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Marx


Enviado por   •  21 de Junio de 2013  •  Tesis  •  2.066 Palabras (9 Páginas)  •  281 Visitas

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De los 2 textos, lo q se ve es q tanto Marx como Engels, a la vez q critican el idealismo hegeliano y el intelectualismo de los filósofos, como por ej Feuerbach, lo q hacian era dedicarse a buscar una perspectiva mas realista y objetiva del hombre, de la sociedad y de la historia.

Marx y Engels concebían al ser humano primordialmente como un ser de necesidades. El hombre tiene necesidades elementales como por ej: nutrición, vestido, cobijo...y otras necesidades mas refinadas de comodidad y ocio fundamentalmente. Estas necesidades implican q el hombre esté en una constante lucha con la naturaleza y las fuerzas de la naturaleza. Esta lucha obliga al hombre a desarrollar técnicas laborales para hacer a la naturaleza y tb le obliga a elaborar unos modos de organización del trabajo colectivo. Estos son exigencias materiales de la existencia humana y estas son para Marx y Engels lo mas fundamental para el ser humano.

Dice Marx y Engels q a traves de esta practica o praxisc, es decir, por esta actividad material sobre la naturaleza y sobre sí mismo el ser humano desarrolla su conciencia y su conocimiento y en general su visión del mundo.

Sobre esta práxisc es por la q el hombre levanta toda la organización social y política.

Los jóvenes hegelianos lo criticaban todo sin más que deslizar debajo de ello ideas religiosas o declararlo como algoteológico. Los jóvenes hegelianos coincidían con los viejos hegelianos en la fe en el imperio de la religión, de los conceptos, de lo general, dentro del mundo existente. La única diferencia era que los unos combatían como usurpación ese imperio que los otros reconocían y aclamaban como legítimo.

Y, como para estos jóvenes hegelianos las representaciones, los pensamientos, los conceptos y, en general, los productos de la conciencia por ellos sustantivada eran considerados como las verdaderas ataduras del hombre, exactamente lo mismo que los viejos hegelianos veían en ellos los auténticos nexos de la sociedad humana, era lógico que también los jóvenes hegelianos lucharan y se creyeran obligados a luchar solamente contra estas ilusiones de la conciencia. En vista de que, según su fantasía, las relaciones entre los hombres, todos sus actos y su modo de conducirse, sus trabas y sus barreras, son otros tantos productos de su conciencia, los jóvenes hegelianos formulan consecuentemente ante ellos el postulado moral de que deben trocar su conciencia actual por la conciencia humana, crítica o egoísta [vii], derribando con ello sus barreras. Este postulado de cambiar de conciencia viene a ser lo mismo que el de interpretar de otro modo lo existente, es decir, de reconocerlo por medio de otro interpretación. Pese a su fraseología que supuestamente «hace estremecer el mundo», los jóvenes hegelianos son, en realidad, los mayores conservadores. Los más jóvenes entre ellos han descubierto la expresión adecuadapara designar su actividad cuando afirman que sólo luchan contra «frases» [5]. Pero se olvidan de añadir que a estas frases por ellos combatidas no saben oponer más que otras frases y que, al combatir solamente las frases de este mundo, no combaten en modo alguno el mundo real existente. Los únicos resultados a que podía llegar esta crítica filosófica fueron algunos esclarecimientos en el campo de la historia de la religión, harto unilaterales por lo demás, sobre el cristianismo; todas sus demás afirmaciones se reducen a otras tantas maneras de adornar su pretensión de entregarnos, con estos esclarecimientos insignificantes, descubrimientos de alcance histórico-mundial.

A ninguno de estos filósofos se le ha ocurrido siquiera preguntar por el entronque de la filosofía alemana con la realidad de Alemania, por el entronque de su crítica con el propio mundo material que la rodea [viii].

Y, como para estos jóvenes hegelianos las representaciones, los pensamientos,

los conceptos y, en general, los productos de la conciencia por ellos sustantivada

eranonsiderados como las verdaderas ataduras del hombre, exactamente lo

mismo que los viejos hegelianos veían en ellos los auténticos nexos de la

sociedad humana, era lógico que también los jóvenes hegelianos lucharan y se

creyeran obligados a luchar solamente contra estas ilusiones de la conciencia. En

vista de que, según su fantasía, las relaciones entre los hombres, todos sus actos y

su modo de conducirse, sus trabas y sus barreras, son otros tantos productos de

su conciencia, los jóvenes hegelianos formulan consecuentemente ante ellos el

postulado moral de que deben trocar su conciencia actual por la conciencia

humana, crítica o egoísta [*]**, derribando con ello sus barreras. Este postulado

de cambiar de conciencia viene a ser lo mismo que el de interpretar de otro

modo lo existente, es decir, de reconocerlo por medio de otro interpretación.

Pese a su fraseología que supuestamente «hace estremecer el mundo», los

jóvenes hegelianos son, en realidad, los mayores conservadores. Los más jóvenes

entre ellos han descubierto la expresión adecuada para designar su actividad

cuando afirman que sólo luchan contra «frases» [5]. Pero se olvidan de añadir que

a estas frases por ellos combatidas no saben oponer más que otras frases y que, al

combatir solamente las frases de este mundo, no combaten en modo alguno el

mundo real existente. Los únicos [[15]] resultados a que podía llegar esta crítica

filosófica fueron algunos esclarecimientos en el campo de la historia de la

religión, harto unilaterales por lo demás, sobre

el cristianismo; todas sus demás

afirmaciones se reducen a otras tantas maneras de adornar su pretensión de

entregarnos, con estos esclarecimientos insignificantes, descubrimientos de

alcance histórico-mundial.

A ninguno de estos filósofos se le ha ocurrido siquiera preguntar por el entronque

de la filosofía alemana con la realidad de Alemania, por el entronque de su crítica

con el propio mundo material que la rodea [*].

[2. Premisas de las que arranca la concepción materialista de la historia]

[*]*.

[p. 3] Las premisas de que partimos no son arbitrarias, no son dogmas, sino

premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la imaginación. Son los

individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas

con que se han encontrado ya hechas, como las engendradas por su propia

acción. Estas premisas pueden [p. 4] comprobarse, consiguientemente, por la vía

puramente empírica.

La primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia

...

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