La posmodernidad es momento sucesor de desencanto y de caída cuenta de que la promesa de la modernidad no se va a cumplir a través de sus métodos
Enviado por Leonardo castañeda • 8 de Noviembre de 2015 • Apuntes • 988 Palabras (4 Páginas) • 242 Visitas
Posmodernidad
La posmodernidad es momento sucesor de desencanto y de caída cuenta de que la promesa de la modernidad no se va a cumplir a través de sus métodos. Sin embargo, no se rompe con las aspiraciones de autonomía, libertad y bienestar; sólo con las formas de llegar a ellas y quienes las proponen.
El hombre reconoce la insuficiencia de las guías que lo han llevado a donde está, a través de una serie de aparentes fracasos (guerras, crisis económicas, familias disfuncionales, reordenamientos religiosos, etc.). En la posmodernidad existe la rebaja o la pérdida de los “grandes relatos”, como los llama Lyotard. Los “grandes relatos” eran las guías institucionales o tradicionales que daban sentido y unidad al destino de las personas o grupos de personas. Se dejó de confiar en ellos como los depositarios de la voluntad hacia un destino mayor, y cuando de se deja de confiar en ellos, el hombre busca por muchos lados el cómo enfrentarse a esa repentina falta de dirección y sentido final. El hombre se encuentra descentrado y desfondado.
Existen 2 hitos importantes para entender estos sucesos de posmodernidad y la caída de los grandes relatos como guías unitarias de sentido: La promesa de la modernidad vino marcada por una metodología pragmática, operacional y fundamentalmente económica; y o la fragmentación de la realidad por los medios de comunicación. En cuanto a la metodología pragmático-económica, lo que sucedió fue que fueron estos métodos los que se convierten en las tablas de valoración de todo lo que suceda, ya que a través de la participación de esta lógica de mercado es como se conseguiría la participación y bienestar de los hombres. Se juzga todo por lo útil o lo productivo, incluso lo referente a cosmovisiones, ética o concepciones de mundo; el conocimiento se valora en lo técnico, en lo aplicable a esa lógica económica, no es fundamental ya su utilización para fines de segunda instancia (de trascendencia). Por su parte, los medios de comunicación tuvieron un doble efecto. En primera instancia, el presentar tantas cosas en un medio de comunicación genera que exista una multiplicación de realidades sin una aparente coherencia central; no existe una realidad para todos, sino que ahora pueden vivirse muchas realidades virtuales, y por lo mismo, el concepto de historia se hace difuso y casi necio. No es una historia ya, son muchas historias, aceleradas y discordantes que a uno le imposibilitan seguir la pista del momento actual común. Deja de haber una historia general y unificadora, dando paso a una serie de historias a la carta. Esa es su aportación también a la caída de los “grandes relatos”. Al perderse en la posmodernidad el sentido y dirección que daban estos “grandes relatos”, al disolverse y pervertirse la historia y al desconfiar de las instituciones o ideas (la iglesia, la familia, el estado, la historia, el progreso, la democracia) que ofrecen esos sentidos unificadores, se pierde la idea general de dirección, de camino común. Y cuando no hay un camino dado, uno habrá de encontrarlo y de buscarlo como pueda, lo cual deriva en una sintomatología de posmodernidad que tiene afecciones concretas en actitudes y posturas cotidianas.
Esta sintomatología se compone, a grandes rasgos, por elementos que Fernández del Riesgo menciona:
- Mentalidad pragmática operacional.
- Visión fragmentada de la realidad (medios de comunicación).
- Antropocentrismo relativizador.
- Hedonismo.
- Desenganche institucional.
- Atomismo social.
- Renuncia al compromiso.
Esta sintomatología genera una situación de sujeto desfondado, de búsqueda y de suplencia de sentidos. Esto mismo, esta situación de desahucio, genera en el hombre y en la posmodernidad una condición de sujeto, que según Amengual, con cierto dramatismo, llama el “sujeto destruido”. Y el “sujeto destruido” se encuentra desintegrado interiormente (dividido en explicaciones sobre sí mismo y su entorno), dividido socialmente (en multitud de roles sociales discordantes) y aislado socialmente (individuado, sin relaciones profundas a través de esta lógica pragmática). La reconstrucción del sujeto es una tarea actual, generacional, que implica un camino igualmente difícil, de devolvernos a los hombres una dirección y un sentido compartido. Este trabajo es una tentativa de eso, un dar cuenta que es posible (nunca sencillo) la reconstrucción del sujeto.
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