Los modelos de pensamiento en las filosofías
Enviado por carlos211988 • 3 de Noviembre de 2013 • 4.793 Palabras (20 Páginas) • 337 Visitas
El objetivo de esta obra es acceder a los modelos de pensamiento en las filosofías, las ciencias, las artes y las técnicas, que puedan ser útiles o interesantes para aquellas personas que están vinculadas y comprometidas en las "cuestiones sociales", acompañando el trabajo, el conocimiento y el dolor cotidianos de los múltiples actores sociales que actualmente luchan por dignificar su existencia y contra las formas de dominación e injusticia. Los que se han preocupado y ocupado de las "cuestiones sociales" alguna vez, saben que éstas son realidades complejas y la historia enseña que la filosofía es una actividad ligada a lo complejo, que requiere del deseo, de la amistad, del compañerismo, de la pasión y, de aquello que se podría llamar, el "gusto por lo complejo". Puede parecer extraño que se hable de gustos en el ámbito del saber, ya que se suele suponer que los gustos, los deseos o las pasiones, pertenecen a la esfera de la sensibilidad mientras que el saber sería propio del ámbito de la razón. Sin embargo, el significado del término saber está emparentado etimológicamente con el de sabor. Por ejemplo: que "la comida sabe bien" quiere decir que tiene buen sabor, que es agradable al gusto. De alguna manera la filosofía está vinculada con el gusto y la sensibilidad porque supone cierto amor y amistad (filo).
De lo anterior se sigue que no se trata de una actividad neutra, "objetiva", desinteresada o descomprometida, sino todo lo contrario. La práctica de la filosofía requiere del compromiso y de la pasión. Sin embargo, no hay que suponer que aquellas pasiones (o, como lo llamaban los griegos: aquel pathos) requeridas como condición, se encuentren ya desarrolladas de manera "natural" en todos los lectores que se aventuran en esta empresa, aunque sí se supone en los lectores de este libro cierta curiosidad, cierta inquietud ante la realidad vivida, cierto descontento o insatisfacción con el saber anteriormente adquirido. Se supone también cierta confianza en que el diálogo con los grandes pensadores de la tradición filosófica vaya fortalecimiento los lazos de "amistad con la sabiduría" (dicho en griego: filosofía) buscados, tal vez oscuramente o tal vez infructuosamente, en los aprendizajes anteriores. Se supone finalmente cierto espíritu de aventura, cierta ansia de lucha y de polémica[1], cierta valentía para enfrentar los riesgos de la travesía, cierta soberbia para encarar a los campeones del pensamiento, cierta humildad acorde con nuestra ignorancia. Las fuerzas de las pasiones requeridas para la tarea que se emprende están presentes, al menos virtualmente, en cada uno de los lectores y podrán ser despertadas, inflamadas y educadas cuando resulten necesarias. En todo caso, es menester estar atentos, "velar las armas", evaluar las fuerzas, cuidarlas.
El verbo "pensar" deriva de "pesar" y "sopesar", que significan "ponderar el peso de algo", "examinar algo". La etimología permite advertir que los pensamientos pesan, que ejercen una fuerza, que gravitan. Es como si con los pensamientos ocurriese lo mismo que con los cuerpos: varían sus masas y varían sus pesos, lo que determina que se requieran distintas fuerzas para poder ser levantados o sostenidos. Es prudente, en consecuencia, ponderar las propias fuerzas a la hora de enfrentar, sostener o levantar un pensamiento. No se trata, simplemente, de no poder entender un pensamiento o de no poder aprehenderlo completamente, porque hay pensamientos que pueden, literalmente, aplastarnos. Es menester, entonces, cuidar las propias fuerzas.
2. Elevación y conversión
El título de este capítulo puede llamar a engaño, puesto que se entiende por introducción la acción de entrar a un lugar o ámbito y, lógicamente, sólo podemos entrar si estamos afuera. Así, "introducción a la filosofía" significaría entrar, desde afuera, desde lo que no es filosofía, al ámbito interior de la filosofía. El engaño consiste en que esto no es posible: no se puede ingresar a la filosofía sino filosóficamente, haciendo filosofía, filosofando. Paradójicamente, se ingresa desde dentro. Pero si lo que se hace al ingresar es lo mismo que se hace una vez ingresados, no se trata de dos actividades diferentes y la distinción afuera/adentro no resulta ya adecuada. Martin Heidegger advierte que una "introducción a la filosofía" no es un tránsito de afuera hacia adentro porque la filosofía es una actividad que pertenece a la esencia del hombre y, en consecuencia, en tanto somos hombres, en tanto existimos, de alguna manera, filosofamos. Pero, aunque el filosofar es propio de la esencia humana, sin embargo no siempre está "activado", no siempre está "despierto" y, en tal caso, el objeto de una "introducción a la filosofía" no es transitar desde exterior hacia el interior sino poner en actividad la propia esencia, despertar al pensar[2].
Algunos autores prefieren hablar de iniciación en la filosofía, pero el término suscita los mismos equívocos y el engaño subsecuente. En consecuencia, esta introducción no será entendida como un tránsito de afuera hacia adentro, sino como una elevación desde lo más simple hacia lo más complejo. Si se trata de iniciarse en la filosofía hay que comenzar por lo más simple.
En cualquier caso, el movimiento de elevación de lo simple a lo complejo requerirá de un proceso paralelo de conversión. "Con-vertirse" significa "volcarse junto con...", "vertirse conjuntamente". Es menester transformarse a sí mismos para poder "volcarse junto con otros" en este proceso. Heráclito decía que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río. Esto es así, no solamente porque el río en el que nos sumergimos y del que emergemos ya no es el mismo, sino también porque nosotros, al salir del río, ya no somos los mismos que cuando entramos. Pero el concepto de "conversión" no hace referencia a cualquier transformación individual o exterior, sino a un cambio radical en la forma de vida personal o comunitaria. Los filósofos y teólogos cristianos estudiaron las condiciones psicológicas, sociales, ontológicas y salvíficas de los procesos de conversión. La iniciación en la filosofía, si se trata verdaderamente de filosofía, conlleva necesariamente un proceso de conversión, de un cambio radical del modo de vivir.
3. Historicidad e incertidumbre ante la totalidad
Si bien iniciarse en la filosofía es un proceso de elevación de lo simple a lo complejo, este proceso no se inició con nuestra iniciación sino que hemos sido
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