La Diversidad Del Lenguaje

Introducción:

El principal propósito de éste trabajo es definir si el lenguaje es universal o no, otro de los propósitos es el de obtener una buena calificación en la materia.

Hablaré acerca de si es que las palabras que usamos cotidianamente para nombrar las cosas nombran (valga la redundancia) lo que las cosas realmente son; es decir, sus esencias o ver si por lo menos se acercan a éstas esencias. Para ello me basaré en la lectura de los libros:

Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral de Friederich Nietzsche

El diálogo Cratilo de Platón

y El discurso del Método de René Descartes

La universalidad del lenguaje

Para empezar a hablar sobre el lenguaje hay que hacer la distinción entre éste y lo que es la lengua. Ferdinand de Saussure dice: El lenguaje descansa en una facultad que tenemos de la naturaleza, mientras que la lengua es una cosa adquirida y convencional, que debería estar subordinada al instinto natural en vez de imponerse a él. La lengua no es más que una parte determinada del lenguaje, es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias; es un todo en sí y un principio de clasificación.

El humano posee un impulso que lo hace querer ir siempre hacia la verdad, y, es este impulso el que lo hace crear el lenguaje, ya que este es el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad. En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser “verdad”, es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad

Lenguaje, una palabra que irónicamente se usa para designar a la facultad humana de crear un grupo de palabras que empleamos los seres humanos para comunicarnos, pero, ¿Es esta una definición real de lo que es el lenguaje? .Existen muchas definiciones del lenguaje, pero, al final, todas coinciden en un punto: El lenguaje posibilita la comunicación. Esto da lugar a pensar que el lenguaje es, hasta cierto punto, universal dado que todos los individuos que pertenecemos a un mismo grupo social, religión, cultura, país, etc. somos capaces de entenderlo y/o por lo menos conocemos las reglas y estructuras del lenguaje, o mejor dicho, de la lengua que utilizamos para comunicarnos con los que nos rodean y para nombrar y designar las cosas y así lo es, puesto que todos poseemos la facultad de, por así decirlo, crear lenguas e idiomas y, con una referencia, nos da la posibilidad de aprender y comprender los distintos idiomas existentes en el mundo. Ahora bien la pregunta sería ¿En donde reside la facultad del lenguaje? Desde el punto de vista filosófico esta facultad reside en la razón, dado que, como menciona Descartes

El buen juicio (Razón) es una cosa de la cual todos estamos bien provistos y nadie dice tenerlo en mayor medida o estar desprovisto de él

y el ir por el mundo haciendo buen uso de ésta Razón nos ayudará a nombrar las representaciones de las cosas.

Este lenguaje lo usamos cotidianamente para nombrar las cosas y para comunicarnos entre los miembros de una misma comunidad lingüística, pero, ¿realmente el lenguaje nos sirve para nombrar las cosas y sus características reales (su esencia)? La respuesta es no, porque el lenguaje es simplemente un conjunto de palabras que lo que hacen no es nombrar lo que las cosas realmente son, sino lo que las cosas aparentan ser a través de lo que muestran a nuestros sentidos, Nietzsche señala que las palabras son reproducciones de sonido a partir de un impulso nervioso que asociamos a la existencia de una causa fuera de nosotros es decir, asociamos las palabras que emitimos hacia una “cosa” que se encuentra en nuestro medio

También podríamos participar de la creencia de que el Alma es inmortal y esto haría que la facultad del lenguaje se alojara en ella, resultando en un caso de simple reminiscencia, ya que los conceptos que utilizamos se encuentran ahí, solamente recordamos y representamos. Esta creencia en la inmortalidad del Alma puede explicar el por qué llamamos a las cosas con un nombre sin haberlas visto antes. Por ejemplo: Una persona que no ha

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