La Ciencia
Enviado por ddd4552 • 13 de Septiembre de 2013 • 605 Palabras (3 Páginas) • 240 Visitas
Los profesionales de la salud, más allá de su experticia técnica, somos parte de una sociedad y en ese sentido intervienen en nosotros las cargas culturales que lleva el género, ideas, identidad, sentimientos, movimientos, lenguaje corporal, lenguaje oral, vestidos, etc. Uno de los aportes más relevantes que han realizado las ciencias sociales al trabajo en salud, consiste en incorporar las variables psicosociales en la comprensión del proceso de salud-enfermedad en las personas. Ello se traduce en considerar, en las intervenciones sanitarias, el replanteamiento y cuestionamiento de los roles sociales, de la carga sociocultural , que muchas veces enferma o problematiza en forma diferente a hombres y mujeres. Generalmente los servicios de salud se establecen con una aparente “igualdad” para ambos sexos; sin embargo, se nota cada vez más la necesidad de adecuar tanto los servicios como el trato que se da a pacientes según el sexo al que pertenezcan. Esto se hace con el fin de lograr un mayor impacto en la salud de la población. La inequidad entre los géneros ha generado diversos problemas en cuanto a salud; a manera de ejemplo mencionaremos algunos, como la mayor desnutrición entre las niñas que entre los niños, la sobremortalidad femenina por cáncer en edad adulta, la sobremortalidad masculina por causa de accidentes y violencias, etc. Estos ejemplos nos muestran la necesidad de trabajar con la población de manera diferencial tomando en cuenta el enfoque de género. ENFOQUE DE GÉNERO Implica el reconocimiento de los diferentes roles y necesidades de mujeres y hombres; el diferente acceso y control que tienen respecto a las inequidades que resultan de ahí, y a partir del mismo, una toma de acción con el fin de superar tales inequidades que innecesaria e injustamente perjudican a uno u otro de los sexos. Las siguientes consideraciones podrían ayudar a cambiar algunos aspectos que tradicionalmente han pasado desapercibidos tanto para el profesional de la salud como para la población misma. Por ejemplo, la concentración de la función maternal en la mujer, bajo el supuesto de la “naturalidad de la maternidad” a modo de instinto no reconoce el trabajoso y complejo proceso de “convertirse” en madre. Muchas veces, dentro de nuestro espacio profesional seguimos actuando conforme a este mandato social, sobrecargando a la mujer de la labor maternal y separando al hombre del contacto con lo afectivo y con la crianza de los hijos. Nos cuesta aceptar que una madre no pueda asistir al control del niño sano, y lo lleve al padre. Muchas veces etiquetamos negativamente a esa mujer por no estar cumpliendo con lo esperado. 6 Malinarich, A.M., DOMOS, 1991. Manual Conversemos de Salud Sexual 10 Ministerio de Salud Chile Redacción y adaptación IKASTOLA 2002
11. IKAST LA Cuando atendemos a una pareja de adolescentes embarazados, muchas veces reforzamos en el joven, igualmente desorientado que la chica, la responsabilidad económica
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