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Los Ultimos Veinte años De Liquidación Social


Enviado por   •  26 de Agosto de 2014  •  1.029 Palabras (5 Páginas)  •  266 Visitas

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LOS LTIMOS Ú VEINTE AÑOS DE LIQUIDACIÓN

SOCIAL

SOBRE LA DEGENERACIÓN DE LOS IDEALES REVOLUCIONARIOS

ANTE EL FIN DE LA CLASE OBRERA EN OCCIDENTE

“La época actual es de aquellas en las que todo lo

que normalmente parece constituir una razón

para vivir se desvanece, en las que se debe

cuestionar todo de nuevo, so pena de hundirse

en el desconcierto o en la inconsciencia.”

Simone Weil

El 19 de julio de 1936 el proletariado español respondió al golpe de estado

franquista desencadenando una revolución social. El 23 de febrero de 1981

tuvo lugar un golpe de estado ante la indiferencia más absoluta de los

proletarios, quienes apenas movieron el dial de la radio o el mando del

televisor. El contraste de actitudes obedece al hecho de que el proletariado era

en el 36 el principal factor político social, mientras que en el 81 no contaba ni

siquiera como factor auxiliar de intereses ajenos. Si el golpe del 36 iba en

contra suya, el del 81 fue un ajuste de cuentas entre diferentes facciones del

poder. Ni en los análisis más alarmistas la conflictividad obrera fue tomada en

consideración por la sencilla razón de que era mínima. Los golpistas pasaron

del proletariado porque no era más que una figura secundaria de la oratoria

política, algo históricamente agotado.

Durante los años de la “transición económica” hacia las nuevas condiciones

del capitalismo mundial –los 80– la clase obrera fue fragmentándose y

resistiendo a escala local a su “reconversión” en clase subalterna, hasta el

advenimiento de la huelga mediática del 14 de diciembre de 1988, que fue la

señal de su liquidación como clase. En adelante nunca volvería a manifestarse

de forma independiente, autónoma. El movimiento antinuclear y el

movimiento vecinal habían acabado un lustro antes. Durante ese periodo se

consumó la ruptura entre los obreros adultos, mejor situados en las fábricas, y

los obreros jóvenes, peones y precarios, que impulsaron las primeras

asambleas de parados. Esa fractura condujo a la crítica radical del trabajo

asalariado, deteriorado en extremo, o lo que viene a ser igual, al rechazo del

trabajo como actividad humana. Fue una auténtica ruptura, pues hasta

entonces la conducta de los trabajadores se fundamentaba en una cierta ética

del trabajo. Más o menos por ese tiempo se desarrolló fuera del mundo

laboral un medio juvenil preocupado por la okupación, la represión, la

contrainformación, el ecologismo, el antimilitarismo, el feminismo, etc., al

que la movilización estudiantil de 1986-87 dio un fuerte impulso. Tras el

sometimiento definitivo de los trabajadores a las nuevas condiciones

económicas y políticas del capital, el centro de gravedad social se desplazó de

las fábricas a los espacios de relación juveniles. En ese medio y en plena

decadencia de las ideologías obreristas la cuestión social perdía su carácter

unitario y se desagregaba, replanteándose sus pedazos como problemáticas

particulares. Los jóvenes rebeldes ni tenían detrás una tradición de luchas

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Miguel Amorós Obras Varias

sociales, ni podían atenerse a una ideología concreta, marxista o anarquista, y

más allá de un vago antiautoritarismo no sabían qué hacer con el fardo de

experiencias que la clase obrera les había librado gratuitamente; eran

herederos involuntarios de tareas históricas imposibles de asumir dado la

escasa profundidad de su crítica, la inestabilidad de sus efectivos y la

estrechez de su medio. Todos los esfuerzos por coordinar actividades,

fomentar debates y conectar con luchas urbanas tropezaron con los mismos

problemas: la dispersión, la ausencia de pensamiento, el compromiso

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