Las relación del ser con el opuesto

El Ser y la Nada

Capítulo III: Las relaciones concretas con el prójimo

Introducción

En un efímero intento del desarrollo del ser con su entorno, surge la contradicción de sus principios en base a lo que cree y debería creer, no es sin más un vasto recorrido sin fin que el hombre cubre a sabiendas de su ignorancia y de que no encontrará más de lo que busca o anhela saber. En tela de lo antes mencionado, las relaciones concretas con el prójimo de “El Ser y la Nada” de Jean Paul Sartre, explicitan el contacto del hombre con aquel que es ajeno a sí mismo, es decir, el prójimo, cayendo en una reincidencia común de lo que es el ser dentro de la sociedad y como espécimen filosófico. El ser razonable, o el hombre que con el tiempo aprendió de sus constantes acciones y errores, es aquel que en vida se vuelve el sí de todo y pretende ser también, lo ajeno a todo, en una dirección egoísta, el hombre reacciona como cree que debería, o tan solo como sus impulsos se lo indican, por ende se dice que el hombre es el único animal que puede razonar, aquel que puede elegir entre los enigmas constantes que se le presentan cotidianamente y aquel que cae en constantes contradicciones de su razón de vida, el ser es sin más el conjunto del yo, el prójimo y lo ajeno al en-sí. Jean Paul Sartre expresa que existe una estructura esencial del ser, esta se basa en el para-sí y el en-sí, primitivamente hablando esta relación produce un porvenir incierto, entre uno y otro, se expresa una actitud de aceptación y rechazo, el para-sí conceptualiza al ser como un perseguidor perseguido y al en-sí como la huida, o en otras palabras, el cambio del ser frente a la generalidad de la vida.

Desarrollo

Las relaciones concretas con el prójimo acogen una postura dividida en 3 fundamentos, cuya disposición será presentada a continuación:

• El amor entre los bienaventurados mal aventurados
• La comunicación del ser trascendental al lenguaje
• La relación general del amor frente al masoquismo

El amor entre los bienaventurados mal aventurados

El hombre presenció el amor desde que fue creado, cuál haya sido su origen, se le fueron concedidas lo que hoy llamamos emociones, puramente salvajes, el amor fue el principio de todo, del pecado del hombre y el triunfo del mismo, los amantes embelesados entre sí, concebían al amor como el acto de la proliferación de sentimientos hacia alguien, aquel que podía ser el prójimo o el ajeno a sí mismo, amar se convirtió en el transcurso del tiempo una necesidad del hombre, puesto que aquel que no era amado no podía ser feliz y su vida se veía envuelta en un sinfín de contradicciones. El amor surgió como debía sin ser creado por nadie, el hombre que amaba que era considerado amante, y aquel que recibía el amor, el amado, entre la diferencia y la semejanza propia de dichos sujetos, el amor se transformaba en un objetivo, variable en consecuencia a los pensamientos de cada quién que decidiese amar como se le diera en gana, aquel que volvía sujeto de amor a la idea de amar para ser amado, se regocijaba entre sus ideales, porque en lo profundo de su ser, la necesidad de amor se veía reflejada en un vacío que solo podía ser llenado cuando alguien le amase de verdad, sin embargo la ignorancia del hombre y del ser en sí, trascendía esto, puesto que nadie sabía y nadie sabe, lo que es el amor verdadero, ya que el amor no tiene un significado, ni una concepción cierta, puesto que ninguna verdad es absoluta y ninguna mentira es totalmente falsa. Amar se volvía contraproducente puesto que se resumía en un conflicto de deseos que muchas veces no iban al compás de los seres amados, el amante en algún momento fue amado, por ende quería experimentar lo que era amar, y aquel amado que era amante nato, quería saber lo quera era ser amado, en dicha de lo expuesto, los amantes se encontraron dispuesto a sacrificar sus propias ideales para darse cuenta que no existían verdades, más allá de irrealidades surcadas en los principios del hombre a través de su experiencia siendo amante y amado.

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