La Estudiosidad
rokomelono21 de Noviembre de 2013
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LA ESTUDIOSIDAD
Es una virtud íntimamente relacionada con el conocimiento de la verdad. El amor a la verdad perecería ser hoy más necesario que nunca, el amor a la verdad total, no solo a la verdad especulativa sino también la práctica. De hecho, toda la verdad es práctica; la más abstracta en apariencia, la más sublime, es también la más práctica. Toda verdad es vida, orientación para el hombre.
I. Estudiosidad como virtud
Una cosa es el conocimiento de la verdad tomada en sí misma y otra el apetito de conocer la verdad. En el lenguaje cotidiano la palabra estudiosidad se suele referir a la particular dedicación de un buen alumno. La traducción de studiositas por “aplicación del estudio”, la palabra studium, dice “importa la aplicación intensa de la mente a algo”, esto es lo que significa dicha palabra, dedicarse a algo, ocuparse en alguna cosa, trabajar con empeño. Como no los dice Santo Tomas: “Lo primero a que se aplica la mente es al conocimiento, y luego a aquellas cosas a las que el hombre se dirige mediante el conocimiento. Por eso el estudio se ordena primero al conocimiento.
El conocimiento puede ser considerado desde dos puntos de vista: en el acto mismo de conocer o en el acto del apetito de conocer. En el primer caso porque atiende a la verdad que se contiene en el juicio, dicha ejercitación pertenece a las llamadas “virtudes intelectuales”. En el segundo, en cambio, porque apunta a la recta voluntad de aplicar la potencia cognoscitiva a un objeto determinado, es decir, a la verdad, y ello tan solo por amor a la verdad, pertenece a las “virtudes morales” y más concretamente a la estudiosidad. El acto mismo de conocer se muestra, así, como un acto propio de la inteligencia, el acto de apetito de conocer se presente como un acto dependiente de la voluntad. El estudio o vehemente aplicación de la mente al conocimiento de la verdad es algo que debe ser regulado en su justo medio por la virtud moral. Así como el hombre, en conformidad con su naturaleza corporal, naturalmente apetece el placer de los alimentos y de los objetos venéreos, así, en conformidad con su alma desea naturalmente conocer algo: por lo que dice el filósofo todos los hombres desean naturalmente conocer. La moderación de dicho apetito pertenece a la virtud de la estudiosidad, de donde se sigue que la estudiosidad es parte potencia de la templanza, como virtud secundara y agregada a la virtud principal. La estudiosidad debe ser también medido y regulado, dicha regulación se aplica a dos ámbitos: el del fin de estudio, y el del modo como se tiende al fin.
Sabemos que nuestro conocimiento tiende a la verdad, y a una verdad “verdadera”, para alcanzar dicha meta, la virtud de la estudiosidad nos ayuda a evitar las falacias y los engaños, que extravían la mente, nos incita a esquivar todos los atajas que nos apartan del fin, que no puede ser otro que la verdad, la ciencia. La estudiosidad nos indica el modo de cómo debemos aspirar a la verdad. La regulación del apetito de la verdad es lo propio de la virtud de la estudiosidad.
II. Las condiciones de la estudiosidad.
Lo primero que se debe hacer si se desea adquirir la virtud de la estudiosidad es comenzar por establecer en nosotros una zona del silencio, vivimos en una sociedad signada por el ruido, entre sirenas y bocinas. Se vuelve pues imprescindible, el habito del silencio, al menos creando pequeños islotes de silencio en medio de esta selva de alboroto en que nos movemos. Decía Saint-Exupery que el silencio es “el espacio donde el espacio donde el espíritu no puede desplegar las alas”, solo del silencio brotara la palabra, no de la radio ni de la tele.
En cierta ocasión un estudiante le pidió a Santo Tomas que le diera algunas recomendaciones para el estudio, resumidamente le dijo que debería rehuir la disipación y el charlatanismo, en donde la mente divaga y se distrae, porque las muchas palabras hacen que el espíritu se derrame como el agua. “No quieras andar averiguando hechos ajenos”. El chismorreo es letal para la estudiosidad. “muéstrate amable con todos” pero “no seas demasiado familiar con nadie, pues el exceso de familiaridad engendra el menosprecio y da ocasión de sustraer tiempo al estudio”
Inescindiblemente unida al recogimiento, casi hasta identificarse con él, está la soledad. No se trata, por cierto, de manera soledad física, de puro alojamiento o retraimiento. Permanecer en la propia casa y darse a la charla interior, al vaivén de los deseos, al correr de los pensamientos que suscita en nosotros el flujo de los acontecimientos exteriores no es propiamente soledad. Existe una falsa. Lo que San Agustín llamaba “la pureza de la soledad” es conservable en todas partes. “Puedes estar en una ciudad –ha escrito Platón como un pastor en su cabaña situada en lo más alto de la colina. Otra condición para la estudiosidad decía el libro que es una buena dosis de carácter, el intelecto no es más que un instrumento; su efectividad depende del uso que de él se haga. “Es preferible no ser tan inteligente y tener una férrea voluntad a ser muy inteligente y no tener voluntad. El primero, con perseverancia superara los obstáculos y encontrara el camino; en cambio, el segundo acabara como un bohemio del intelecto, tendrá tal vez momentos geniales sin continuidad, salidas ingeniosas de escaso provecho que se recordaran como pintorescas anécdotas.
