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MARC MARGINEDAS: “Quizá no veré a los generales argelinos ante juzgados, pero haré lo imposible para que sea así”


Enviado por   •  7 de Abril de 2018  •  Documentos de Investigación  •  5.984 Palabras (24 Páginas)  •  82 Visitas

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MARC MARGINEDAS: “Quizá no veré a los generales argelinos ante juzgados, pero haré lo imposible para que sea así”

Marc. Botas marrón, pantalón militar y camisa holgada a cuadros. Pasos firmes, lentos, inseguros pero fuertes. Unos brazos grandes que no saben en dónde colocarse. Se define como poco sentimental, mecánico y ensimismado, pero todos sus amigos responden “generoso” sin replantarse la pregunta “¿Cómo es Marc?”. Más de un par de guerras pesan en su memoria y se reflejan en sus palabras. Pero no hay trauma, la guerra le ha dado armonía. Es paciente, se sienta con tranquilidad en su sofá. Su casa es “el lugar de regreso”. Sus ventanas dan a la Plaza Catalunya y traen el ruido suficiente como para chocar y remarcar el silencio del salón. En la pared una escultura de luz neon: “News & Prayers”. Detrás de él un librero con historias escritas en árabe y en ruso, en catalán y castellano.

No hace gestos que reflejen su sentir ante preguntas duras o incómodas. El haberse convertido en una especie de fenómeno mediático después de su captura le molesta. Es valiente, no se victimiza. Se empeña en ver su secuestro como un accidente laboral. Para él su captura debe enseñarle a medir bien los riesgos la próxima vez. No tiene miedo a morir, sabe que con su trabajo pone su vida en peligro y no le parece un problema. Aceptar el riesgo le da tranquilidad. Piensa que no tiene coraje, porque disfruta de lo que hace.

Es redactor de El Periódico de Cataluña y corresponsal en zonas de conflicto. Fue corresponsal en Rusia por cinco años y ha estado en zonas como Libia, Iraq, Siria y Argelia. Es también autor del libro “Periodismo en el campo de batalla” y profesor del Máster en Periodismo Avanzado de la Universidad Ramón Llull.


LA GUERRA

¿Desde pequeño querías ser corresponsal?  

Todavía era un niño cuando Marc descubrió su pasión por lo desconocido. Cuando sus hermanos se sentaban frente al televisor, él se quedaba estudiando mapas, los acomodaba en el suelo y esperaba a que alguien viniera a participar de su entusiasmo.

Pensaba dedicarme a algo que me permitiera viajar y ver mundo. Barcelona me asfixiaba y mi entorno no me satisfacía.  Mis hermanos se conformaban con una vida predecible, vivir en Sarrià, pasar el verano en Caldetas, moverse en un entorno de gente muy parecida a ellos, y poco más. Ahora, cuando voy a Sarrià me siento como un extraterrestre. Por esto, cuando regresé a Barcelona después de ocho años en el extranjero no quise volver a mi barrio de la infancia.

Alguna vez quise ser arqueólogo. Yo leía los libros de historia antes de empezar el curso. Sobre todo sentía mucha atracción por el Islam, y una cosa me fue llevando a la otra. Desde que empecé a trabajar he tenido la suerte de dedicarme a algo que me gusta.

¿Y cuándo decidiste ser corresponsal de guerra?

Para un corresponsal de guerra no hay rutina. Hay que se rápido y tener capacidad de reacción. Tienen que improvisar, a veces sobornar, y otras tantas enfadarse con los puestos de control que no los dejan llegar al lugar de los hechos.

No me defino como corresponsal de guerra sino como corresponsal en una serie de zonas donde hay guerras. Cuando era joven se dio el primer experimento democrático que se ha implementado  en el mundo árabe, en Argelia. Eso me atrajo muchísimo, había leído bastante acerca del islam, me daba cuenta de que tenía un problema de adecuación al laicismo. Me pareció tan interesante que me metí en esto. Pero en Argelia había una guerra entonces y a mí no me gustaba la violencia. No hice el servicio militar, no me gustan las armas y  de pequeño era muy miedoso. Nunca me gustó la violencia, mas bien todo lo contrario, era una persona muy cobarde.

Pero lo de Argelia me atrajo tanto que me fui. Ahí me adapté a trabajar en lo que es un lugar en conflicto. En una guerra no todo el tiempo estas disparando, puedes gestionar muy bien qué riesgo correr y eso lo aprendí en Argelia. Al aterrizar pensé que nada mas salir del aeropuerto estarían pegando tiros, pero no. Los primeros días no me atrevía a salir a la acera del hotel, luego fui ampliando mi radio de acción. Me di cuenta de que incluso en la guerra, incluso en una tan complicada como aquella, en la que los periodistas éramos un objetivo per se al que se nos perseguía y al que se había asesinado, podías ir a barrios controlados por islamistas de gente que te tenía como objetivo. Había que hacerlo con una serie de reglas, o sea, entrevistas concertadas hablando antes por teléfono, o yendo muy rápido sin que te pudieran identificar. Aprendí mucho, pero no me considero un periodista de guerra.  Soy un periodista en zonas como el mundo árabe y Rusia en donde hay guerras.

¿Entonces estás haciendo este periodismo porque te atrajo el Islam más que las zonas de conflicto?

Ni Marc ni su familia pueden explicar su atracción por el islam. Es algo que simplemente se dio. No hay una historia detrás que avive el misterio, pero de muy joven comenzó a aprender el idioma y eso la abrió las puertas a todo el mundo árabe. Según Romualdo, su mejor amigo desde la Universidad, “siempre le ha apasionado la cultura árabe y el poco entendimiento con Occidente, no le interesan las grandes políticas sino la gente de a pie”.

Totalmente, una guerra en América Latina no me atrae nada ni creo que el Periódico me enviase jamas allá. Quiero un periodismo en el que mi voz sea respetada y para que sea así tengo que ser un experto en las zonas a las que me dedico. Claro que solo te da tiempo para hacerte experto en una o dos zonas, y aprender los idiomas es muy complicado.

¿Qué es lo más importante en una guerra?

Que se pare. Creo que una guerra es el fracaso del hombre, por no solucionar sus conflictos de una forma civilizada. Son situaciones con consecuencias devastadoras, así que lo más importante es pararla cómo sea. Eso es lo fundamental porque lo que importa es la sociedad civil. También creo que hay una serie de condicionantes como hablar con ambas partes del conflicto. Hablar con talibanes, diría incluso con Al Qaeda, con el Estado Islámico creo es demasiado. Sería el equivalente a dar voz a algo como la propaganda Nazi. Además, teniendo en cuenta como ellos funcionan o cómo ellos manipulan los medios de comunicación el periodista no puede entrar en el juego de ser correa de transmisión de una ideología. Sería darles lo que buscan. Que es reclutar a más gente, y pienso que hay un ejercicio de responsabilidad que se tiene que hacer.

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