La filosofía animal de Nietzsche.
Enviado por TheExodia98 • 18 de Mayo de 2015 • Síntesis • 1.975 Palabras (8 Páginas) • 197 Visitas
Vanessa Lemm. La filosofía animal de Nietzsche. Cultura, política y animalidad del ser humano. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2010.
Sin duda, el principal aporte de este libro tiene que ver con actualizar el pensamiento de Nietzsche en un debate contemporáneo tan vigente como aquel que se refiere a la biopolítica. En particular, lo novedoso de esta interpretación consiste en ofrecer el primer tratamiento sistemático de la cuestión de lo animal-humano en la obra de Nietzsche, iluminando, desde este eje de reflexión, algunos de los temas principales de ésta, y mostrando con ello las posibilidades que ofrece la filosofía nietzscheana para pensar una alternativa frente a las formas de sujeción propias del gobierno biopolítico sobre la vida.
Sirviéndose del contraste nietzscheano entre civilización y cultura, y leyendo estas nociones en términos de su relación con lo animal, Lemm puede interpretar a Nietzsche, a la vez, como un crítico radical de la civilización que habría delineado, con su desarticulación de la metafísica y de la moral del rebaño, una forma de poder que sujeta a los seres humanos a una identidad fija, desde el dominio violento de lo animal; y a la vez, como un pensador que, al embarcarse en la reflexión en torno a una cultura por venir, sugiere la necesidad de pensar unas formas de existencia singularizantes, desde la continuidad entre lo humano y lo animal. Sin embargo, lo que la cultura permitiría no sería meramente la afirmación unilateral de las fuerzas animales, sino el restablecimiento de un antagonismo productivo entre éstas y las fuerzas humanas, que requiere que ambas puedan establecer una distancia entre ellas, distinta a la separación y a la pretensión de dominio de la una sobre la otra (cf., Lemm 55). Y es precisamente esta confrontación productiva lo que la civilización bloquea, al establecer una relación vertical jerarquizante -y no horizontal- en la que lo humano tendría que imponerse sobre lo animal.
Partiendo entonces de este antagonismo entre civilización y cultura (ver cap. 1), el resto del libro presenta diversas posibilidades en las que el ser humano podría devenir animal y con ello una existencia más libre y creadora. Pero el punto clave de Lemm, frente a otras lecturas que piensan a Nietzsche como un pensador de una individualidad antipolítica -o con implicaciones políticamente inaceptables-, es que este cultivo de la singularidad permite asumir de manera distinta a los otros y con ello, la coexistencia política. En efecto, como lo empieza a concretar la autora en el capítulo 2 de su libro, cuando el ser humano se compromete con su animalidad, esto hace emerger formas de vida políticamente enraizadas en "un instinto individual soberano de responsabilidad", que se ejerce de manera más inconsciente que consciente, más como olvido que como memoria. Lemm arguye que este instinto también trae consigo una forma de promesa por parte del individuo soberano, en la medida en que éste -lejos de constituirse como un sujeto que se asume como propietario y dueño de sí- no teme perderse o desindentificarse para pluralizarse, y en este abandono de sí exponerse también a la alteridad de los otros. En esa medida, un individuo tal estaría comprometido con una continua autosuperación que irrumpe como resistencia frente a las formas sociales establecidas, como una instancia de crítica radical contra la institucionalización de la libertad (Lemm 96) que, en todo caso, requiere del marco institucional para darse agonísticamente en la confrontación con éste. Por esto mismo, se trata de una confrontación continua y que solo se da como "promesa de libertad como responsabilidad por venir" (104). Justamente, como lo muestra muy bien Lemm, esta promesa de lo por venir es la responsabilidad que asume un escritor como Nietzsche, que se piensa como póstumo, anticipando ya siempre a un lector otro, al que se dirige espectralmente (108).
Ciertamente, este sentido político que adquiere la reflexión nietzscheana puede entenderse mejor a través de los capítulos 3 y 4 del libro. Por unta parte, en el capítulo 3 Lemm se refiere a las dos economías con respecto a lo animal humano que articularían la confrontación entre civilización y cultura: si la economía de la civilización representa "un enfoque de explotación con respecto de lo animal", que trae como efecto la normalización del individuo, la economía de la cultura acogería lo animal, posibilitando la pluralización de la vida humana. De hecho, según Lemm, es al tener en cuenta estas dos economías que puede entenderse el que Nietzsche llegue a afirmaciones tan controversiales como la idea de que el desarrollo de una cultura superior requiere de una u otra forma de esclavitud (Ciencia Jovial §377). En efecto, para Nietzsche, una cierta constricción podría ser necesaria para impulsar el devenir de la vida, pero la economía de la civilización no asumiría limitadamente estas técnicas restrictivas sino que las ejercería unilateralmente apuntando a reducir la creatividad de la vida.
Por otro parte, en el capítulo 4 del libro, Lemm muestra que mientras la economía de la civilización pensaría la relación con el otro en términos de 'perdón', la economía de la cultura lo haría en término del 'don'. El primero sería, para Nietzsche, una forma de relación que no reconoce la importancia del olvido animal, y no solo no podría romper realmente con el círculo de la venganza, sino que tampoco podría establecer una relación no utilitaria con los otros, que respetara su singularidad. En efecto, el perdón establece una diferencia entre el que perdona y el que es perdonado, y presupone una superioridad moral del uno con respecto al otro, de modo que refleja "un reclamo de poder" (160) y un criterio moral que se aduciría por encima del devenir de la vida (167). Por esto mismo, porque el pasado sería para la civilización meramente algo que se lamenta y se resiente, tampoco permitiría asumirlo creativa y productivamente, ni abriría realmente la posibilidad de comenzar de nuevo (169). En contraste, el don posibilitaría una nueva concepción de la
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