El libro también habla sobre algunas de las pasiones y los vicios que debilitan la atención, la disipan, la desvían y, mediante rodeos cuyas sinuosidades escrutaron agudamente Aristóteles y otros pensadores, acaban por deformar el juicio. Una de las cosas que remarca el libro es que por la pereza quedan sepultadas las mejores cualidades; la sensualidad debilita el cuerpo, oscurece la imaginación, entorpece la inteligencia, disipa la memoria; el orgullo aparta de la sujeción a la realidad; la envidia niega obstinadamente la verdad evidente, solo porque la propuso un emulo; la irritación desdeña toda crítica y se obstina en el error “bienaventurados los corazón puros porque ellos verán a Dios”
Un tema que el libro recalca es el de las virtudes morales dándole importancia a La humildad a ellas nos sujetamos gozosamente a la verdad, en cambio el orgullo es el padre de las aberraciones y de las creaciones ficticias. Será preciso estar siempre abierto a la verdad. Bien hacen referencia a Pascal: “Quien sube sobre los hombres de otro ve más lejos, aun cuando él sea más pequeño”, nos hace referencia a San Pablo afirma que si al menor de los fieles, en la oración, le es revelada alguna cosa, los otros deben callarse y oír”. La humildad nos llevara a no aferrarnos a nuestras propias ideas sobre todo cuando se apartan de la verdad. Nos hará entender que no es posible edificar sobre la nada.
III. Los ingredientes de la estudiosidad
El libro nos hace referencia que entre los ingredientes de la estudiosidad el primero de ellos es la concentración, cuando se difunde demasiado la luz, esta se debilita en proporciones geométricamente crecientes, en cambio cuando se la concentra mediante una lupa, el calor se acumula hasta el punto de quemar. Al ponerse a estudiar es menester abocarse a dicha tarea con total dedicación como si fuese lo único por hacer, nos dice el libro que esto no significa que no puedas hacer varias cosas al mismo tiempo. Otro ingrediente fundamental para la estudiosidad es la Lectura, existe la pasión por leer, la intoxicación por el exceso, que muchas veces no es sino una pereza camuflada. La lectura superficial entorpece el espíritu, inhabilitándolo poco a poco para la reflexión. Sin dicho hábito es imposible adquirir la virtud de la estudiosidad. Se dice que ha pasado, o está por pasar la época de los libros que serán suplidos por las computadoras. Es indispensable saber elegir las lecturas, se nos ofrecen distintas clases de lecturas, unas para formación, otras de vista de una tarea concreta, otras para distraerse, todas son legítimas y necesarias. Otro ingrediente que el texto habla es de la memoria, leer mucho no serviría si la memoria no retuviese lo esencial, manteniéndolo como un depósito, para que en el momento oportuno podemos servirnos de ello. “esfuérzate por ubicar todo lo que puedas en el cofre de tu mente, como quien desea llenar un vaso”. Sera preciso retener lo más importante sin pretender convertirse en una biblioteca ambulante, en parte es bueno recurrir al método de las notas, que son una especie de memoria exterior, una “memoria de papel”, para esto hay que evitar el exceso de papeles. Otro tema importante del que se habla es de la profundización, siempre habrá que sacrificar la extensión en aras de la penetración, ya que está conduciéndonos a la esencia de las cosas, nos proporciona la sustancia de lo que buscamos. Es más difícil y menos sacrificado quedarse en la superficie de las cosas que nos interesas, picoteando aquí y allá, como el picaflor, “quienes han pasado su vida entregados al estudio por amor a la verdad, saben bien cuando dolor y sufrimiento deben padecer y cuanto gozo simultaneo va acompañado de esta vehemente aplicación de la mente a la verdad. La capacidad de profundizar en lo que se estudia ayudara a una autentica especialización. La estudiosidad exige, por cierto, la decisión de vencer las dificultades, pero la vida intelectual no puede consistir en un sacrificio ininterrumpido. Así como ninguna ciencia particular puede prescindir totalmente de las demás, tampoco el conjunto de las ciencias se basta sin aquella que es como la reina de todas ellas: la filosofía, ni el conjunto de los conocimientos humanos, incluida
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