La Sala de los Espejos
Enviado por sofioa • 22 de Febrero de 2013 • Ensayo • 505 Palabras (3 Páginas) • 333 Visitas
Cuentan que Kayla entró en la Sala de los Espejos del vetusto palacio perdido. Llevaba pantalones. Y ojeras violetas complementaban la noche enterrada en sus ojos. La leyenda dice que era tal el frío, que una rebelde lágrima cayó en forma de cristal helado al suelo, y lo apuñaló levemente. Los cabellos le caían ondulados hasta los hombros, despeñándose como una rabiosa cascada. Y su boca se perdía pequeña en medio del alabastro de su cara, en el que resaltaba su aguileña y algo alzada nariz.
Los reflejos que vio no eran presentes.
Nunca en toda la historia había sido posible que los espejos mintieran. Pero ahora estaba ocurriendo. Se asomaba a ellos con la indiferencia propia de sus títulos nobiliarios y de la decadencia de los mismos. Era su expresión facial puro desdén bello.
"Hacer fiestas a las cosas o a las personas es de perros"-decía siempre Lord Kyenn, su hermano. Kayla mantenía una ecuanimidad euclidiana ante todo. Le enseñaron de niña a comportarse como la aristócrata que era. Su circunspección era cautivadora.
Un hilo de sangre brotaba de su boca. Venía de la guerra. Nadie la enseñó a luchar. Aprendió sola. No recordaba de cuándo databa su insomnio, pero era consciente de que dormir era parecido a morir, o a dejarse matar... Y tenía que sobrevivir.
Inquisitivamente se dirigió a los grandes cristales de la estancia. Vio a una Kayla en ellos narcóticamente feliz. Quizá simplemente "narcótica". Se esforzó en hallarse a sí misma en ellos. Era joven y fuerte. El olvido no existía. Y su mente entrevio que los espejos estaban reflejando una Kayla pretérita.
Su primera reacción fue la rabia. Estaba cansada. Estaba ya muy harta. Necesitaba imperiosamente dormir, aunque fuera un poco. Se mantenía últimamente en pie a base de una extraña pócima que la euforizaba y vigorizaba a un tiempo, pero su sistema nervioso se hundía por momentos. Ya no podía más. ¿Por qué los espejos no reflejaban el presente?
Parecían libros... Textos caóticos sobre su vida en los que ella, al menos la soldado actual que pugnaba por reconstruir el emporio y restaurar la dignidad, ¡no estaba!
Sintió rabia. Incomprensión. ¿Quién era esa desconocida? ¿Cómo podía ser ella? Se odió a sí misma y quiso morir. Se avergonzaba de las imágenes que los espejos le devolvían.
Y a continuación la poseyó el miedo, cabalgando desbocado por sus arterias y sus venas. ¿Seguiría siendo la misma por dentro? ¡No! ¡No podría creerlo! Esa Kayla era el pasado, no, no podía ser cierto.
Y Kayla gritó. Y cuentan que hizo un eco que llegó al borde último del mundo. Y se mesó desesperada y presa de una ansiedad mortecina los cabellos a la vez que increpaba a los inertes materiales supuestamente trasparentes:
"¡Mentirosos
...