OMSHUK, DIOS OLMECA - POPOLUCA
Enviado por aega • 7 de Marzo de 2014 • 2.560 Palabras (11 Páginas) • 558 Visitas
OMSHUK, DIOS OLMECA - POPOLUCA
HOMSHUK (JOONCHÓ), SINTIOPILTZIN O TAMÁKASTI
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
“Homxuk”, en popoluca de Soteapan significa “Brote nuevo” porque crece según los ciclos de la planta del maíz. . Se conserva en Soteapan, Pajapan y Catemaco, Veracruz el mito popoluca de que el maíz procede de un huevo (ovogénesis). Le llamaron Homshuk, dios del maíz, el gran benefactor de la humanidad, es hijo del Sol, trató de conseguir la inmortalidad del hombre y está ligado con el dios Huracán; una de sus representaciones materiales fue encontrada en la isla Tenaspi del lago de Catemaco, la escultura se encuentra en el museo de Xalapa. Este mito fue recogido en 1945 por George M. Foster, posteriormente, en los mismos 40s, B. Elson registró una variante del mismo. Se dice que en el principio del tiempo una mujer quedó viuda poco antes de nacer su hijo. Cuando éste nació, y ante la imposibilidad de darle de comer y como el niño lloraba mucho, decidió molerlo en el metate y tirarlo al arroyo, pero Dios no quiso que muriese, recogió los restos del niño, y lo convirtió en un huevo, dejándolo entre las plantas que nacen debajo del agua del río. Una pareja de ancianos vivía sin haber tenido hijos. La esposa, una bruja caníbal, llamada Chichiman, diariamente, iba por agua, un día, contempló un huevo flotando en el remanso del arroyo. Regresó a contar el caso a su esposo, llamado el Serpiente, y entre los dos fueron a sacarlo. No lo consiguieron al principio; era un reflejo; el huevo estaba en la rama de un árbol, de donde lo tomaron. Regresados al hogar, lo envolvieron con ropa. Después de siete días, escucharon el llanto del niño; su cuerpo, blanco y desnudo era de masa de maíz y tenía suaves y dorados cabellos, como los del maíz tierno. Lo criaron sintiéndolo nieto; más, a siete días de nacido, hablaba, caminaba, era grande y sabio. Lo mandaron por agua. Los pescaditos lo burlaban; tú sólo eres un elotito cabello rojo, nacido de un huevito sacado del agua. En su hogar contó lo sucedido; pero siguieron mandándolo por agua. Cavilando su venganza, pidió a su abuela un anzuelo. Principió a sacar los pescaditos, pero fue obligado a resucitarlos y devolverlos, porque eran los tíos de Homshuk, brincando siete veces los revivió, aún cuando quedaron condenados a ser alimento del hombre. Al ir a la milpa con los abuelos, le gritaban los tordos: orejas mochas, tú eres un elotito cabello rojo nacido de un huevito. Pidió al abuelo un arco y unas flechas. Principió a matarlos, pero resultaron ser los pollos de su abuela, quien le obligó a resucitarlos, lo cual hizo brincando de nuevo siete veces, aún cuando en castigo vivirían en los árboles y anunciarían las lluvias.
El muchacho siguió creciendo y, mientras sus padres adoptivos iban a la milpa, a él lo enviaban a traer agua a un manantial, donde unas iguanas se burlaban de el diciéndole: “Elote, elote, orejas mochas; en Ta:gatawatsaloyan ahí está tu padre”…El niño pidió a su padre adoptivo que le hiciera una trampa para cazar iguanas (una vara larga con un lazo en la punta, llamada pi:chawan) con la cual no pudo atrapar a ninguna pero a una le trozó la cola. El niño les dijo: “No vine a estar jugando con ustedes, sino que mi padre me envía a traer agua porque le da sed en la milpa…Váyanse y no me molesten más porque un día las voy a lazar y jamás las soltaré; las llevaré entonces con mi padre para que se las coma”.
Después de esto las iguanas se espantaron mucho y sólo le gritaban de lejos. El muchacho siguió haciendo cosas indebidas, por lo cual los viejos decidieron comérselo, mandándolo a dormir al tapanco. El muchacho dijo a un murciélago: cuando mi abuelo suba, debes degollarlo; en tanto, él se ocultó en el caballete de la casa. Cuando el abuelo subió para matar al muchacho, el murciélago lo degolló. La sangre del anciano, al caer, fue siendo tomada por su esposa, más, extrañada, gritó: esta sangre no sabe bien, debes bajar al muchacho para comerlo. Como el abuelo no contestaba, subió la vieja y lo encontró muerto. Reclamó su proceder al muchacho, pero éste, huyó, perseguido por la vieja. En su huida iba dejando obstáculos como grandes bejucales de espinas, riscos de piedras y lagunas. Cerca del mar, ya cansado, el muchacho subió a dormir a un árbol. Al ser alcanzado, dijo: sube para que veas. Previamente Homshuk encargó al tlacuache que cuando viniera la bruja prendiera fuego al zacate, dejando una salida por donde pudiera escapar. El tlacuache se quemó la cola y salió huyendo, por lo que dotó al armadillo de una concha fuerte y resistente al fuego para que encendiera el pasto. El campo ardió velozmente y el muchacho escapó, mientras la vieja se consumía entre las llamas. Él regresó y tomó parte de la ceniza de los genitales del cadáver quemado de la Chichimany la sembró, naciendo la calabaza y el chayote. Del resto de sus cenizas nacieron las plagas de langosta que acaban con la comida del hombre y los animales. El muchacho siguió caminando. A la orilla del mar, tocó su tambor y el Huracán envió a ver quién lo hacía sonar. ¿Quién eres?, preguntó el enviado. Contestó: soy quien hace crecer las plantas, el que las hace florecer. Huracán fue informado: no me quiso decir su nombre. Lo regresó Huracán, y dijo al muchacho: me debes decir tu nombre, lo pide Huracán. El muchacho dijo: me nombran Homshuk, dígale que soy el único desgranado, el único para ser comido. Así fue informado; pero Huracán replicó: él es nahual, y acto seguido Huracán hizo llover muy fuerte, más, al otro día, el muchacho seguía tocando en la costa, porque la tarántula lo protegió haciéndole una casa. Después, llegó una tortuga para preguntarle ¿Qué haces? Contestó el muchacho: tocando, porque deseo cruzar el mar; si eres buena compañera, me llevarás. Dijo la tortuga: te llevaré. Homshuk subió a la tortuga, pero a poco de nadar, ésta gritó: mi pecho está quebrándose. Regresaron a la orilla. Vino una tortuga de mayor tamaño, a la cual Homshuk prometió pintar de colores a cambio de la travesía. Lo llevó a presencia de Huracán, quien lo hizo prisionero. Había tres cárceles: una con tigres hambrientos; con serpientes muriéndose de hambre otra; y la tercera con flechas voladoras. En la de serpientes no le pasó nada y las culebras desaparecieron. Lo pasaron a la de los tigres; ocurrió lo mismo y sólo quedó el tigre mayor como asiento. En la cárcel de las flechas, éstas no lo dañaron y las reunió en un haz. Eres nahual, dijo Huracán, después de lo sucedido. Homshuk respondió: no soy nahual y he de ser el alimento de los hombres. Huracán lo retó a jugarse la vida en una competencia: lanzar una piedra, cada quien, hasta el otro lado del océano. El muchacho lanzó primero, y transcurrido
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