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La filosofía pluralista


Enviado por   •  31 de Marzo de 2013  •  Trabajo  •  1.894 Palabras (8 Páginas)  •  564 Visitas

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Introducción

La filosofía pluralista es la creencia según la cual la realidad está formada por varios elementos no solo por dos, la materia y el alma como opina el dualismo, ni por uno como sostiene el monismo. Esta se diferencia de las demás doctrinas en que está compuesta por realidades, independiente. Constituyéndose por unas variantes que le serán presentada en el trabajo.

También se le presentarán más a profundidad el pensamiento de cada filósofo pluralista y las ideas del principal pluralista llamado Leibniz.

Conclusión

Al concluir este trabajo, esperamos que haya quedado claro de que se trata el pluralismo tomando en cuenta que para el monismo la realidad última es una y para el pluralismo el mundo, la totalidad, está compuesto de realidades independientes las unas de las otras, o bien interrelacionadas.

Cabe recalcar que los principales representantes del pluralismo, también eran presocráticos; debido a que todo estaban totalmente de acuerdo con lo que era el concepto de pluralismo, el único que se mantuvo fiel, si se puede decir

Pluralismo (filosofía)

Doctrina filosófica que postula una pluralidad originaria de elementos o sustancias (independientes unas de otras e irreductibles entre sí) a partir de las que se explica la formación de la realidad. El pluralismo se opone, así, al monismo (que postula una sola realidad originaria).

En la filosofía antigua el pluralismo está representado por Empédocles de Akragas (que postula la existencia de cuatro elementos) Anaxágoras de Clazomene (homeomerías) y Demócrito de Abdera (átomos). En la filosofía moderna su más destacado representante fue Leibniz, con su monadología.

El pluralismo es la posición metafísica contraria al monismo. Para el monismo la realidad última es una y para el pluralismo el mundo, la totalidad, está compuesto de realidades independientes las unas de las otras, o bien interrelacionadas.

Universo

El tema del pluralismo aparece una vez que se ha resuelto la cuestión preliminar de la naturaleza del universo. Así, cuando el universo ha sido reducido a una realidad fundamental, se trata de indagar si tal realidad de base es una o múltiple, simple o compuesta. como en la otra vida

La respuesta que afirma no la unicidad, sino la multiplicidad, se denomina pluralismo. El concepto se refiere tanto a lo cuantitativo —cantidad de entidades— como cualitativo -diferencia de naturalezas de los diferentes principios.

Presocráticos

Entre los presocráticos hay varios filósofos pluralistas. En ellos se da especialmente la cuestión porque se ocupan de los principios de que está constituida la totalidad de lo que es.

En particular son pluralistas Empédocles y Demócrito. A diferencia de Tales de Mileto, que era monista, en tanto sostenía que el agua era la sustancia primordial, Empédocles sostendrá la doctrina de los cuatro elementos fundamentales: tierra, agua, aire y fuego.

La posición de Demócrito es premonitoria en el plano científico posterior. Afirma que la realidad está compuesta de pequeñas sustancias indivisibles denominadas átomos. Es decir, en griego, lo que no puede ser dividido.

Posiciones monistas son las de Anaxímenes, al decir que todo es aire. Y en un sentido mucho más complejo pues funda la ontología occidental, Parménides, al afirmar la unidad absoluta del ser, y la no existencia del no ser.

Demócrito ha de atribuir a cada átomo las características definitorias del ser dadas por Parménides. Cada átomo es invariable en sí mismo y desplazándose en el vacío da lugar a las configuraciones que dan forma a los entes sensibles. Lo que de manera vulgar denominamos, cuerpos.

Anaxágoras también debe ser considerado en la categoría de los pluralistas. Su doctrina de las homeomerías supone una multitud de partículas que se encuentran, todas, en todos los cuerpos.

Leibniz

La filosofía de Leibniz es un pluralismo decidido. Las únidades o mónadas constituyen la realidad. Son entidades absolutas e incorpóreas que en conjunto dan la realidad del universo. Algunas tienen conciencia, y son las almas. Todas son sin ventanas comunicantes y la armonía de comunicación entre ellas se da por una armonía preestablecida por Dios, desde siempre.

La Monadología —su última obra, publicada después de su muerte— es el tratado de metafísica de Leibniz,en el que se ocupa con amplitud y detalle de las mónadas. La palabra no es de Leibniz sino de Giordano Bruno. Y acaso Bruno la tomó de Plotino.

La mónada es sustancia, es realidad. No es un mero contenido de pensamiento. Pero carece de extensión y por lo mismo es indivisible. Por tal motivo es energía pura. Individual y simple. La mónada no tiene partes. Está dotada de percepción y apetición. Es por ésta que pasa de una a otra percepción.

La mónada, pues, tiene percepción, pero algunas de entre ellas tienen apercepciones. Las mónadas que disponen de percepciones y apercepciones son las almas. Un plano superior de la jerarquía metafísica. Leibniz define la Apercepción como la capacidad de la mónada de darse cuenta (conciencia) de que está percibiendo.

Las mónadas que tienen solamente percepción, son inconscientes de la misma. Las almas, superiores, tienen percepción, apercepción y memoria. Así los animales tienen percepción, pero carecen de apercepción.

En el ápice de las mónadas está la mónada suprema, que es Dios. Mónada perfecta en que todas las percepciones son apercepciones. Todas son allí ideas claras y ninguna es confusa (ver Descartes).

De esta manera el universo es un enjambre infinito de mónadas, una especie de arquitectura jerárquica, en cuyo basamento se hallan las mónadas materiales —que constitutuyen los cuerpos— y por encima están las almas con percepción, apercepción y memoria. La mónada que habita en la cúspide es Dios, pura apercepción.

Dios, al crear el universo creó la totalidad de las mónadas, que por ser "sin ventanas", no pueden tener comunicación recíproca. Si el mundo funciona como todo estructurado es porque Dios previó una armonía preestablecida, entre las mismas. Leibniz apela a la metáfora del relojero perfecto en la articulación de las partes, ya que entre ellas no puede haber contactos.

En quinientas

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