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Obra De Mateo Aleman


Enviado por   •  21 de Agosto de 2012  •  1.078 Palabras (5 Páginas)  •  736 Visitas

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La obra de Mateo Alemán revela una amarga visión del mundo. El pícaro concibe la vida como una lucha.

Fragmento de Guzmán de Alfarache.

De Mateo Alemán.

Parte I. Capítulo I: En que cuenta quien fué su padre.

El deseo que tenía (curioso lector) de contarte mi vida, me daba tanta priesa para engolfarte en ella sin prevenir algunas cosas que, como primer principio, es bien dejarlas entendidas, porque siendo esenciales á este discurso tambien te serán de no pequeño gusto, que no olvidaba de cerrar, un portillo por donde me pudiera entrar, cuando cualquier terminista de mal latin, redarguyéndome de pecado porque no procedí de la definición á lo definido, y antes de contarla no dejé dicho quiénes y cuales fueron mis padres y confuso nascimiento, que en su tanto, si dellos hubiera de escribirse, fuera sin duda más agradable, y bien recibida que esta mia: tomaré por mayor lo mas importante, dejando lo que me es lícito para que otro haga la baza.

Podrásme bien creer, que si valiera elegir de adonde nos pareciera, que de la masa de Adán procurara escoger la mejor parte, aunque anduvieramos al puñete por ello. Mas no vale á eso, sino á tomar cada uno lo que le cupiere, pues el que lo repartió pudo y supo bien lo que hizo: él sea loado, que aunque tiene jarretes y manchas, cayeron en sangre noble de todas partes. La sangre se hereda y el vicio se apega; quien fuese cual debe será como tal premiado, y no purgará las culpas de sus padres. Cuanto á lo primero, el mio y sus deudos fueron levantiscos. Vinieron á residir á Jénova, donde fueron agregados á la nobleza, y aunque de allí no naturales, aquí los habré de nombrar como tales. Era su trato el ordinario que aquella tierra, y lo es ya por nuestros pecados en la nuestra: cambios y recambios por todo el mundo. Hasta en esto lo persiguieron infamándolo de logrero: muchas veces lo oyó á sus oidos, y con su buena condicion pasaba por ello.

Tenía mi padre un largo rosario entero de quince dieces, en que se enseñó á rezar (en lengua castellana hablo), las cuentas gruesas mas que avellanas; este se lo dió mi madre, que lo heredó de la suya: nunca se le caia de las manos; cada mañana oia su misa sentadas ambas rodillas en el suelo, juntas las manos, levantadas del pecho arriba, el sombrero encima de ellas, Arguyéronle maldicientes, que estaba de aquella manera rezando para no oir, y el sombrero alto para no ver. Juzguen de este juicio los que se hallan desapasionados, y digan si haya sido perverso y temerario, de gente desalmada, sin conciencia. Tambien es verdad que esta murmuración tuvo causa; y fué su principio, que habiéndose alzado en Sevilla un su compañero, y llevándole gran suma de dineros, venia en su seguimiento, tanto á remediar lo que pudiera del daño, como á componer otras cosas. La nave fué saqueada, y él con los mas que en ella venían, cautivo y llevado á Arjel, donde medroso y desesperado, el temor de no saber como ó con qué volver en libertad, desesperado de cobrar la deuda por bien de paz, como quien no dice nada,

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