sus necesidades (Roosevelt's, 1941), justificando el avance incontrolable del Estado que nunca antes había tenido (Kaiser, 2013).
Al término de la segunda guerra mundial y con la caída tanto de la Unión soviética como el muro de Berlín, Estados Unidos se encabezaría como el país más rico del planeta, esto hizo redirigir la vista del mundo anteriormente puesta en Europa para ahora centrarse en seguir a Norte América como guía de la civilización.
En Chile la relación con EEUU se estrecha luego de que los militares comandados por el general Augusto Pinochet pusieran en práctica el modelo social de mercado propuesto por los Chicago Boys en el libro El ladrillo. Favorablemente para la economía Chilena, los futuros Presidentes pertenecientes a la concertación mantuvieron el modelo económico social de mercado, lo impulso la economía del país y por lo que muchos autores han mencionado “el milagro chileno”. El profesor de economía de American University en Washington, DC, Manuel Suárez-Mier, elogiará las medidas adoptadas por los militares y políticos de la época diciendo:
El amplio programa de enmiendas económicas comprendido en El ladrillo, constituye un modelo de una agenda reformista ejemplar que empieza por hacer un acertado diagnóstico de las causas del estancamiento económico chileno, que tuvo sus orígenes desde la Gran Depresión de los años treinta (Suárez-Mier, 2010).
Esto se logró solo gracias a la descentralización de los medios de producción, las bajas arancelarias, y diminución gradual del gasto público en favores sociales.
Debido a que estas medidas fueron impulsadas en pleno periodo
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