La Democracia
Enviado por AdrianMachado • 7 de Septiembre de 2013 • 813 Palabras (4 Páginas) • 258 Visitas
“Hay como un estrechamiento de los anchos horizontes de la democracia. Los términos se empobrecen, se vuelven pusilánimes. La palabra “pueblo”, por ejemplo. El pueblo no es la mayoría del pueblo. El pueblo es la totalidad. En la democracia, la mayoría toma decisiones. Pero no se constituye por eso en el fin, en el valor supremo, de la vida política. Cuando el poder queda ocupado por actores que sólo obedecen a las leyes internas para la formación de las mayorías electorales, se consuma la sutil usurpación: El Pueblo, con mayúscula, queda reemplazado por el pueblo con minúscula, por los que hoy y aquí son más, por sus intereses o los de aquellos que consiguen representarlos. A partir de aquí la democracia pierde de vista los elementos cualitativos de la vida en común, que son minoritarios, y se encaminan a cualquiera de sus aberraciones. A políticos que, eficaces en la técnica de sumar votos, confunden esa técnica con las responsabilidades del poder.
Una segunda reducción de conceptos es aún más grave que la anterior. Porque el pueblo, aún concebido como totalidad, no se halla al tope de la escala de valores de una comunidad. El pueblo es el conjunto de los contemporáneos. Pero una nación es más. Es la suma de los que viven, los que ya no viven y los que todavía no viven. La nación es la trayectoria de sucesivos pueblos a través del tiempo; la nación es tiempo. Hay veces en que el pueblo “un pueblo”, debe sacrificarse a ella. No lo hacen acaso los pueblos que, en la guerra, se convierten en anfitriones de la muerte? ¿Para qué? Para que vivan los que no nacieron. Para que no se sonrojen en el reino de Hades los que ya murieron. La nación es una vergüenza colectiva.
Si un pueblo peca de “instantaneísmo”, la nación queda sin vida. Si un pueblo decide vivir bien a costa del futuro, no hay futuro. Las democracias verdaderas suponen el respeto de los muertos y el amor por los nonatos. La soberanía no reside ni en la mayoría ni en la totalidad del pueblo. Reside, en última instancia, en la nación. La democracia que no se eleva a esta perspectiva cae en democratismo, en decadencia y exceso. Es el democratismo y no la democracia lo que se halla hoy en crisis.
Estas observaciones adquieren contornos dramáticos en un momento en que, como consecuencia de la explotación abusiva de los recursos terrestres, la generación actual corre el riesgo de dejar a las que vengan a sucederles una tierra inerte.
No hay verdadera democracia sin magnanimidad, que es la virtud de elevarse por encima de sí. Sin esta clase de alcurnia, no hay democracia. Nuestro mal no es la democracia sino la pusilanimidad”.
1. La oración que expresa el tema central del escrito es:
1. Las generaciones actuales sólo piensan en vivir el momento presente.
2. Los amplios horizontes de democracia se estrechan por carencia
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